LAS PUBLICACIONES DE LA CHA. EL SIDA EN SUS IN-DEFINICIONES INTERNAS

                              UN ARCHIVO SIDARIO
AGENCIAS DESDE LAS CONTRACULTURAS SEXUALES 
                              (ARGENTINA 1985-1994)
 
                                                                                  Por Natalia Cocciarini
 
                                                          CAPÍTULO 2
 
LAS PUBLICACIONES DE LA COMUNIDAD HOMOSEXUAL ARGENTINA. 
EL SIDA EN SUS IN-DEFINICIONES INTERNAS
 
En América Latina, sobrados estudios ya han indagado sobre el hecho de que la epidemia del VIH-sida estimuló la formación de las primeras organizaciones gay y la movilización de sus esfuerzos en beneficio de la salud de sus pares; situación clave tanto para fortalecer la idea de solidaridad grupal como para incentivar mayor atención a los mensajes de prevención.
 
Sobre lo particular de Argentina, Mabel Bellucci, con el objetivo de hacer una biografía de Carlos Jáuregui, construye parte del movimiento gay en Buenos Aires en las décadas del 80 y 9085. Pondera que la retirada de la dictadura significó la apertura de la caja de Pandora para la vida artística, cultural y la salida al ruedo de diversos sectores sociales dentro de los cuales se encontraba la “movida homosexual”86. Diversos sectores sociales y militantes gestaron movimientos de derechos y culturales, contando con un circuito de revistas contestatarias, algunas con un estilo underground y otras comerciales que funcionaron como tribuna. Sin embargo, Bellucci destaca que el mencionado “destape homosexual” en Argentina tuvo poco margen para ese proceso de visibilidad en el circuito de revistas y medios periodísticos.
 
85 Bellucci, Mabel; Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política, Emecé, Buenos Aires, 2010.
86 Ídem, pág. 37.
 
Al respecto, Natalia Milanesio87, caracterizando al “destape” como un fenómeno sociocultural multimediático y de activismos sociales como el de feministas y gays, posiciona que la sexualización de la prensa pasó por la exploración del deseo y el placer heterosexual, más el homoerotismo no tuvo lugar. Salvando alguna excepción, las revistas publicaban sobre la homosexualidad masculina88 de manera esporádica, desde un lugar cordial y con tono sombrío, trágico y de burla, ridiculización o enfocando en la discriminación, la violencia y la marginalidad que reforzaba la estigmatización y las imágenes de aberración.
 
Ambas autoras plantean que ese margen específico de visibilidad e interés de los medios y la sociedad por la homosexualidad muy pronto quedaría teñido por la problemática de la “peste rosa”, como ya la había caracterizado precisamente el boom periodístico internacional. La constante de los medios argentinos serían un abordaje con discursos medicalizados y condenatorios hasta el extremo.
 
Para Bellucci, el sida reintrodujo la condena pues si bien las intervenciones públicas de los referentes homosexuales locales, aunque pocas, estaban dirigidas al esclarecimiento de su identidad por fuera de la una patología como ya lo había reconsiderado la comunidad científica internacional desde 197389, la pandemia re-imprimía un estado de sospecha presente.
 
No obstante, la expansión del sida paralelamente incidió sobre las estrategias políticas para la configuración de un movimiento pues “la enfermedad” activó la discusión internacional sobre los derechos de los homosexuales, funcionó como un catalizador poderoso que logró impulsar la organización de los movimientos por la liberación sexual y por la conquista de los derechos civiles para contrarrestar la indiferencia del Estado90.
 
87 Milanesio, Natalia; El destape. La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura, Siglo XXI Editores, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2021.
88 En su relevamiento, Milanesio encuentra que la cultura popular de ese período fue profundamente lesbofóbica, lo que produjo una consecuente invisibilización del lesbianismo.
89 La autora aclara que en ese contexto la homosexualidad aún se encontraba en el listado de enfermedades mentales de la OMS, y que no se desclasificaría hasta mayo de 1990 pese a que la comunidad científica internacional ya había decretado en 1973 que esta no era una patología. Pág. 39.
 
Bellucci detecta la especificidad de las organizaciones porteñas que emergen al calor de la recuperación de las instituciones democráticas cuya convergencia radicaba en reclamar el ingreso a las instituciones como un territorio que aún no habían conquistado. Es decir, si bien la epidemia parecería ser el problema convergente de las organizaciones gays en términos mundiales, para el caso argentino en esos primeros años, el horizonte de lucha era el fin de la represión física y la discriminación social pues la transición democrática no había significado una ruptura total con el régimen anterior91 (las expectativas de la nueva democracia y su ampliación -asociada a la noción de derechos humanos- pronto mostraron ser ingenuas, sobre todo para el colectivo gay: la represión física no se había frenado, y los discursos estatales, científicos y morales seguían castigando a la homosexualidad).
 
Así, para Bellucci, durante el período de posdictadura la confrontación de la comunidad homosexual con el Estado pasaba por el uso de la violencia como factor de intimidación. La propia Comunidad Homosexual Argentina (en adelante CHA) -creada en 1984 de la cual Carlos Jáuregui fuera fundador y primer presidente- nació en una asamblea abierta convocada luego de una razzia en un bar de referencia porteño y tras un mes de recrudecimiento de la violencia física, de detenciones arbitrarias y de presión psicológica.
 
En el mismo sentido, Milanesio ubica a la CHA como fruto de la transición democrática en tanto sus principales objetivos -combatir la discriminación sexual en los distintos ámbitos de desarrollos personales y terminar con la persecución policial y los instrumentos legales con los que se oficiaba la extensión del aparato represivo en democracia- se configuraba en el lenguaje de los derechos humanos propio del contexto92.
 
90 Ídem, pág. 109.
91 En el siguiente capítulo se ubicarán referencias en el marco de esos otros proyectos editoriales como El Porteño o Fin de Siglo, con textos como el de Néstor Perlongher “La represión del homosexual en Argentina” en El porteño. N° 22. Suplemento Cerdos & Peces N° 3. Buenos Aires. Octubre 1983, págs. 8–9.
 
No obstante, las autoras, destacan que la problemática del sida, y las secuelas dejadas por ella, fue lo que habría generado redefiniciones de las agendas. Se produjeron cambios radicales en las demandas de esa comunidad sumando reclamos al Estado e interpelando a las instancias partidarias, con lo cual se alcanzó una nueva visibilidad en un escenario histórico determinado (signado por el alcance global del mercado capitalista y la expresión cultural a través de los medios de comunicación de masas).
 
92 Cabe ampliar el abanico de autores que han desarrollado la hipótesis respecto de la cual el paradigma de los derechos humanos en el proceso de restitución democrática a principio de la década del 80 supuso un lenguaje que permitió politizar la vida privada logrando formar parte de la agenda política. Para Mario Pecheny los nuevos climas democráticos que se instauran en la región fueron uno de los puntos que pusieron en cuestión el “sistema hipócrita” institucionalizado según el cual la homosexualidad era “tolerada” en tanto se mantuviera confinada al ámbito de lo privado. Pecheny, Mario: “De la “no-discriminación” al “reconocimiento social”. Un análisis de la evolución de las demandas políticas de las minorías sexuales en América Latina”, XXIII Congreso de la Latin American Studies Association, Washington DC, septiembre del 2001.
Ernesto Meccia marca 1983 como el comienzo de la aparición de los primeros movimientos organizados de gays, cuya lista de reclamos constituía una dramática descripción de la vida cotidiana (no a razzias policiales, no discriminación laboral, no a detención arbitraria, etc.). Meccia, Ernesto (2006); La cuestión gay. Un enfoque sociológico, Buenos Aires, Gran Aldea Editores.
En otro trabajo de investigación propio he rastreado condiciones de posibilidad para la gestación de organizaciones socio-sexuales en la ciudad de Rosario; sobre los autores citados y los indicios del trabajo antropológico-etnográfico de Horacio Sívori (2005) sobre la sociabilidad gay en esta ciudad, pude ratificar que, con sus especificidades, allí también la restitución de las instituciones democráticas abrieron la posibilidad de demandar el reconocimiento público y jurídico de las primeras agrupaciones que trabajaron por la visibilización de sus identidades en términos estatales y sociales. El avance del programa de lucha de las organizaciones por los derechos y reconocimiento -fundamentalmente de gays y lesbianas- a partir del 80 fue mediante la incorporación del lenguaje y los vínculos con organismos de Derechos Humanos; el pionero Movimiento de Liberación Homosexual (MLH) tenía un grupo de activistas que trabajaban casi exclusivamente para representarlxs en otras organizaciones de derechos humanos, con el objetivo de generar una participación activa y regular, por ejemplo en el Frente de Juventudes de Apoyo a las Madres de Plaza de Mayo. Sívori, Horacio Federico (2005); Locas, chongos y gays. Sociabilidad homosexual masculina durante la década de 1990, Buenos Aires, Editorial Antropofagia. Cocciarini, Natalia (2015); “La formación de las ONG vinculadas a la Diversidad Sexual en Rosario entre la apertura democrática de 1983 y la crisis del neoliberalismo”. En Seminario Regional, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, UNR. Rosario. Mimeo.
 
Al respecto, la Comunidad Homosexual Argentina va a contar con sus propios órganos de difusión. Además de los tradicionales materiales impresos como soporte de acciones de activismo, producirán sus propias publicaciones periódicas que, en tanto se inician con la organización, dejan vislumbrar su consolidación y funcionan como caja de resonancia del contexto político nacional en proceso de re-afianzamiento de sus instituciones democráticas y de los avances de las organizaciones a nivel internacional, dos contextos interlocutores de la CHA.
 
El Boletín de la CHA
 
En el plano general y sobre su propia historización
 
La primera publicación de la CHA fue el Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina que en sus 12 números -publicados entre octubre de 1984 y mayo de 1986- cubrieron toda la presidencia de Carlos Jáuregui y los dos primeros años de historia de la organización93.
 
93 Este es el modo de periodizar la publicación del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) en su índice de títulos. La colección consultada está enteramente disponible en su portal de publicaciones latinoamericanas del siglo XX. De modo que todas las referencias al Boletín de la CHA hechas a lo largo del trabajo son parte del acervo del CeDInCI alojado en dicho portal. A los fines de agilizar el recorrido de lectura, citamos aquí dicha referencia y nos eximimos de repetirla cada vez que hagamos referencia a los documentos allí consultados. Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, América Lee, Boletín de la CHA; disponible online en http://americalee.cedinci.org/portfolio-items/boletin-de-la-cha/
 
Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°1, 12 al 25 octubre 1984, Buenos Aires, pág. 1.
 
En las primeras líneas del N° 1, y a modo de presentación de su misión, la organización proclama que su mandato fundacional implica accionar frente a la represión vinculada a la metodología de la dictadura. Pero, además, y en un sentido prospectivo, asumen la tarea de construir o reconstruir aquellos lazos de comunidad94 entre homosexuales que habían sido quebrados como producto de los propósitos dictatoriales: por un lado, el de desactivar la socialización política, y por otro, instaurar orden mediante el miedo, procedimiento en el cual la homosexualidad había sido usada como blanco de vejaciones ejemplarizantes.
 
94 Recoge como uno de los mandatos en la asamblea fundacional “…los homosexuales nos proponemos reinstaurar entre nosotros el respeto y la solidaridad.
Sabemos que sin eso, con una acción que solo se oriente a luchar contra el prejuicio, apenas realizaremos la mitad de nuestra tarea”, Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°1, 12 al 25 octubre 1984, Buenos Aires, Comunidad Homosexual Argentina, pág. 1.
 
A partir de allí, se puede ver que el Boletín y las secciones que lo componen constituyen intervenciones a esos mecanismos de disciplinamiento que efectivamente se había internalizado en las sexualidades no hegemónicas y que obviamente había alcanzado la despolitización de la sexualidad en términos más comunitarios.
 
A modo de ejemplo, y en términos generales, desde el inicio de la publicación aparecen segmentos sobre violencia institucional, y la que luego se llamará Columna Legal. Allí se va desplegando distintos análisis y argumentos sobre la ilegalidad del uso arbitrario de Edictos Policiales para la persecución a la homosexualidad y se visibilizan otros mecanismos represivos de las fuerzas públicas; paralelamente presentan recursos legales como las cartillas de seguridad, difunden sus servicio de asistencia legal, el contacto de profesionales activistas, y los acuerdos y avances en leyes antidiscriminatorias que contemporáneamente están discutiendo en el Congreso de la Nación, etc.
 
En otras secciones como Internacionales (llamada luego De aquí y de allá) y Algo de Historia publican noticias sobre procesos de colectivización de las luchas y los avances en conquistas de derechos en Estados Unidos y en países de América Latina y Europa. Allí también se va ponderando la historia del activismo y militancia gay, a lo que suman los reportajes a miembros de otros espacios activistas. Con ello, van visibilizando modos posibles que a su vez funcionan como un encuadre para la potenciación de la politización de la sexualidad a la que está convocando la CHA mediante el Boletín. Otros segmentos como Una Frase, Lentes, Lupas y Prismáticos, y Columna Idiota develan la homofobia en distintas representaciones del arte y de consumo masivo, pero también presentan y difunden manifestaciones y opiniones de voces legitimadas en un sentido contrario, afirmativo de la sexualidad gay-lésbica y que fortalece los argumentos de la CHA.
 
Con todo, van desenredando la naturalización de la violencia en los discursos y su reproducción intencionada, dentro de las cuales el abordaje sobre la llegada del sida a la Argentina en los medios de mayor alcance será para el Boletín un retroceso en esa disputa y funcionará más bien como chivo expiatorio para dar continuidad, y en el peor de los casos revitalizar, los decimonónicos discursos sociales sobre la homosexualidad.
 
Efectivamente, los primeros números tienen una fuerte impronta denuncialista, produciendo material que visibiliza la continuidad de la represión y la violencia de las fuerzas de seguridad. Frente a ello van construyendo la demanda del cese de la violencia institucional asociando el derecho a la libre sexualidad como una cuestión de derechos humanos95. Ese fue el campo discursivo a partir del cual se despliegan distintas líneas de análisis y producción de contenido en los sentidos arriba descritos, para intervenir la naturalización de la carga discriminatoria tanto de la sociedad, los medios y las representaciones culturales, como del establishment político y sus gestiones de construcción del proyecto democratizante, sobre todo por omisión.
 
Paralelamente, y más allá de ser un soporte para acompañar con herramientas concretas la lucha antidiscriminatoria, este Boletín, progresivamente, se propone ser en sí mismo un espacio para ir forjando ideas y redefiniendo estrategias de acción e intervención. Le permite a la CHA hacer públicas las interlocuciones institucionales con funcionarixs estatales y/o referentes de espacios políticos; reseñan las reuniones realizadas, las frustradas, los compromisos asumidos en ellas y el cumplimiento o no de los mismos, lo que va generando una suerte de mecanismo de documentación de antecedentes para consolidar las demandas al Estado96.
 
95 Sobre el discurso de los derechos humanos como paradigma político de
organizaciones como la CHA ver nota 91.
96 Estos modos de notificar e informar sobre los contactos, encuentros y reuniones que miembros de la CHA tenían con referentes políticos y funcionarios de gobierno puede pensarse como parte de una estrategia de construir referencia y representatividad de la organización para la comunidad.
 
Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°7 agosto 1985, pág. 1
 
También se habilita un procesamiento paulatino en torno a algunos tópicos; ello lo veremos por ejemplo cuando los balances sobre actividades realizadas no se dan de manera consecutiva en los números, sino cuando la coyuntura o algún emergente estimule la necesidad de sentar posición al respecto o poner información concreta al servicio de sus lectores, sea sobre sida como sobre partidismos y candidaturas políticas o declaraciones polémicas de alguna figura pública, entre otras.
 
La publicación permite además la profundización de discusiones; situación que puede rastrearse, entre otras cosas, en las entrevistas que realizan a espacios cercanos de militancia o activismo y sus análisis; pues ello, por un lado, va dando cuenta de la necesidad de visibilizar algunas consignas y/o actores políticxs que la CHA no acoge a priori, pero además, en distintas oportunidades, frente a esa publicaciones se produce un intercambio epistolar entre el Boletín y lxs entrevistadxs por desacuerdo frente a lo comunicado, y ello de un modo u otro aparece en el Boletín, situación que hace crecer los sentidos de las discusiones y alguna vez rectificar los posicionamientos de quienes publican en primera persona como vocerxs de las ideas de la CHA en términos colectivos.
 
Evidentemente, esa progresión de lo que sucedía en torno al contenido del Boletín ha suscitado discusiones en la CHA respecto de los objetivos de este órgano de difusión que, como vemos, en su marcha se iban redefiniendo, acompasado a los vaivenes de la comunidad en general. Esa idea está muy manifiesta en la edición N° 9 que se inicia con una editorial dedicada a la misión del Boletín, un análisis de su presente y sobre sus destinatarixs. Allí, con cierto tono irónico y a modo de balance del primer año de publicación, se clarifica una idea respecto de que el hecho mismo de producir el Boletín es una acción de intercambio dinámico de roles editoriales, en la que la publicación puede constituirse como manifestaciones de la comunidad homosexual ampliada, más allá de la organización97.
 
97 No buscamos develar de una editorial un encuadre concreto de sus sentidos posibles; no obstante, esta intervención, en el marco de las consecutivas publicaciones, pareciera tener dos direcciones mutuamente implicadas. Por un lado, buscando movilizar a participar de la producción del Boletín y con ella a la militancia en general, pero también en esas ironías hay, en algún modo, respuesta a críticas no constructivas y a achaques respecto de alguna pretendida representatividad de la CHA del colectivo por intermedio del Boletín. “Editorial”, en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina N° 9, octubre 1985, pág. 2.
 
La idea de que en esa interacción se concrete el Boletín y que por tal podrá ser expresión de cada unx en la comunidad, posiciona el ejercicio de producción de la publicación como un hecho político, de planteo y profundización de discusiones de las cuales este órgano será una consecuencia derivada, pero a la vez plataforma para su continuidad.
 
En la edición N° 10 de noviembre-diciembre de 1985, una nota titulada “Prensa: reunión abierta” reseña lo que pareciera haber sido la presentación de la Comisión de Prensa y la excusa para reordenar la metodología y la política de publicación en el marco del organigrama de la CHA y el compromiso de sus miembrxs. Más adelante vislumbramos las condiciones de lo que podría haber hecho necesaria o pertinente la creación de esta Comisión, pero lo relevante aquí es que esa nota recoge de entre lxs participantes únicamente la intervención del propio presidente la organización, en la cual posiciona que “la ideología de la CHA también se hace en el Boletín98.
 
De modo que ello está dando cuenta de que hubo una decisión consciente respecto de que este instrumento no sea meramente informativo, sino también un espacio de forjamiento de posiciones político-ideológicas. Podríamos pensar que el debate respecto de lo que el Boletín debiera ser es reflejo de las discusiones internas de las misiones pertinentes a la organización, en un contexto de democracia débil, de continuidad de temores y de descreimiento de los procesos de politización. De ello también son manifestación el tratamiento sobre la idea de militancia de los homosexuales, las notas que dedican a explicar las relaciones con espacios partidarios y sus candidatos, o frente a las acusaciones de cierta izquierdización de la organización99.
 
98 El resaltado es original.
99 “La CHA no apoya a ningún candidato. Comunicado de Prensa” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°8, septiembre 1985, pág. 4.
En el mencionado número de noviembre-diciembre de 1985 hay una nota sobre la idea de militancia y la importancia de crear una definición propia exenta de la etimología asociada a lo militar; y se ancla en su referencia como una actitud hacia el bien común, problematizando los silencios funcionales o cómplices. Siguen notas como “¿Se izquierdiza la lucha?” y “¿Y nosotros por quién votamos?” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°10, nov-dic 1985. Las discusiones sobre el sentido etimológico y la pertinencia o no de adoptar estos términos en función de sus estrategias de movilizar a la población homosexual despolitizada se suman al entramado de disputa semiótica que recorreremos a continuación respecto del sida (ver nota 106).
100 “Novedades sobre el SIDA” de la sección INTERNACIONALES en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 4 marzo de 1985, pág. 4.
101 Gianico Cabrays; “E.T.S” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 5 junio de 1985, pág. 6.
 
Sobre el sida como tópico dentro de los giros de la publicación
 
Ahora bien, en relación a ese panorama general de lo que fue y desplegó el Boletín, puntualizamos sobre el abordaje respecto del sida. La primera mención sobre el tema aparece en el segmento de INTERNACIONALES en el N° 4 de marzo de 1985 titulado “Novedades sobre el SIDA”100 en el que se reportan brevemente avances en investigaciones iniciadas en 1984 en Estados Unidos y Francia tendientes a lo que podría ser una vacuna para esta enfermedad incurable vinculada a la desaparición de las defensas del individuo, según la única y breve definición que esbozan allí. Entre los datos comprobados mencionan que en tanto el virus también se transmite a través de sangre y saliva los sectores expuestos aumentan, asentando implícitamente el saber difundido sobre la circulación por esperma, lo que produce que el virus “ataca principalmente a homosexuales masculinos”.
 
En el número siguiente correspondiente a junio de 1985 aparece una pequeña columna sobre ETS y la atención amigable y sin distinciones sobre orientaciones sexuales en el Hospital de Clínicas. No hay mención a ninguna enfermedad en particular, pero diagnostican que hay un “recrudecimiento”101. La CHA atribuye el crecimiento de las ETS al aumento de las relaciones sexuales sobre todo de jóvenes -podemos pensarlo vinculadas a la apertura de la sociabilidad recreativa en general y a la movida homosexual en particular-, y paralelamente a la ausencia de educación sexual como una “política de oscurantismo” con la que se convive -que con el tono denuncialista del Boletín visibiliza la permanencia de marcos de conservadores-.
 
Podría leerse allí un modo de manifestación de una situación típica de una coyuntura entre dos épocas. Es interesante cómo en un breve abordaje con pretensión de informar sobre ETS adscritas a la atención médica institucionalizada, las dos situaciones puestas paralelamente en el mismo plano en realidad aparecen con la necesidad de implicarse. Un ambiente de permisividad para los encuentros sexuales presenta la necesaria pedagogización de las relaciones sexuales; ambas situaciones, por su desequilibrio proporcional, se inscribirán con su respectivo grado de responsabilidad frente a la expansión de la transmisión de enfermedades venéreas.
 
En un pequeño pie de la misma página, publican el programa de actividades en la semana marco al 28 de junio mencionado como “Día Internacional de la dignidad homosexual”102. Entre las cuatro actividades programadas hay una conferencia de la Asociación Nacional de Medicina103 sobre SIDA. En el próximo número, sobre las reseñas de estas intervenciones, de la misma sólo se menciona que fue la que cerró la semana de eventos, y se detalla el contacto de la Academia Nacional de Medicina para consultas al respecto104 -un gesto muy mínimo, pero que podría interpretarse como una oportunidad para difundir una institución con quien efectivamente compartir misiones, no obstante, también es una actitud delegativa respecto de un tema que, por cómo se enuncia en el N° 4, se presenta como específico de lxs destinatarixs de la CHA-. De modo que estas primeras y breves apariciones del tema se presentan como una antesala: sucede en el plano internacional y los avances de laboratorios son noticias dignas de difundir, los grupos gays lo posicionan como tópico en la agenda del 28 de junio y el Boletín lo releva como dato; pese a vaticinar a sus lectorxs como miembros de la principal población susceptibles de contraer la enfermedad, aún no se recoge como tema sobre el cual producir contenido.
 
102 “28 de junio. Día Internacional de la Comunidad Homosexual” en Boletín de la
Comunidad Homosexual Argentina, N° 5 junio de 1985, pág. 6.
103 Su nombre correcto es Academia Nacional de Medicina, pero así aparece citado
en esta ocasión, en las próximas apariciones de la institución será nombrada de
manera correcta.
104 “28 de junio. Día Internacional de la Comunidad Homosexual” en Boletín de la
Comunidad Homosexual Argentina, N° 6 julio de 1985, págs. 6-7.
 
Entre las ediciones 5 y 7, período que será interpretado a posteriori por la Comisión de Prensa como el inicio de la tercera etapa del órgano de prensa105, las páginas del Boletín se van acrecentando y con ello aparecen nuevas columnas y contenido aleatorio más elaborado. En la serie de números que se abre a partir de esta ampliación de páginas, se hace evidente que en la misión informativa también se batalla contra los sentidos asociados a la homosexualidad, sobre todo masculina, masificados por los medios de comunicación y en otras representaciones artísticas-culturales. Lo que allí se puede vislumbrar es el despliegue de esa acción mediante dos mecanismos paralelos y superpuestos.
 
Por un lado, comienza a relevar la presencia de sus activistas en distintos espacios de militancia y sociabilidad, sus intervenciones en los medios y las repercusiones que generan en ellos las acciones que llevan a cabo, como una especie de termómetro del grado de visibilidad que alcanzan los debates que pretenden instalar. Y por otro, empieza a publicarse con continuidad las columnas “Lentes lupas y prismáticos”, y “Columna Idiota”, en las que replican las cartas de lectores que envían a los medios gráficos y revistas interpelando publicaciones homófobas o ridiculizantes y en las que analizan, entre otras cosas, intervenciones de periodistas y columnistas en programas televisivos generando una suerte de observatorio.
 
105 En el informe sobre la reunión abierta convocada por la Comisión de Prensa de diciembre de 1985, publicada en el N° 10, rescatan la reseña efectuada por Alejandro Zalazar para la ocasión en la que ponderando la continuidad que estaba logrando el Boletín. Allí se cronologiza la publicación en 3 etapas; frente a las dos primeras, esta tercera iniciada en el N° 5 adapta su formato material y el tiraje conforme a la realidad de sus lectores, se autofinancia y su redacción está a cargo de un equipo no profesional. Todo ello puesto en un tono de avance positivo y diferencial frente a las etapas anteriores, que estuvieron a cargo de un editor responsable primero y un Comité de Redacción después, “pero que aún no reflejaban a la CHA”, pareciera querer resaltar el valor que la CHA le da al Boletín como un elemento en el que necesariamente deben involucrarse redactores en calidad de militantes, y con ellxs las discusiones, impresiones y quehaceres de la organización.
 
Conforme se va produciendo el crecimiento cuantitativo del material producido y publicado, la cruzada se profundiza porque permite desplegar un ejercicio analítico de la dimensión simbólica de ciertos términos y conceptos y el tono valorativo asociado a ellos en ese contexto106.
 
Comisión de Salud; “SIDA” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 11 enero-abril 1986, pág. 8
 
106 Y en ese ejercicio aparecen las discusiones en torno a sus estrategias políticas para movilizar a la politización de la visibilidad: sobre la militancia como definición de las tareas que estaban asumiendo y la partidización y/o izquierdización de las consignas de las organizaciones de homosexuales, y la pertinencia o no de apropiarse de esas definiciones, en ese contexto. Esa discusión es interesante porque en cierta manera allí aparece la dicotomía sobre invertir la carga demonizante que la dictadura había construido sobre ello, o buscar otras y nuevas formas de nombrarlas, separándose de lo previo -y allí la controversia pasaría por la funcionalidad al cometido dictatorial-. “Militancia, una actitud” por Cesar, pág. 3; “Se izquierdiza la lucha” por A. Zalazar, pág. 5; “¿Y nosotros por quién votamos?” por Hugo Espósito, págs. 6-7 en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°10, nov-dic 1985.
 
Explicitando cómo ello se conjuga respecto al sida, nos detenemos en ese mencionado N° 7 de agosto de 1985 porque resulta ilustrativo al respecto de la mencionada lógica, en su aspecto inaugural y por la constante que se dará a partir de él. Si hasta junio de 1985 el sida apenas aparece esbozado, en el N° 7 de agosto el tema irrumpe en 3 páginas enteras. La primera de ella, en página doble y titulada “SIDA”107 es la consideración -a número salteado- de difundir por medio de esta publicación los saberes desplegados en la Conferencia de la Academia Nacional de Medicina como culminación de la Semana de la Dignidad Homosexual. Y en tanto tal, es una suerte de cartilla presentada didácticamente a modo de preguntas y respuestas que describe las certezas en torno a la enfermedad de transmisión sexual, cuyo agente más expuesto a contraerla son los hombres homo y bisexuales. Si estos datos se presentan ya como información confirmada frente a los casos registrados, no sucede lo mismo respecto cuáles serían los fluidos transmisores, entre los que aún aparecen como posibles -además de la sangre y el esperma- los vaginales, la orina y las heces, mencionadas como datos de conclusiones más bien empíricas y con centralidad de la atención en la genitalidad.
 
Por lo tanto, ante la pregunta por la posibilidad de la prevención, posicionan exclusivamente recomendaciones frente a los riesgos durante la actividad sexual entre las que aparecen la necesidad de limitar el espectro de cantidad compañeros sexuales -de lo que se infiere que se refiere a varones homosexuales- y en cierta manera el tipo de vínculo, porque en tanto ponderan la importancia de conocerlos y a su estado de salud, empieza a prescribir la ocasionalidad. Pero también se menciona la importancia de evitar aquellas actividades que puedan minar el sistema inmunológico como el consumo de alcohol, situación que dará como efecto el tratamiento en los siguientes números del alcoholismo como adicción y su relación frente a las angustias por discriminación, en lo que llaman una doble identificación de Alcohólicos Homosexuales108 generando un espacio de experiencia propia.
 
107 “SIDA” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina N° 7, agosto 1985, págs. 8-9.
 
Paralelamente, en ese mismo número en el que como vemos el sida toma más relevancia, el Boletín informa que, ante la detención de su presidente, Carlos Jáuregui, organizaron una conferencia de prensa, no sólo para denunciar la violencia institucional, sino para explicar los sucesos que habían sido publicados por medios gráficos y televisivos del país, pareciera, a modo de derecho a réplica109. Según el informe, el evento congregó a veinte medios nacionales y del exterior dando cuenta de la gran convocatoria y el grado de interés público y mediático que lograban alcanzar los hechos. El pequeño reporte está acompañado por una foto de Jáuregui siendo la primera vez que aparece en el Boletín. El número cierra con un comunicado de la Comisión de Prensa de la CHA que se titula “El mal uso de los medios” en el que se yuxtapone la misión antidiscriminatoria de la organización, el develamiento de la responsabilidad del discurso mediático al respecto y el sida irrumpiendo en él y siendo instrumentado para profundizarlos.
 
Problematizando el hecho de que la emblemática masculinidad de Hollywood produjera la alarmista atención de los medios sobre el sida -como manifestación de cómo comienza a funcionar la linealidad por la cual la enfermedad produciría la salida obligada closet110-, el artículo analiza cómo el fenómeno comienza a producir su réplica y llegada a los medios gráficos argentinos que empiezan a cubrir sus páginas explicando las características del mal (modo adjetivante que usa la propia CHA), cargado de sentidos negativos sobre la base de información que no ha sido consultada a expertxs u organismos autorizados a emitir información oficial en Argentina como lo era Academia Nacional de Medicina.
 
108 Experiencia que reconocen recoger de las estadounidenses y que, habiendo
codificado las situaciones comunes, les permite, en tanto pares, poder socializarcolectivizar una vivencia personal, podemos decir como modo derivado de la
autoidentificación grupal en torno a la politización de lo personal; entre las que
compartir a modo de relato personal en el Boletín cobra valor en el mismo sentido
para lxs posibles lectorxs. “Mensaje de un alcohólico homosexual” Aporte del Grupo
LIBERACIÓN, pág. 5 en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 8,
septiembre 1985; “Conferencia”, pág. 14 en Boletín de la Comunidad Homosexual
Argentina, N° 9, octubre 1985.
109 “Conferencia de Prensa” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina
7, agosto 1985, pág. 6.
110 Pecheny, Mario; “De la ‘no-discriminación’ al ‘reconocimiento social’. Un
análisis de la evolución de las demandas políticas de las minorías sexuales en América
Latina”, XXIII Congreso de la Latin American Studies Association, Washington DC,
septiembre del 2001.
 
Entre esas voces autorizadas la CHA se posiciona a sí misma como organización legitimada a la que debiera recurrirse como instancia consultiva, situación que deja manifiesto el hecho de que se van ubicando, o lo pretenden, como referencia de la comunidad, y por tanto con una presunción también asumida por ellxs respecto de ser los principales afectados.
 
Para esclarecer la operación que denuncian, reproducen titulares como el de Semanario “Los normales también pueden contraerlo” y de Diario Popular “El SIDA puede convertirse en epidemia”. En la claridad con la que se asocian los sentidos, el Boletín encuentra una acción intencionada de mal manejo de la información para emitir un hecho de discriminación a los homosexuales reinstalando la operación ya conocida sobre la anormalidad, sobre la que se monta la enfermedad específica y la culpabilización de la propagación, desde donde acertadamente adelantan lo que posiblemente seguiría: que los homosexuales serán posicionados como “peligro público”, figura con la cual el sida reeditará en Argentina a los leprosarios. Con esa sencilla mención en la que apelan al uso de la analogía sobre la estigmatización de lx enfermx, se vislumbra el alerta de la propia organización transmitido a sus destinatarios-lectores respecto de la producción de los discursos en su alzada discriminatoria frente a la posible propagación.
 
En conclusión, este Boletín N° 7 se inicia con una Editorial reflexionando sobre el estado condicionado de la libertad ciudadana ante la persistencia de instrumentos legales y mecanismos de afán persecutorios con los que se mantienen intactos el miedo y la represión internalizada y que deja a la ciudadanía en un letargo. La CHA alienta a desandar esos sentimientos -y las columnas del Boletín construyen herramientas al respecto- para luchar por la reivindicación de “ciudadanos homosexuales”111.
 
En ese marco, denunciando el tratamiento peyorativo de las identidades homosexuales y apelando al sensacionalismo para comunicar respecto del sida -lo que denominan el mal uso de los medios, infiriendo que deberían producir otro tipo de discursos- evalúan a esos artilugios denominados por ellxs de “desinformación” con que se sostiene la intención de marginación, discriminación, violencia persecutoria, develándose paralelamente el mecanismo excusatorio de lxs comunicadorxs respecto de que en el período previo a 1983 era la presión del contexto represivo lo que no permitía generar otro discurso, pero que en ese presente de 1985 ya no existe y sin embargo no reponen.
 
Pero paralelamente la Comisión de Prensa -que sintomáticamente aparece firmando por primera entiende que ante el ejercicio de des-información a una sociedad ya confundida, con claras intenciones discriminatorias, el silencio del Ministerio de Acción Social y de sus áreas dependientes los vuelven cómplices de dicha situación. Los enunciados sobre la ausencia de funciones estatales, que, asumen, deberían tener ciertas instancias de gestión, es parte de los mecanismos que la CHA despliega para interpelar a las esferas gubernamentales, para posicionar demandas concretas, y lo que también permite ser pensado como un modo de construir referencia y representatividad de la organización para la comunidad. Puede inferirse que la CHA tiene altas expectativas con el Estado -quizá dado por los encuentros y las reuniones que tienen con lxs propixs funcionarixs-, entre las que se ubican la exigencia de que fuera él quien debiera reponer la desinformación con información, datos oficiales, científicos y técnicos, debiendo tomar en sus manos la tarea de desmontar esas operaciones mediáticas.
 
111 Esta es la forma en que la CHA nomencla a lxs sujetxs ciudadanxs a quienes invita a salir del mencionado letargo. La marca adjetivante de la ciudadanía es la manifestación explícita del proceso de politización sexual que inicia la CHA en relación a la legitimidad expandida del discurso de los derechos humanos, dentro del cual posiciona la ecuación con la libertad sexual que supone ampliar la definición de ciudadanía incorporando a la sexualidad, es decir, los derechos sexuales. Esta creciente propuesta de la CHA quedará ilustrada en la constante y recurrente consigna sobre “el libre ejercicio de la sexualidad” como derecho inalienable en tanto expresión fundamental del desarrollo del ser humano (a lo largo del capítulo analizamos algunas variaciones en su acepción según las coyunturas).
 
A lo largo de este número se va hilando la apuesta política de la CHA en disputar, en el plano de los discursos mediáticos, los imaginarios actuales y posibles a futuro en torno al sida, que se irá profundizando en los números sucesivos. Esos discursos funcionales en sostener la confusión y los mecanismos persecutorios dictatoriales en la sociedad empiezan a tener al sida como arma y la CHA comienza a detectarlo, de allí que cobre sentido de suma relevancia el despliegue de dos páginas sobre el aporte de Academia Nacional de Medicina reponiendo, a modo de respuesta, lo que los medios masivos no hacen, y que cierre con un comunicado de repudio de la Comisión de Prensa respecto de lo que sí producen.
 
Frente a esos primeros signos del peligro estigmatizante del tratamiento del sida por los medios detectados en la edición de agosto de 1985, el N° 8 de septiembre del mismo año directamente se inicia con una Editorial que denuncia el uso sensacionalista de los medios sobre el dato empírico de que en Argentina -primera vez que aparece información sobre la situación en el país- los casos registrados son varones gays112. Así, establecen como situación que con el sida se orquesta una campaña deliberada de discriminación, que se sirve de los sentimientos y prejuicios de la sociedad con los varones homosexuales para reactualizarlos y profundizarlos. Paralelamente, complejizan esa cruzada mediática que revitaliza la discriminación social generalizada, analizando los ecos que ello produce sobre los propios, intentando inducir al pánico y alcanzando a resentir al movimiento de liberación incipiente.
 
112 “Editorial” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 8, septiembre 1985, pág. 2.
 
Por ende, si entre los objetivos de la organización radicó despertar del letargo y desacreditar los mecanismos que con el miedo y la persecución sostenían la represión internalizada tan costosa para la construcción democrática113, el sida aparece como un nuevo decodificador para esa tarea. Aún sin poder medir el alcance de lo que ya se posicionó como una amenaza, el desafío pareciera ser generar mecanismo de protección propia, tanto de la enfermedad como frente a sus discursos asociados y las reacciones sociales que propiciaran.
 
Así, desde septiembre de 1985, con la publicación del N° 8 y en los sucesivos, el sida empieza a tomar la relevancia de los otros tópicos del Boletín, no por su tratamiento excepcional sino porque se posiciona como tema que se abordan al interior de las columnas o de los intereses fundantes y transversales de la CHA.
 
Respecto de ellos, y en términos generales, para este momento, a juzgar por cómo se continúa manifestando en este órgano de difusión, puede decirse que la misión antidiscriminatoria de la organización pareciera cristalizarse más explícitamente en dos frentes, uno vinculado a las esferas gubernamentales y los procesos de profundización de la ciudadanía y el otro vinculado a los discursos mediáticos y las representaciones culturales (cine, literatura, periodismo gráfico, telenovelas, etc.).
 
Este segundo punto es el que podría explicar la necesidad de definir una comisión interna de publicación, de la que, a juzgar por el Boletín, no tenemos registro exacto de su creación, pero que claramente cobra visibilidad cuando comienza a hacer explícita la disputa con los medios y en torno a esta tercera etapa de política editorial de la publicación (ver nota 105). De modo que el tratamiento del sida en la tarea del Boletín se configura entre esos frentes.
 
Por un lado, entonces, el sida de manera muy incipiente comienza a estar entre los tópicos de la lucha antidiscriminatoria que emprende la CHA con recursos o amparos legales, aquí frente a las situaciones de discriminación laboral, y ante los primeros casos de los que tomaron conocimiento sobre la compulsión a los testeos.
 
Es relevante destacar sobre este aspecto que se manifiesta cierta alarma ante el reconocimiento de los sentimientos de angustia y pánico que empieza a generar la propagación del sida, frente a lo que construye espacios para su canalización que irán progresivamente hacia los espacios en salud, de lo que da cuenta la sugerencia de consultar a la Academia de Medicina o la propia creación de la Comisión de Salud, que aparece en el Boletín por primera vez firmando una nota fechada en febrero de 1986 en la edición N° 11 de enero-abril de ese año.
 
113 Sobre la construcción democrática que para la CHA implicaba ubicar entre los preceptos “el libre ejercicio de la sexualidad” ver nota 111.
 
Entre el N° 10 de noviembre-diciembre de 1985 y el N° 11 de enero-abril de 1986 aparecen menciones sobre los objetivos de la organización de producir folletería y la difusión e impacto del Informe sobre SIDA que publicaron en noviembre de 1985 y que no fueron replicados como contenido del Boletín, lo que va dando cuenta de cierta toma de relevancia y autonomía que el tema está cobrando. La puesta al día de la situación posterior a ese mencionado informe es un balance epidemiológico sobre la extensión del contagio en Argentina114.
 
Registran allí datos de población con sida -sexualidad, género, franja etaria, etc.- y analizan el porcentaje con serología positiva, apareciendo por primera vez esta mención y la idea de que ellxs pudieran ser “portadores sanos”. Lo relevante, más allá de detectar allí no solo cierto lenguaje más técnico, sino un texto descriptivo con datos empíricos y estadísticos sobre la progresión de la enfermedad, las fases del contagio y la población afectada hasta ese momento en el país, es el hecho de habilitarse una serie de reflexiones en torno a la necesidad del testeo que la propia Comisión de Salud de la CHA recomienda.
 
Con esta aparición de la nueva figura de “portadores sanos”115 irrumpen las palabras precaución y prevención y la idea de asumir responsabilidades. Es interesante cómo las reflexiones, tras la enunciación de estos datos, bregan e inducen a adoptar una actitud voluntarista y a las conclusiones y decisiones personales frente al riesgo. En el juego retórico que plantean se revela muy evidente cómo se apela al in crescendo de los contagios y lo que epidemiológicamente se ignora para imantar a esas decisiones personales de responsabilidad sobre la conversión en “sujetos de riesgo”. Esa es una responsabilidad que, en los términos en los que está planteado el informe, queda supeditada a sujetos individuales en tanto posibles agentes transmisores.
 
114 Comisión de Salud; “SIDA” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 11 enero-abril 1986, pág. 8.
115 Usamos esta expresión de manera literal a como se construye en el Informe, y no intervenimos en el masculino porque claramente es un Informe que habla sobre y para “varones homosexuales”. Al respecto se puede resaltar la excepcionalidad de la única mujer que hasta noviembre de 1986 se registraba entre los datos epidemiológicos, de ella no se hace mención sobre su orientación sexual.
 
Por otro lado, vinculado a ese segundo frente antes mencionado (el de los discursos mediáticos y las representaciones culturales), el sida como tópico comienza también incipientemente a estar presente cuando se generen repudios y respuestas a los mensajes emitidos en distintos medios de comunicación, informativos y semanarios televisivos, pero sobre todo gráficos, que tal como lo hemos descrito arriba, usaban los datos tendenciosamente para la operación sensacionalista.
 
En la acción de publicar las participaciones en distintos espacios o de replicar declaraciones de organizaciones que emiten mensajes en los mismos sentidos que disputa la CHA, aparecen algunas intervenciones interesantes en el circuito del socialización cultural como en las reuniones, debates, paneles y entrevistas con la Asociación Argentina de Actores y la Comisión de Derechos Humanos del sindicato de actores, el comunicado de La Junta Promotora de Los Verdes en el que advierten el tratamiento moralizante del sida con respecto a “homosexuales, drogadictos, negros, etc. como cortina de humo para negar otras evidencias más importantes como la contaminación y el abuso de medicamentos que son causas de serios desequilibrios en el sistema inmunológico”116.
 
También en la actividad organizada por la Peña El Ombú para abordar cuestiones referidas a sida en la que Jáuregui expuso sobre las consecuencias de la discriminación en el contexto de desarrollo personal de las personas homosexuales obligándolas a mantener de ordinario una doble vida en los ámbitos laborales, familiares y sociales117.
 
116 “Los Verdes y el SIDA”, en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°8, septiembre 1985, pág. 11.
 
Respecto del lenguaje cultural, los dos números finales del Boletín se dan espacio para publicar críticas a las producciones de medios de consumo masivo, que si bien no abordan cuestiones referidas al sida cobran interés como soporte del mecanismo de elaboración de la disputa y el registro simbólico de la misma.
 
Por un lado, publican las contestaciones y alegatos que les envían a la prensa y los medios en general y que no son publicados pese a tener “valor periodístico”, privándoles el “derecho a réplica”118. Con esos términos habla sobre la toma de acciones (la de generar respuestas de contenido informativo) frente a la emisión de definiciones calumniantes (lo que amerita la réplica).
 
El interlocutor es Eroticón119, concretamente una nota de H. Doliani a quien tildan de producir un cambalache injurioso. La matriz satírica desde la cual la revista pornográfico-humorística entra al mundo del sexo no resulta gratuita a lxs miembros de la CHA, y se ubican en la tarea de la defensa solemne, aunque no sin ironías y metáforas, y que en realidad es una contraofensiva en la que le devuelven al autor los adjetivos “injuriosos”.
 
Y, paralelamente, emiten notas de opinión al respecto. Así como impugnan a la revista emisaria del “destape”, en una nota siguiente del mismo número advierten del peligro implícito en las pregonadas libertades de ese contexto cultural120. Analizan al sistema mediático que produce la circulación de los discursos del destape (precisamente mencionan a Satiricón, Eroticón, programas de TV, editoriales de novelas pornográficas, etc.) reconociéndolo como el medio de información sobre la cultura sexual más difundido de la época.
 
117 “Peña *El Ombú*”, en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°9, octubre 1985, pág. 4.
118 Ortega, Pili y Mili Gasset; “Respuesta a Eroticón” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°11, enero-abril 1986, págs. 6-7.
119 La definición del locus de enunciación de Eroticón la tomamos de Fermín Acosta y Lucas Morgan Disalvo desarrollada en “La masculinidad en la punta de sus manos. Eroticón y la configuración de los imaginarios sexuales en la década de los ochenta”. Allí interpretan a la revista “como una geografía multívoca y polifónica que se presentaba a sí misma como “satírico-sensual”, introduciendo el saber sobre el sexo de una manera carnavalesca que recogía la tradición del humor como perversión (versión desviada) y viralización de lo cotidiano, es decir, como operatoria política de multiplicación del desorden de imágenes”, pág. 217.
120 “Sobre ciertas libertades” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°11, enero - abril 1986, págs. 10-11.
 
Lo describen como una trinchera reaccionaria disfrazada, donde se agazapa el conservadurismo social121, producido por periodistas que “cómodamente instalados en su segura heterosexualidad” permiten, toleran, habilitan la visibilidad de la homosexualidad. Los sentidos que discuten son, por un lado, la construcción simbólica que se arma en torno a la constante asociación de la homosexualidad a las drogas, enfermedad y perversión. Y por otro, el hecho de que el tratamiento mediático de la sexualidad, que se jacta de liberado, aparece en el marco del entretenimiento sexual -para varones heterosexuales y, por tanto, más o menos perverso- que construye una frivolización y, entonces, la represión de la (homo)sexualidad, despojándola de la dimensión política y cívica que supone la consigna de la libración homosexual para sus militantes.
 
En este mismo sentido, Hugo Espósito en el N°12122 elabora una secuencia de actos homo-odiantes en el proceso de producción de un contenido televisivo del que forma parte, a partir de lo cual analiza el modo en que deliberadamente se selecciona y descartan los elementos de los testimonios que tienden a refutar casi involuntariamente las preconcepciones sobre la homosexualidad y/o que visibilizan las instancias de politización colectiva. Si bien la nota apunta a demostrar que si hay reacción negativa es porque se están produciendo avances en la intervención social, paralelamente demuestra que el proceso de publicidad mediática de la homosexualidad -a la que los militantes de la CHA están siendo convocados- se da en los términos de la “ideología dominante”: la asociación con la enfermedad, el valor de quienes confinan su sexualidad a lo privado, la demonización de las instancias organizativas123.
 
121 Así como los medios y la prensa del sistema generalizan entre feministas, homosexuales e izquierdistas, esta crítica como homosexuales se filia a la de las feministas y la izquierda en la denuncia al sistema opresivo-represivo y respecto de que esa “diversión” encubre una ideología retrógrada.
122 Espósito, Hugo, “Cuando ser Gay se Televisa” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 12, mayo de 1986, págs. 8-10.
 
La disputa al respecto se completa con una opinión de César Vasari (seudónimo de César Cigliutti) sobre una nota que intenta definir a la “cultura gay”124 en la que refuta la metodología para la construcción de definiciones, como al sesgo tendencioso con que se seleccionan elementos a observar, develando la construcción prejuiciosa -sentencia profética125- que no haría más que “arraigar el folklore y fijar una imagen de los homosexuales”: frívolos, consumistas y despolitizados. Conjuntamente, todos estos elementos (las notas de opinión y críticas y las reseñas de las intervenciones en los medios) posicionan como respuesta la preponderancia de la instancia política colectiva y el valor de la solemnidad y de la calidad profesional de estos varones gays miembros de la CHA.
 
123 El sentido se construye entre “Cuando ser gay se televisa” de Hugo Espósito, “TV: la homosexualidad” y en “De aquí y de allá” en la que reseñan lo que fue ese ciclo televisivo de Canal 13 con la participación de miembros de la CHA al que hace referencia Espósito y de otra emisión de un programa del mismo canal en “Lente, lupas y prismáticos” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°12, mayo 1986.
Milanesio sostiene que la crítica al destape comercial tanto de feministas como de activistas gays y lesbianas se dio mientras posicionaban a la ciudadanía sexual en el centro de la definición de democracia inclusiva. Para la autora esas disputas supusieron un destape en otro sentido: el de sus propias exposiciones a la sociedad y con ella, las de los maltratos y discriminaciones sufridas por los sectores que representaban. Milanesio, Natalia Capítulo 5: “El otro destape. Feministas, activistas gays y lesbianas y la lucha por los derechos sexuales”, págs. 179-221.
124 Vasari, César; “Otra Nota Otro Error” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°12, mayo 1986, págs. 16-17.
125 El término es la adaptación sintáctica de la que usa el autor. Nos pareció una adjetivación muy creativa para expresar todas las críticas que hacen respecto de la reproducción estereotipada de la homosexualidad, y la más implícita sobre su espectacularización, que claramente no es la que pretende representar la CHA, más asociado a un modelo de homosexualidad digna, de hombre gay de clase media, educado, viril y profesional (Milanesio, pág. 216). Cesar Vasari (seudónimo de César Cigliutti) declara responder desde la afirmación de su posición reivindicatoria y la de las dignidades que esa Nota no valoriza.
 
En concreto, el hecho de que hasta aquí el material producido y publicado específicamente sobre sida tenga una suerte de formatos de cartilla e informes epidemiológicos está dando cuenta que en estos primeros momentos el esfuerzo se canaliza en responder en el plano del lenguaje del campo de la salud, contrarrestando el malintencionado y tendencioso uso que hacen los medios, con información científica. Además de lo ya mencionado respecto del alcance que ha tenido esta misión, amerita sumar que en el reportaje a Jáuregui en el N°10 de nov-dic de 1985 aún como presidente126, reconoce como logro organizativo de la CHA, y como aporte al movimiento homosexual de Capital, haberse constituido en el punto de referencia obligado de la prensa ante temas específicos, citando la consulta masiva que se les ha solicitado en relación al “boom” del sida.
 
Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina
 
En el plano general y sobre su propia historización
 
Después de los precedentes 12 boletines, Vamos a Andar fue la siguiente publicación127 de la Comunidad Homosexual Argentina cuyo precepto declarado en su inicio era ser, fundamentalmente, el órgano de difusión de la institución.
 
126 “Reportaje al Presidente de la CHA” en Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N° 10 nov-dic 1985 págs. 12-15.
127 Esta no fue la única publicación de la organización. Además de los boletines previos, simultáneamente a Vamos a Andar se publicaron los “Boletines Informativos” semanales de una página, los “Artículo 19” (en referencia al artículo de la Constitución de la Nación Argentina tendiente a no prohibir acciones privadas que no ofendan al orden público) que eran órgano de prensa que al decir de ellos tenía buena recepción en organizaciones, partidos, etc.; y los 2 números de “Vamos a Andar MUJER”. Luego, con un año de diferencia, siguieron los 3 boletines “Vamos a Andar – con nueva numeración”. No incorporaremos una revisión en detalle de ese material porque se limitan a reseñar actividades, comunicar agenda y noticias en poquísimas páginas.
 
Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina, N°1, junio de 1986
 
Esta fue la publicación de mayor duración; sus 19 números que van de julio de 1986 a abril de 1991 cubren toda la presidencia de Alejandro Zalazar y 6 años de la historia de la institución128. Fue iniciada por quienes anteriormente publicaban el Boletín, ante la necesidad declarada de “dar un paso adelante” en función de los cambios internos a los que debiera estar sujeto un órgano de difusión y a las transformaciones que estaba atravesando la propia organización a la que representan129. Esta revista produce, por tanto, una modificación del proceso editorial respecto de su diagramación, de la ampliación de integrantes, de cantidad de páginas y de número de tirada130. No obstante, no lograron sistematicidad en la periodicidad pese a ser un objetivo explicitado constituirse en una publicación mensual independientemente de su extensión131.
 
128 Al igual que con el Boletín de la CHA, este es el modo de periodizar la publicación del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) en su índice de títulos. Del mismo modo que la anterior, la colección de Vamos a Andar es parte de ese acervo y todas las referencias hechas a lo largo de este apartado provienen de dicha consulta, la citamos aquí y nos eximimos de repetirla cada vez que hagamos referencia a los documentos allí consultados. Centro de Documentación e
Investigación de la Cultura de Izquierdas, América Lee, Vamos a Andar; disponible online en http://americalee.cedinci.org/portfolio-items/vamos-a-andar/
129 Los números finales del Boletín coinciden con la salida de la presidencia de la CHA de Carlos Jáuregui y la asunción de Alejandro Zalazar y nueva lista en su lugar. En el N° 11 Jáuregui se despide y el N° 12 se lo entrevista a Zalazar como nuevo presidente donde manifiesta “ya desde los últimos números el Boletín ha intentado transformarse en un ámbito de expresión de los grupos (…) están apareciendo opiniones que han hecho que nuestro medio de prensa deje de ser el órgano de expresión de las ideas de la CHA exclusivamente. Hay sectores donde se expresan las ideas personales y así se genera el disenso”. Esto estaría dando cuenta no sólo de una nueva política sobre el contenido de la publicación sino de un diagnóstico y objetivos de la CHA en relación con la instancia federativa de los grupos homosexuales a los que se pretendía nuclear.
Boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, N°11 enero-abril 1986, págs. 4-5 y N°12 mayo 1986, págs. 12-14 respectivamente.
130 “Nuestra voz” en Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina, N°1, junio de 1986, pág. 27.
131 En las tapas de los 2 primeros números se definían en su periodicidad como revista mensual, pese a no serlo pues el 1° es de julio y el 2° de octubre. Desde el 3° número correspondiente a noviembre de 1986 abandonan el dato paratextual, allí explican que el retraso se debió a la impostergable necesidad de responder a un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No obstante, en la sección “Nuestra Voz” del N° 4 de marzo de 1987 reafirman el objetivo sobre la periodicidad mensual.
 
Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina. N° 4 marzo 1987
 
Este dato es relevante porque será un indicador que irán evaluando en los números sucesivos a esta declaración y sobre la que explicarán esos retrasos. Obviamente juega en ello un componente económico y el vinculado al esfuerzo de construcción editorial -sobre lo que constantemente están apelando a la colaboración de la comunidad y otros grupos-, pero también aparece la necesidad de retrasar su impresión y difusión para incluir comunicados, proclamas y análisis de coyuntura de último momento sobre los cuales entienden que es fundamental generar opinión132.
 
De modo que, por un lado, trabajan sobre el criterio de periodicidad y, progresivamente, el de generar circulación por fuera de Buenos Aires, al interior del país y suscripciones internacionales, así como la posibilidad de lograr ser una revista de imprenta para 1988; todo ello va dando cuenta de la importancia que como asociación asignan a Vamos a Andar en tanto instrumento de activismo. Y, por otro lado, y quizá aún más importante al respecto, manifiestan que, independientemente de la pretendida periodicidad mensual, el contenido de la revista “satisfará primero las necesidades internas de la CHA y luego saldrá afuera”133, explicitando en el 5to número que son aquellas vinculadas a los debates sobre participación y movilización -objetivo de la asociación, sostenido en el Boletín y recogido y profundizado en las ediciones de Vamos a Andar-.
 
132 La necesidad reprogramar los números para proclamarse en las columnas de Ensayo, Opinión, Reflexión y sobre todo de las Editoriales, así como replicando los comunicados de prensa, da cuenta de la importancia que atribuyen a sucesos y acontecimientos de la política formal y su establishment, a la Iglesia en su rol en esos procesos políticos, en la moral nacional en general y de las concepciones sobre la (homo)sexualidad en particular. Ente ellos aparecen, por ejemplo, la convulsión militar de semana santa de 1987 y levantamientos sucesivos, hechos de represión en democracia, la visita del Papa, las declaraciones del Vaticano y de miembros eclesiásticos del país en ese contexto, etc., que supusieron un movimiento contrarrestante de los avances logrados en la sociedad civil. Responder con urgencia a esa vorágine propia del contexto de fragilidad de la institucionalización de la democracia manifiesta el rol que entienden que tienen en la defensa de la misma y de la comunidad dentro de ella -funciones en las que la revista produce un soporte fundamental en la generación y difusión del pensamiento al respecto-.
133 “Nuestra Voz” en Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina. N° 4 marzo 1987, pág. 4.
 
“Nuestra Voz” en Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina. N° 4 marzo 1987, pág. 4
 
Uno de los mecanismos declarados para ello es abrir sus páginas a artículos polémicos “sobre temas donde el discurso de la CHA aún no está formado”, con lo que se eximen de proponer una palabra definitiva dando lugar a “mostrar (luego dirán también elaborar) el pensamiento comunal en funcionamiento y desarrollo”134, pretendiendo generar otras ideas, a veces contrapuestas, que también serán publicadas.
 
Con esto, la revista se concibe (al menos nominalmente) como un instrumento de reflexión y acción; apelan a que la relación con sus receptorxs no sea meramente en tanto lectorxs, sino que se apropien de ella -en la posible participación en la redacción y escritura, en la colaboración del sostenimiento económico y en la difusión de su contenido- como una herramienta militante para usar en contra de la represión y la discriminación. Esto, desarrollado progresivamente a lo largo de los números, complejiza mucho la idea según la cual este es un órgano de difusión redefinido respecto del Boletín, pues el contenido producido en torno a los objetivos arriba descritos va mucho más allá del relevamiento y análisis de las acciones de la CHA y en torno a grupos afines. Van apareciendo, además de lo que continúa del Boletín y profundizando sus operaciones discursivas135, opiniones de interés general y análisis del contexto político y social con una perspectiva sexual136.
 
134 Desde el N° 1 aclaran en datos editoriales que los artículos publicados expresan la opinión de los autores y no necesariamente la de la Dirección. Es una idea que se irá explicitando en los números sucesivos. “Nuestra Voz” en Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina. N° 7 julio 1987, pág. 5.
135 Algunas columnas se replican de manera ininterrumpida en su formato, contenidos y objetivos comunicacionales; por ejemplo, “Legales” entre en los N° 5 y 12 del Boletín y en su continuación con los N° 1 y 2 de Vamos a Andar sirvió para clarificar ideas sobre temas legales relacionado con los Edictos, y en los sucesivos se amplió más allá de las recomendaciones y recursos legales administrativas. También “Internacionales”, en la que se continuó publicando, entre otras cosas, noticias y contactos con organizaciones de otros países. Paralelamente, en algunas secciones que aparecen con el mismo nombre, el ejercicio analítico-reflexivo se profundiza no solo porque sus extensiones son mayores sino porque sus sentidos se hilvanan con nuevas columnas, por ejemplo, Lentes, lupas y prismáticos acompasa su misión con Cultura, Vimos, leímos, oímos y oportunamente en Opinión, Reflexión, Ensayo, entre otras, que recogen la tarea de discutir sentidos hegemónicos reproducidos tanto en los medios como en el cine, el teatro y la literatura.
 
Asimismo, la cuestión de Derechos Humanos se cristaliza como categoría política y es instrumentalizada para construir, primero en una sección específica y luego de manera transversal, análisis sobre distintos contextos y acepciones; por ejemplo, en torno a los derechos laborales, la comunidad judía, la deuda externa y el debate por la legalización del divorcio. Paulatinamente aparecerá como herramienta para discutir las consecuencias socioeconómicas de la consolidación del proyecto neoliberal, entre los que se encuentran la salud no solo desde el acceso material la asistencia, sino también en la participación comunitaria para la construcción de los abordajes frente al unívoco discurso médico, sobre todo a partir de lo que entienden como la nueva instancia en el concepto de salud y enfermedad planteado por el sida.
 
Del mismo modo, distintos aportes van presentando posiciones y derivas en torno a una ética gay/marica que incluso llega a tener anclaje teórico. Sobre todo, desde el N° 11 de noviembre de 1988 con el que media casi un año de su número precedente137, a partir del cual se abandona el formato de las columnas y el contenido está menos apegado a la agenda de actividades de la organización.
 
136 En el N° 15 de abril de 1990, y a cuenta del sexto aniversario de la organización, en su reportaje Zalazar declara que desde diciembre de 1986 la estructura federativa cambió y la CHA fue una sola, derivando en la generación de una ideología que les permitía “observar y participar de los fenómenos sociales, políticos y económicos desde la sexualidad (…) cualquier movimiento como la CHA está proponiendo cambios en ese orden social. Y por ser nuestra sexualidad tan en poco privada, cada acontecimiento político, económico y social la afecta. Desde ese lugar es que fuimos diseñando nuestra ideología de liberación sexual”. Más allá de la potencia de la proclama en torno a la politización de la sexualidad y de la discusión de los límites entre lo público y lo privado, apelamos a la cita porque efectivamente esos términos aparecen como un orden de registro en las producciones analíticas de la revista.
“Reportaje a Alejandro Zalazar” en Vamos a Andar N° 15 de abril de 1990, págs. 9-17.
137 Marcelo Ernesto Ferreyra atribuye ese lapso al tiempo que llevó reorganizar un nuevo staff para la publicación de la revista luego de que la secretaría que la tenía a cargo se viera desarmada ante la partida de muchxs de sus miembrxs que dejaron la organización en solidaridad con Jáuregui. Repone, además, que quienes finalmente se hicieron cargo de Vamos a Andar fue el “Grupo de Acción Crítica” al cual él y Marcelo Benítez pertenecían, y cuya principal función fue cuestionar las políticas, las acciones y el verticalismo de la dirección La visión crítica que transmitía Benítez, como militante proveniente del FLH, alcanzó a la política editorial y el contenido de Vamos a Andar. El N° 11 es un homenaje a ese legado.
Ferreyra, Marcelo Ernesto. “Un encuentro entre Néstor Perlongher y Marcelo Benítez. Entrevista para el boletín Vamos a Andar” en Moléculas Malucas, junio de 2021. En el N° 12 publican una carta de un lector que celebra el susodicho giro editorial, al respecto del mismo dice: “aparece un número insospechado y valioso, con una línea divisoria entre sus contenidos que felizmente separa lo magnífico de los deplorable. Y ahí está la grandeza de esta edición (…) que deje atrás aquel discurso mediocre que se acomoda al coqueteo con algunos representantes (¿representantes?) del poder político, para hacerse cargo de la inteligencia y apertura que los destinatarios natos de la publicación (nosotros) estamos esperando”. La decisión de publicar esto forma parte de una discusión interna respecto de lxs destinatarios indirectxs de la publicación y su funcionalidad como herramienta militante y en la construcción de agenda. “Correspondencia” en Vamos a Andar, N° 12 octubre 1989, pág. 31.
 
En un promedio de la misma cantidad de páginas publican menos producciones, pero más extensas. Con un registro histórico-cultural y en su dimensión sexual, elaboran análisis conceptuales de procesos y acontecimientos políticos, ensayos sobre la construcción simbó- lica de la marginación de distintos nichos poblacionales y para el control sociosexual, reseñas bibliográficas, cinematográficas y de contextos de producción científica que funcionan como excusa para pensar genealógicamente el presente, entre otros materiales. Por ende, la publicación en sí es una intervención, puede ser entendida como un campo de acciones en tanto producción de contenido de la CHA y no solo su imagen y su reflejo138.
 
138“Nuestra Voz” en Vamos a Andar. Publicación de la Comunidad Homosexual Argentina. N° 7 julio 1987, pág. 5.
 
Respecto a la estética del diseño editorial de la revista hay algunos elementos que resultan interesantes de resaltar. Es sintomático que esta, que en principio pretendió ser una revista de imprenta, durante sus primeros 10 números -en un arco temporal de casi dos años- no se apegó a una estética tradicional (por lo general ortogonales y estructuradas en cuanto a la disposición de columnas, fotos, pies de imágenes, etc.); por el contrario, realizó un aprovechamiento más disruptivo experimental del espacio de las páginas, hubo un recurrente uso de la diagonal y del collage entre dibujos, fotos, bordes e intervención de las tipografías que hacen que tanto los cuadros que contienen textos, como los títulos y las ilustraciones no respeten márgenes y grillas preestablecidas, más bien al estilo visual de época reconocido en otro tipo de soportes gráficos. En los siguientes 9 números, se visualiza una diagramación muy diferente: desaparecen las columnas, hay menos secciones, de mayor extensión y si bien continúa el recurso de las diagonales y elementos geométricos como marcos de páginas o fondos de collages, hay una aplicación ortogonal de los textos y la mayoría de las ilustraciones, pero sobre todo, en los datos editoriales de algunos de esos números hay notas gráficas que indican en qué están basadas todas las imágenes correspondiente al número, consolidando una decisión editorial-estética sobre el uso de las ilustraciones.139
 
139 Las imágenes del N° 11 son todas ilustraciones de Marcelo Acosta (pseudónimo de Marcelo Benítez) y sus epígrafes de Néstor Perlongher; el N° 12 se referencia con el Tratado de Dibujo de Leonardo Da Vinci y los epígrafes son Máximas para mi hija de San Martín; el N° 13 está compuesto con dibujos eróticos de Pablo Picasso y epígrafes de poemas de Diana Bellessi, y la nota gráfica del N° 14 apunta La Estética Masculina en la Publicidad Gráfica. Nos detendremos sobre algunos de estos números para
observar elementos que hacen a nuestro análisis. A partir del N° 15, ese espacio para datos editoriales es utilizado para la publicación de los cargos en la Comisión Directiva de la CHA y desde el N° 16 se agrega el índice de las notas que componen el número, que como hemos dicho, a excepción de las noticias internacionales y los recursos legales, ya no se inscriben en las columnas o secciones de la serie de números previos.
 
Sobre la colección en general cabe sumar que, entre las transformaciones de edición que se produce en el paso a Vamos a Andar, esta tiene un soporte visual que en términos de producción de sentido lo dota de contenido suplementario. Por un lado, desde el principio cuando las columnas versan sobre declaraciones, acciones o tratativas políticas con funcionarios públicos, candidatos políticos o referentes institucionales, aparecen en ellas ilustraciones o fotos de las personas mencionadas, quizá como un mecanismo para reforzar la identificación personal sobre quién se arroga las referencia o responsabilidad política de los temas y hechos convocantes. El mismo criterio parece replicarse para las entrevistas a referentes culturales o del mundo del espectáculo. A los análisis políticos sobre acontecimientos del país y a las reseñas de las intervenciones de la CHA en distintas actividades y sus participaciones en las manifestaciones populares las acompañan fotografías de las mismas o alusivas.
 
Por otro lado, se incluyen en las ediciones material de campaña que la CHA va llevando a cabo: la Campaña por la derogación de la Ley de Averiguación de Antecedentes (cuyo inicio se comunica en el N° 1 de julio de 1986); Stop SIDA (anunciada en el N° 8 de septiembre de 1987 como el primer paso en esta etapa de lucha antidiscriminatoria y producto de una decisión en plenario) y la Campaña Antirazzias (situación que aparece como denuncia en el número de marzo de 1990 y que se notifica como acción en curso en el siguiente, correspondiente a abril del mismo año) que, si bien algunas contienen solamente texto, el modo en que están diseñadas y el hecho de que estén en la revista generan otro impacto para la transmisión del mensaje. Paralelamente, las columnas se componen con imágenes alusivas sobre los temas abordados, a veces en tono metafórico y satírico más o menos explícito, a veces con viñetas que versan entre el humor y el sentido pedagógico respecto de los prejuicios.
 
Además, resulta interesante que en prácticamente todos los números aparecen imágenes de desnudos, escenas sexuales y referencias homoeróticas gays y lésbicas, que acompasan los sentidos de la visibilidad, irrumpiendo en el plano de la visualidad, en torno al libre ejercicio de la sexualidad como consigna140, pero que si bien este es un elemento emergente y continuo no ocupa la centralidad como política editorial, excepto en algún número específico en el que se componen enteramente de esas referencias en función de la línea editorial de dicho número.
 
140 No pretendemos medir el grado de irrupción de ellas, en relación al contexto precedente o entre otros dispositivos contemporáneos; solo limitarnos a posicionar la función de las imágenes como nuevo elemento en torno a la constitución de los contenidos producidos en Vamos a Andar.
 
Vamos a Andar N° 11 de noviembre de 1988
 
Sobre los últimos 9 números en particular, y a propósito de la decisión explícita de estar diagramado por un criterio deliberado en lo que a sus ilustraciones respecta, se destaca por inaugural el N° 11 de noviembre de 1988 que está íntegramente compuesto por ilustraciones de Marcelo Acosta141 (pseudónimo de Marcelo Benítez).
 
Además, incorporan como novedad epígrafes a las columnas, que en este número son extractos de poemas de Néstor Perlongher quien es reporteado por el propio Acosta. Estos aportes, tanto de la poética de Perlongher142 como de Acosta143 en su rol de dibujante, dan cuenta de un interés de apelar a múltiples elementos seleccionados para proponer un ejercicio reflexivo. Todos esos elementos, entre ellos, los dibujos, el registro fotográfico, así como la intervención tipográfica, funcionan como ilustración entendiéndose como la forma gráfica de comunicar una idea, teniendo un rol deliberado y, por tanto, podrían ser leídas en su discurso propio.
 
141 Al respecto del aporte de Acosta a Vamos a Andar rescatamos un pasaje en una breve reseña de Marcelo Ferreyra en Confidencial Argentina sobre su antecedente militante en el FLH, sus fuentes de pensamiento y su trabajo interdisciplinar en el entrecruzamiento del dibujo, la pintura, la poesía y el periodismo. En ella Ferreyra resalta que “Acosta considera que la lucha se da en todos los flancos. Todo sale, desde el volante combativo al polvo furtivo debajo de una escalera, todo es revolucionario”. Confidencial Argentina, N° 7, mayo 1993, Buenos Aires, Editorial Confidencial argentina.
142 Sobre la práctica escrituraria de Perlongher y sus operaciones poéticas como intervención sexopolítica ver Gasparri, Javier (2017); Néstor Perlongher: por una política sexual. Rosario, FHUMYAR Ediciones.
143 Al momento de cerrar este trabajo no hemos encontrado referencias sobre los dibujos de Marcelo Benítez.
 
Sobre el sida como tópico dentro de los giros de la publicación
 
Respecto del tratamiento sobre sida en la publicación, aparece en su primer número en la columna sobre Derechos Humanos que se titula “Conferencia: sexualidad y discriminación laboral”144 en el repaso por los tópicos de las exposiciones realizadas en un debate en la Asociación Argentina de Actores. Según informan, la misma versó sobre machismo y homofobia en el ámbito laboral estatal y privado, en la que el sida aparece planteado por Zelmar Acevedo como una cuestión particular a partir de cuyo tratamiento la prensa aporta al sostenimiento de un sistema discriminador y represivo de la homosexualidad.
 
Campaña Derogación de Averiguación de Antecedentes, columna Legales, pág. 6 en Vamos a Andar N°1, junio de 1986
 
144 “Conferencia: sexualidad y discriminación laboral”, columna Derechos
Humanos en Vamos a Andar N°1, junio de 1986, pág. 7.
 
Y entre el N° 2 y el N° 6 -esto es, de octubre de 1986 a junio de 1987- el tema aparece con una mención en Internacionales y en las distintas columnas en las que la CHA reporta sus actividades. Allí se vislumbra la participación en conferencias y mesas de debate de espacios de distinta índole, en procesos de investigación con asociaciones de profesionales y fundaciones, en intervenciones y comunicaciones con gestores y funcionarios de salud pública, así como en las tratativas para generar y participar en dispositivos de acompañamiento que rotulan como “solidaridad con los enfermos”. Si bien no hay un contenido específico que profundice progresivamente en estos primeros números los esbozos con que se cerró el Boletín al respecto, lo que sí queda de manifiesto es que, en torno a la problemática y la urgencia que se empieza a palpitar en torno al sida, la CHA como organización, en el entramado de esas actividades, comienza a legitimarse como espacio de referencia.
 
El posicionamiento en ese lugar se va dando en el despliegue de la misión de informar y desacreditar los prejuicios y el sensacionalismo, tanto como en la tarea de brindar asesoramiento o acompañamiento a otros espacios, capacitar a sus miembrxs y replicar agentes para los nuevos campos de acciones que, diagnostican, se necesitan constituir precisamente frente a la ausencia de recursos, trabajadorxs de salud capacitadxs y esfuerzos militantes. Ello se explicita además en las publicaciones sucesivas porque, por un lado, proliferan y se ven efectivizados los acuerdos o proyectos; pero, además, con el método iniciado en el Boletín de relevar reuniones y compromisos asumidos, se encargan de deslizar disconformidades con los “olvidos intencionales” de ser invitados a ciertas actividades, expresando la expectativa de ser citada como voz ineludible.
 
En el N° 7 de julio de 1987, el tema irrumpe en primera plana. Las tapas y las editoriales de los números previos giraron casi exclusivamente en torno a repudios en contra la iglesia argentina y el Vaticano frente a los discursos moralizantes en el contexto del debate por el divorcio y la visita del Papa145, y en contra del “estado social policíaco” en que vivía el país y los artilugios que amenazaban la consolidación democrática.
 
145 La visita del Papa Juan Pablo II a Argentina en 1987 suscitó una serie de repudios en instancias coalicionistas de distintos sectores críticos. Sobre “La Marcha Pagana” y la “Comisión de Repudio al Papa” ver Cuello, Nicolás; “Club de blasfemos: sensibilidades libertarias y formas de imaginación sexual anti jerárquicas en la transición argentina.” Disponible online en:
https://www.academia.edu/40017129/Club_de_blasfemos_sensibilidades_libertarias_y_formas_de_imaginaci%C3%B3n_sexual_anti_jer%C3%A1rquicas_en_la_transici%C3%B3n_argentina
Amerita citar aquí la publicación del manifiesto firmado Jorge Gumier Maier y Enrique Symns titulado “Manifiesto contra Woijtila” en Cerdos&Peces N° 9, febrero de 1987, pág. 66. Sobre las acciones anticlericales de la CHA ver Ferreyra, Marcelo Ernesto; “Dios nos libre de estos curas” en Moléculas Malucas, marzo de 2021. Disponible online en: https://www.moleculasmalucas.com/post/dios-nos-libre-de-estos-curas.
 
Como novedad, la tapa de este número alude a la visibilidad de la enfermedad, juega con las palabras en torno a la amenaza del SIDA a la VIDA, yuxtaponiendo la consonante inicial de la primera a la segunda. Y con sus epígrafes dejan inferir que arrogan la “irresponsabilidad” a quienes en todo caso estarían haciendo un uso electoral de la situación y sentenciando explícitamente que esta enfermedad se aborda políticamente. Efectivamente, en el apartado I de la “Editorial” declama el oportunismo político de legisladorxs de acaparar la atención de los medios sobre ellos en torno a la presentación de proyectos de ley de sida.
 
Seleccionan brevísimas declaraciones de lxs legisladorxs autores con las que pueden poner de manifiesto que los objetivos de estos proyectos es disponer de una herramienta legal para el control estatal compulsivo de la población bajo pretextos sanitarios; y, en torno a la sistemática denuncia sobre la intensificación de la represión social, policial y gubernamental, el texto pronuncia que estos son proyectos irresponsables, induciendo a la conjetura respecto de que una ley con esos propósitos implícitos será instrumentada por ese aparato represivo. El tono inminente con el que se pretende asentar posición al respecto funciona como luz sobre la falacia de la buena intención política -valoración tal desde el punto de vista de una ciudadanía que comienza a estar en alerta asociada al pánico, mas no entre quienes se denomina ya “a los grupos de riesgo” en tanto no hay un interés de testear para acompañar o abordar, sino solo de “detectar”-.
 
Vamos a Andar N° 7 julio 1987
 
En este número el tratamiento del sida se limita a lo descrito, al reporte de una reunión con quien tratara entonces el sida en el Hospital Muñiz y al pequeño recuadro de Servicios de la CHA en los que se comunica el espacio para solicitar información y la puesta en marcha del grupo de colaboradores en “solidaridad con los enfermos” para acompañarlxs en los tratamientos. Sin embargo, el “Ensayo” profundiza la dimensión política de la patologización de la homosexualidad (reconocido como un discurso social “que habla a través de médicos, sicólogos, y padres y parientes y periodistas”), situando la conveniencia del poder establecido en dicha operación. Lo titula una pregunta: “¿por qué quieren que seamos enfermos?”146; los elementos tipográficos resaltan al elemento interrogativo con un subrayado -pues el texto constituye una respuesta- y al sustantivo con una gráfica resquebrajada como ilustrando fragilidad, sin embargo, en su lectura salta a la vista el verbo elegido. Se ensaya un ejercicio reflexivo con una lógica foucaultiana respecto de pensar el alcance subjetivante de la asunción del diagnóstico (que se acompasa con una imagen sobre la hipervigilancia médica y otra sobre la clausura del sexo entre varones); y además posiciona una doble acepción del mecanismo disciplinante: represiva o paternalista147.
 
146 Hugo Espósito; “¿Por qué quieren que seamos enfermos?”, sección Ensayo en Vamos a Andar N° 7 julio 1987, págs. 14-18.
147 Esos elementos analíticos serán aplicados por Rafael Freda en el número siguiente cuando reflexione sobre los términos en que se manifiesta la homofobia de los dos candidatos de los partidos mayoritarios a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
 
       
Hugo Espósito; “¿Por qué quieren que seamos enfermos?”, sección Ensayo en Vamos a Andar N° 7 julio 1987, págs. 14-18
 
Ambas igualmente homofóbicas porque en la lógica paciente-mé- dico el primero queda incapacitado, inhabilitado y, por tanto, vetado de su responsabilidad del ejercicio de la libertad.
 
Con artículos de números sucesivos se arma un entramado conceptual que va complementando y profundizando este planteo que asume al poder como norma sexual. Se elabora la idea de que la norma sexual instrumentaliza a la homosexualidad como un ejercicio ejemplarizante148, para extenderse al completo de la sociedad.
 
148 La idea del adoctrinamiento moral mediante la ejemplarización con la vejación del cuerpo homosexual es uno de los tópicos con los que se inició el Boletín en su denuncia al proceso represivo dictatorial inmediato. En la serie de números a la que nos referimos aquí aparece explicitada la idea de un disciplinamiento socio-sexual de toda la población en los términos de la biopolítica y con elementos de “La Voluntad del Saber” ubicando entonces la “psiquiatrización del placer perverso” en su funcionalidad gubernamental. En los últimos números, la operación se desarrolla poniendo en el eje a lxs marginadxs socioeconómicos como consecuencia del avance del neoliberalismo, con quienes la policía y las fuerzas como Gendarmería Nacional prueban la represión para luego extenderla al resto de la sociedad. Allí, la homosexualidad es homologada a la marginación que sufren prostitutas, viejxs, pobres, sin techo, jóvenes, judíos, poblaciones racializadas en función de su etnia o nacionalidad, etc.
 
Los artículos van aportando elementos para describir que el disciplinamiento sexual como efecto de dicha norma está montado sobre preceptos éticos, morales e ideas judeocristianas, en un continuum con los marcos legales en que se dan los proyectos gubernamentales, y que se conjugan con distintos saberes hegemónicos (la medicina, el psicoanálisis, la psiquiatría149, la pedagogía). A su vez, van develando el arrastre de un paradigma sobre otro (concretamente, los preceptos morales de la religión a la ciencia médica), exponiendo los conceptos que se forjan como “tecnologías clasificatorias” y las instituciones que las administran150.
 
Hugo Espósito; “¿Por qué quieren que seamos enfermos?”, sección Ensayo en Vamos a Andar N° 7 julio 1987, págs. 14-18
 
149 En la columna de opinión del N° 8, sitúa la respuesta de Freud de 1935 a la madre que consultaba por su hijo. La concepción sobre la homosexualidad es entendida como un salto cualitativo, aunque aún encorsetado por “la moral sexual victoriana y la necesidad de explicar todo científicamente”. Sin embargo, la recurrencia a Freud le posibilita al autor del texto denunciar a la psiquiatría argentina por seguir diagnosticando como enfermedad, en connivencia con la religiosa o por temor a las reacciones de la iglesia como institución. “La última jugada del maestro Freud” en Vamos a Andar, N° 8 septiembre 1987, págs. 34 a 36.
150 En otra Opinión/Ensayo del N° 9, Marcelo Benítez analiza cómo se fueron construyendo los pares conceptuales santo -puro - bueno - salud / pecador – impuro - malo - enfermedad, y, por supuesto su carga valorativa. El autor entiende a estas estructuras conceptuales como tecnologías clasificatorias del poder, administradas por las instituciones que consecutivamente tuvieran la legitimidad de su ejercicio.
Con ello devela los mecanismos por los cuales la homosexualidad, asociada al par negativo, es confinada al castigo y la sanción. “Homosexuales, enfermos, pecadores” en Vamos a Andar, N° 9 octubre 1987, págs. 35-38.
 
Marcelo Benítez; “Homosexuales, enfermos, pecadores” en Vamos a Andar, N° 9 octubre 1987, págs. 35-38
 
Historizan los conceptos diseñados para clasificar a las prácticas homosexuales en función de ser sancionadas151. En esas intervenciones revelan argumentalmente el carácter moral del abordaje médico -denunciada como una praxis ideológica- y el carácter político en definir a la homosexualidad como enfermedad.152
 
Pero volviendo al artículo del N° 7 -”¿por qué quieren que seamos enfermos?”-, si nos interesa resaltarlo en particular no es solo porque profundiza la politización de la enfermedad precisamente cuando se empieza a plantear la responsabilidad política en torno al SIDA, sino también porque recoge resonancias previas y deja planteado un piso en cuyos términos se da además la exploración sobre los sentidos de la movilización, la organización y la identidad que atravesará los 19 números que componen la publicación.
 
151 En la columna Opinión del N° 9 analiza la represión sexual en el contexto político del siglo XX, haciendo mayor hincapié en los gobiernos argentinos. Analiza cómo, en cada período, según los preceptos políticos-ideológicos, los proyectos gubernamentales apelaron a distintas figuras o instrumentos legales para criminalizar y perseguir a homosexuales. “Los nazis de siempre” en Vamos a Andar, N°9; págs. 28-32. En la otra columna Opinión/Ensayo del mismo número arriba citado, Benítez historiza también los discursos hegemónicos y sus mecanismos normalizadores. “Homosexuales, enfermos, pecadores” en Vamos a Andar, N° 9 octubre 1987, págs. 35-38.
152 Para Benítez, aplicar el concepto de enfermedad a los homosexuales constituye “un hecho puramente político (porque está) destinado al sometimiento de una población (…) destinada a someter a una parte de la población y ponerla bajo control”, ídem, pág. 38.
 
Vamos a Andar, N° 8 septiembre 1987
 
Específicamente, se suman una serie de elementos en el siguiente N° 8 que conjugados en perspectiva resultan sintomáticos. Aquel pálpito previamente mencionado en el primer segmento de números descritos se efectiviza con fuerza de golpe en esta edición. Esta segunda tapa consecutiva alusiva al sida pone en la palestra la profilaxis -concretamente un preservativo en mano-, arma una serie discursiva entre un sujeto plural interpelado -“¿qué hacemos?”- y una individualidad a la que se arroga la responsabilidad de asumir lo que aparece y se posiciona como respuesta indiscutible -“sexo seguro: vos decidís”-. La “Editorial”153 se inicia con la declaración de que el sida es un arma esgrimida por el poder, presentando en modo retórico posibles posiciones frente al contagio en la presunción implícita del deseo de sobrevivencia: entre la abstinencia sexual y el “libre ejercicio de la sexualidad sin precauciones” -enunciado que explicita al encuentro sexual entre las prácticas del ejercicio; o bien, usando la consigna de la organización en los ya 3 años de publicaciones como sinónimo de encuentro sexual; una observación que quizá resulte obvia, pero que amerita resaltar en tanto aparecía asociada casi exclusivamente a la represión social y persecución policial gay argentina en el ámbito de la sociabilidad154.
 
Frente al planteo, la vía que abre o propone la CHA es la de la erotización del preservativo: única profilaxis que permite continuar con el contacto sexual corporal. Se propone un proceso de incorporación a las prácticas sexuales en las que paulatinamente se desmonte su connotación farmacológica, cambiando las costumbres sexuales, pero manteniendo firme “el libre ejercicio de la sexualidad que nos da razón de ser”, ¿a la CHA cómo organización en tanto este es un precepto fundacional?, ¿a lxs individuxs que decidan practicar sexo seguro y no perecer en los encuentros frente al inminente contagio?
 
La “Editorial” cierra arrogando la decisión a lx interlocutorx en primera persona, apelando a la inalienabilidad de su derecho individual. No está del todo explícito aquí, pero a lo largo del material publicado y sobre la plataforma ya instalada de que el sida es el arma del poder instalada mediante el miedo y sostenida por la publicidad sensacionalista para vetar el desarrollo de las prácticas y los encuentros homosexuales, puede conjeturarse que lo que se denomina sexo seguro -¿la incorporación del preservativo?- se posicionará, en un sentido, como un arma de resistencia, de autopreservación, frente a la amenaza sistémica y cuerpo a cuerpo, convocando al cuidado de la salud como una acción militante.
 
153 “Editorial”, en Vamos a Andar, N°8 septiembre 1987, págs. 3-4.
154 Cuando presenten Stop SIDA como la “nueva campaña de la CHA”, harán alusión
a dejar de concentrar los esfuerzos de la Asociación en la campaña de libre ejercicio de la sexualidad. Vimos anteriormente que esa campaña que tenía en marcha era por la derogación de la Ley de Averiguación de Antecedentes. No estamos asumiendo que hacen un uso literal, pero el modo en que se refieren al foco concreto en el que accionan permite reforzar la idea de que cuando en la publicación se referían de manera genérica al libre ejercicio de la sexualidad aludían a abolir los mecanismos legales represivos que vetaban la vivencia de la sexualidad en términos de sociabilidad en el espacio público. Veremos luego cómo, en determinado contexto de acciones en sida, se vira explícitamente la ecuación a las prácticas sexuales.
 
El tono explícitamente interpelante en el texto y la ilustración de esta tapa enmarcan el anuncio de la redefinición de las prioridades de los esfuerzos de la organización. Enuncian la decisión tajante de centrarse en temas relacionados con el sida y la discriminación en función de la lectura del contexto político en el que la epidemia llega a Argentina: ausencia de estructura sanitaria capaz de contenerla, ausencia de presupuesto para investigación científica que otorgue información y respuestas, y la publicidad sensacionalista en su oportunismo ante lo que los elementos previamente posicionados podrían sanear.
 
La organización abre una nueva etapa en la lucha antidiscriminatoria; recogiendo el diagnóstico y la situación en la que se encuentra la sociedad argentina y su sistema político frente a lo que han impulsado la militancia, detectan prospectivamente cuáles serán los nuevos nichos y modalidades en que se reconfigurará la discriminación en torno al sida. Como organización, delimitan concretamente el campo de acción y presenta la campaña Stop SIDA155 como respuesta a su comunidad en ese panorama.
 
155 Stop SIDA funciona como marco de acciones que la CHA abrió en varios frentes entre las que se encuentran la folletería y otro material informativo, algunos de los cuales aparecen publicados en la revista. En cierto sentido la publicación va dando cuenta de ello por la información que aparece en la agenda de actividades.
 
Vamos a Andar, N° 8 septiembre 1987, pág. 56
 
Y su eco en Vamos a Andar no se demora, al anoticiamiento de sus interlocutorxs sobre este viraje, sigue una cartilla informativa de la Comisión de Salud con el sello de la campaña sobre el test seroló- gico, su diferencia con el desarrollo del síndrome, remarcando lo que aún “no se sabe” -científicamente-. Apuntando a la certeza de lo que una prueba positiva no confirma, problematizan la conveniencia de testearse compulsivamente sin prescripción médica. Se ancla nuevamente sobre la importancia de la protección como única certeza.
 
En las entradas de los números siguientes el tema está apegado a la agenda de acciones y a las intervenciones concretas que la CHA realiza en determinados ámbitos al calor de las reacciones que suscita esto que denominan “la histeria del sida” producto del sensacionalismo mediático. Entre ellas aparece el seguimiento de la participación sobre un caso del Borda156. Frente al traslado de un paciente con un test VIH positivo, la CHA en su intervención y en los análisis del caso concreto devela el entramado de las responsabilidades políticas que permean no sólo los derechos de lxs internxs y la intersección entre sida y salud mental, sino además los de lxs trabajadorxs de la salud que estaban en situación de alerta y huelga ante el sistema deficitario de recursos materiales y disciplinares requeridos “para el tratamiento y cuidado de condiciones terapéuticas específicas” -situación denunciada luego por trabajadorxs de otros hospitales-.
 
Pero paralelamente dan cuenta de la tergiversación que producen los medios titulando “Huelga contra un enfermo de SIDA” respecto del reclamo de trabajadores, que la CHA entiende legítima y comprometida. La operación mediática denunciada en estas columnas de Vamos a Andar se suma a los argumentos posicionados hasta el cansancio respecto de que los medios son, no el cuarto poder, sino “esclavos del sistema”, la prensa es “sierva del poder”, en la tarea de sostener la marginación157.
 
156 “El SIDA, los gremios y el sistema” sección Salud, en Vamos a Andar N°9 octubre 1987 págs. 12-15.
157 “Prensa y prejuicios. A los gays se los usa de cortina de humo” en Vamos a Andar N°9 octubre 1987, pág. 24.
 
Pero paralelamente, también proclaman que la sociedad se encuentra por delante de su inmadura dirigencia política, una idea que esbozan ante otras situaciones de violencia institucional y declaraciones homo-odiantes frente a las que las organizaciones llevan los reclamos al Estado y sanean sus consecuencias en instancias de respuestas comunitarias. En este caso concreto el hecho radica en las actividades que la CHA organiza con ATE y UPCN ante la iniciativa de “abrir sus puertas al conocimiento y batallar contra la desinformación y el miedo” y generar herramientas para con sus afiliadxs, pero también en sus instituciones de pertenencias. Esto, en eco con el relevamiento de las actividades al respecto posibilita decir que el sida se vuelve un vector con el que, en términos de la Asociación, pueden permean transversalmente espacios institucionales trabajando en sus nichos específicos: discriminación laboral, apoyo a familiares, sexualidad, salud sexual, cuidado de la niñez, etc.
 
El sida para la “Acción Crítica” editorial
 
Tal como lo hemos mencionado en los apartados anteriores, promediando casi un año de discontinuidad entre las publicaciones a partir del N° 11 se abre una nueva serie con el giro en su diagramación editorial. Ese bache aporta claridad para detectar algunas variaciones en torno al tratamiento y concepción del tema.
 
El gran emergente es el reportaje que Marcelo Acosta le realiza a Néstor Perlongher158, el cual, mientras funciona como una posición política frente a las discusiones internas de la organización, permite además relevar argumentos sobre los sentidos definidos arriba respecto de la concepción sobre las acciones asociativas.
 
158 Marcelo Acosta; “Reportaje a Néstor Perlongher” en Vamos a Andar N° 11 de noviembre de 1988, págs. 4-11.
 
En la entrevista, el autor de El fantasma del SIDA y en ocasión de su reciente aparición en Argentina vuelve a asentar su concepción sobre las organizaciones en torno a la política de la identidad y en coherencia con ello explaya una de sus ideas del mencionado libro respecto de la cual el sida -sus discursos y poderes asociados- funciona como “dispositivo de modelización, de cierta evolución histórica de las prácticas corporales y de las homosexualidades en general”; y que las campañas de sida, en cierto sentido, apuntan a un nuevo modelo de relación con el cuerpo y de domesticación del deseo empezando a pasar por “el severo filtro de una conciencia vigilante y egocéntrica”.
 
Independientemente de la decisión de dar lugar a la voz díscola de Perlongher -cuando ya había tenido expresiones de disenso respecto de la CHA- y de su crítica concreta respecto de las acciones en sida, nos interesa traer a colación un pasaje de las respuestas que el reportaje suscitó, publicadas en los números siguientes porque visibiliza el debate que se abre en torno a las estrategias de los “grupos de identidad homosexual”159 en este contexto de emergencia. La correspondencia publicada en el N° 12 de octubre de 1989160 dirigida concretamente a responder a Perlongher destaca que “la acción de los militantes ayudó también a imponer políticamente a la homosexualidad.
 
Con el advenimiento del SIDA ha sido de crucial importancia pues, a pesar de la persistencia generalizada de prejuicios entre médicos y otros profesionales del área de la salud, los programas oficiales sobre el SIDA han sido obligados a reconocer la necesidad de coexistencia con el comportamiento homosexual y a respetar los derechos de ciudadanía de sus practicantes”. Nos resulta ilustrativo el argumento -ejemplificado con la especificidad en el campo de la salud- sobre la misión que entienden que tienen lxs militantes de asociaciones como la CHA y sobre lo que se pone de manifiesto en Vamos a Andar respecto del discurso que arman entre los análisis -que funcionan como diagnósticos de situación- y las consecuentes posiciones y acciones que elaboran en el marco de sus objetivos de intervención en el entramado social.
 
159 Para un recorrido sobre la relación polémica entre Perlongher y la CHA, y una propuesta de tratamiento crítico de las disputas del activismo argentino en los años 80 ver Gasparri, Javier, “Néstor Perlongher en El Porteño. De Evita a la CHA” en Falconí Trávez, Diego (ed.) (2018); Inflexión marica. Escrituras del descalabro gay en América Latina, Barcelona, Madrid, Editorial Egales.
160 “Correspondencia” en Vamos a Andar N°12, octubre de 1989, págs. 29-31.
 
Retomando los giros en el tratamiento del sida en esta serie de números que van del N° 11 de noviembre 1988 al N° 19 de abril de 1991 detectamos algunas condiciones más generales que pueden enmarcarse en estos nuevos elementos.
 
Una de ellas tiene que ver con que se produce una redefinición de los objetivos de la CHA, nos referimos aquí al de crear ámbitos multidisciplinarios para difundir e investigar lo referente a la homosexualidad. Y también definen una nueva estructura organizacional que les permitiera desarrollar actividades para sostener el interés de militantes -tras un diagnóstico de incremento del individualismo161-. Podemos inferir que ese es el plano en el que se enmarca la basta cantidad de material publicado en estos números respecto de la sexualidad y de los dispositivos de control sexual desplegados históricamente, y también los mecanismos de sostenimiento y reproducción en la actualidad162 sobre las identidades homosexuales.
 
161 Marcelo Acosta entrevista a Rafael Freda en el número 13 de diciembre de 1989 en ocasión de ser elegido vicepresidente de la CHA en las elecciones de julio de ese año. Allí declara que 1989 ha sido un año de baja participación dado el contexto de creciente individualismo, lo que determinó las elecciones y redefiniciones de la organización.
162 Citamos los títulos de algunos de ellos a los fines de aproximar ilustrativamente a qué refieren esos textos. En el N° 12 Marcelo Acosta escribe “La Hipótesis Represiva. Las técnicas sutiles de la discriminación”. En el N° 13 Freda publica “Identidad, Homosexualidad y Discriminación” en la que también se responde a Perlongher. En el N° 14 la “Alegoría de los no diestros” imagina el SIMA (Síndrome de Inmovilización Manual Adquirida) como metáfora del proceso de liberación y la paralela y progresiva ghettización como nicho de consumo que funciona para parodiar el mecanismo acreditativo de valores negativos a una población creada, paradójicamente, a los fines de su disciplinamiento. Este texto literariamente es interesante respecto de la incorporación de contenido poético en esta serie de números, no solo por sus epígrafes y publicaciones de poemas, sino también porque se lanza a imaginar mundos posibles. En el 15 “Derechos de minoría” y “Control social y represión” entre otros; y en esa proporción, en los siguientes números.
 
Rafael Freda; “Identidad, Homosexualidad y Discriminación” en Vamos a Andar, N° 13, diciembre de 1989
 
Con estos se posiciona el disciplinamiento sexual como sistémico, hacia el conjunto de la sociedad, frente a las pautas de comportamiento del modelo de la “heterosexualidad procreativa”. Estas ideas, paralelamente, generan análisis sobre los mecanismos de construcción de la homosexualidad como “minoría”, y con el mismo ejercicio dan visibilidad a otros grupos poblacionales igualmente marginados163 (ver nota 148); es decir, un discurso amplio sobre el adoctrinamiento que permite generar movilización entre lxs discriminadxs sexuales y en vinculación con otros sectores sociales. Este último elemento lo entendemos como eco y ratificación de esa nueva estructura participativa y de ese interés cada vez más manifiesto de entrelazar lazos con todo el entramado social (a este interés se vincula el objetivo de trabajar por la plena vigencia de los derechos humanos, pero sobre ello trabajaremos luego).
 
La resonancia respecto del tratamiento del sida radica en que posicionan la necesidad de un abordaje desde una óptica social y multidisciplinaria. Ello se manifiesta en esos textos que profundizan transversalmente la dimensión política de la enfermedad y revelan cómo los mecanismos de disciplinamiento se potencian ante la asociación del sida a la homosexualidad, siendo instrumentado para desarrollar nuevas formas de discriminación. Repondremos algunos textos más exponentes como posibilidad para pensar los sentidos entrelazados y observar elementos emergentes.
 
163 En ocasión de reseñar la participación de la CHA en el 4to Congreso Uruguayo de Sexología Homofobia, reponen la idea planteada allí por su presidente según la cual sostienen que la “homofobia, el racismo y todas las formas de marginación son formas de control social (por lo que) la lucha no puede ser aislada sino parte de una acción totalizadora” Rafael Freda; Congreso Uruguayo de Sexología. “Nos negamos a vender nuestra libertad sexual al bajo precio de la seguridad” en Vamos a Andar, N° 13, diciembre de 1989, pág. 18-19.
 
Marcelo Acosta; “Medicina, SIDA y Poder” en Vamos a Andar N°13 diciembre de 1989, págs. 20-24
 
En el N° 13 Marcelo Acosta publica “Medicina, SIDA y Poder”164. Dispara un análisis desde “El teatro y la peste” de Antonín Artaud en el que se refiere a la peste como un “desborde ilimitado de las pasiones humanas”165. Como homologación a las imágenes medievales describe que la noticia de la existencia de la epidemia del sida “ha despertado en la población los más sorprendentes controles, las más sutiles vigilancias. (…) creando a su paso un escenario desolado: los habitantes de las ciudades más afectadas condenan a la clandestinidad, el disimulo y la discriminación a las personas consideradas expuestas por los médicos, las cuales corren el riesgo de ser despedidas de sus empleos y desalojadas de sus viviendas”.
 
Aquí también se apela al desarrollo histórico de Foucault respecto del poder médico en la creación de “la enfermedad” y su contribución a “administrar los ilegalismos”. El texto se extiende en la construcción de la figura del “degenerado” y su funcionalidad sistémica -con los discursos asociados para la instrumentalización del control-, posicionando conceptos análogos en el siglo XX sobre los que vaticina las mismas consecuencias temibles: “población de riesgo” -develando con ello cómo la medicina señala a un conjunto de personas sobre las cuales caen todos los controles y todas las vigilancia- y “enfermedad de interés social”. Sobre este concepto se detecta un nuevo elemento. El autor plantea que en esa elevación del interés de la enfermedad se produce una captación total del cuerpo afectado por parte del Estado, “quien puede trasladarlo, encerrarlo, custodiarlo, experimentar sobre él, introducirle cualquier sustancia (muchas veces altamente perjudiciales como el AZT)”.
 
164 Marcelo Acosta; “Medicina, SIDA y Poder” en Vamos a Andar N°13 diciembre de 1989, págs. 20-24.
165 Previamente, en el N° 11 se publica “Perrault, Cenicienta, Caperucita, el lobo y el SIDA”. Aquí, también se apela a las imágenes creada por la literatura tal como lo hace Acosta con “El teatro y la peste” y se alude al ejercicio metafórico como lo hace la alegoría mencionada en la cita previa para develar los mecanismos represivos desplegados por los discursos en torno al SIDA. En este caso, la analogía pasa por explicar la moraleja de los cuentos infantiles y su acción pedagógica disciplinante a partir del miedo y del peligro de muerte; la popularidad de los cuentos se compara con la influencia social de los medios incluso para instalar ideas sobre el sida no
comprobadas o desmentidas por estudios científicos -que el propio autor plantea en el texto- que funcionan para sostener -aquí también mediante el pánico- las recomendaciones de abstinencia.
 
Con esta primera mención de la terapia se produce la entrada de la farmacología a la teoría política sobre el control. Pero aún más, el análisis le posibilita, entonces, plantear una sospecha sobre las campañas de prevención respecto de que no tengan otros fines que los médicos, esto es, encauzar a ese conjunto de personas dentro de nuevos códigos morales, “el concepto de población en riesgo, pues, en realidad permite prevenir otras cosas: ciertas libertades, ciertas innovaciones, ciertas prácticas […] Bajo la excusa de la prevención, se ha logrado una completa visualización del estilo de vida homosexual y se encausan sus preferencias hacia el ‘sexo sin riesgo’ que no es más que el sexo que quieren los médicos”166.
 
Y, entonces, sitúa al lugar de quien padece esta “enfermedad de interés social”: “El interesado pierde toda capacidad de decisión sobre sus propios actos y se ve obligado a mantener en todo momento una conducta de sometimiento y obediencia incondicionales a riesgo de soportar los contables castigos (vigilancia policial, pérdida de la patria potestad, encierro en los límites del hospital, etc.)”. Con esto último se recogen los sentidos planteados en el ensayo “¿Por qué quieren que seamos enfermos?” del N° 8. Allí se despliega la operación respecto de la cual la patologización neutraliza al “enfermo” en tanto su derecho pasa por estar eximido de responsabilidad y, por tanto, de la responsabilidad de ejercer la libertad; aquella vez versan sobre la homosexualidad, aquí avanzan sobre el sida.
 
En “Salud y Participación. Un hospital que agoniza”167 -un título que también da cuenta del objetivo de la CHA de fomentar la movilización política- se parte precisamente de la idea de que “el SIDA ha planteado una nueva instancia en el concepto de salud y enfermedad en el mundo”.
 
166 Tal como los hemos vinculado en el capítulo 1, no sorprende que estos términos tan
similares a los de Perlongher en el reportaje sean planteados precisamente Benítez, quien
lo trae a Vamos a Andar en esa entrevista y quien fuera también miembro del FLH.
167 “Salud y Participación. Un hospital que agoniza” en Vamos a Andar N° 16, juniojulio 1990, págs. 21-23.
 
Este artículo, que en principio apunta a denunciar la desidia del sistema sanitario, alienta a la necesaria generación de una demanda comunitaria no solo para el acceso material, sino también para disputar la construcción de salud desde la agencia del enfermo; este es el elemento que lo vincula con el párrafo anterior avanzando sobre ese planteo. Se vuelve a posicionar que, frente a la pretendida y legitimada hegemonía del discurso sanitario todopoderoso respecto del cual todo el saber reside unívocamente allí, el “paciente” no participa de la construcción de su salud. Sin embargo, al mostrar sus falencias frente al sida obliga a las poblaciones implicadas a reponer procesos de participación activa en la construcción de la salud.
 
Este, en principio, es un análisis de las condiciones materiales; lo que agoniza es la infraestructura del sistema sanitario; pero también da lugar a una crítica en el plano del poder, ante la ausencia de respuestas de quien legítimamente debería darlas, lo que se resquebraja es la omnipotencia del sistema médico y allí emerge la necesidad y la posibilidad de la injerencia de otra posición de quienes deben exigir participar en la producción de salud dentro del sistema institucional y de manera individual en el plano de la vida cotidiana, posicionando disputas en el plano de la producción del saber, de las definiciones sobre salud y en la administración de la misma.
 
Está claro que no estamos tras el relevamiento de las actividades de la CHA como organización, sin embargo, para profundizar el entendimiento de la óptica social y multidisciplinaria del abordaje del sida, hay que hacer mención también a las actividades interinstitucionales y multisectoriales que van proveyendo una visión amplia, porque algunos eventos son detalladamente descritos, y a veces analizados, generando un contenido para ser publicado en Vamos a Andar, más allá de la agenda.
 
Rafael Freda; "Encuentro sobre la problempatica social del SIDA" en Vamos a Andar, N° 13, diciembre de 1989, págs. 14-15
 
Es el caso del I Encuentro sobre la problemática social del Sida realizado el 22 y 23 de julio de 1989168 organizado por la CHA, en el que se mencionan los objetivos del encuentro, los espacios participantes, los talleres en cuya numeración se da cuenta de la transversalidad del tema, la presentación de políticas públicas y de organismos activistas en VIH-SIDA. También el II Encuentro por la Problemática Social del SIDA y el I Encuentro de ONGs del Cono Sur realizado el 6, 7 y 8 de julio 1990 esta vez organizado por una Mesa Coordinadora de ONGs169 que trabajaban en la “lucha contra el sida” de la que participaba la CHA170, de este evento se agrega la información de participación de referentes de provincias y países latinoamericanos. Estos aspectos pueden verse además en los análisis de los encuentros internacionales171. Pero aún más, Stop SIDA como tema abordado en la publicación produce un gran aporte sobre lo que estamos plantando. Un reporte en el N°15172 lo define como por programa integral de solidaridad y prevención ante el silencio oficial, el aumento de casos de discriminación y la inoperancia de las autoridades sanitarias para encarar una campaña preventiva de carácter masivo y de contenido popular.
 
168 “Encuentro sobre la problemática social del SIDA” en Vamos a Andar N° 13, diciembre de 1989, págs. 14-15.
169 Queda a las claras que para entonces ya hay una consolidación de estos espacios intermedios de la sociedad civil entre los que se nomencla a la CHA. Para el análisis sobre el contexto de emergencia de las ONGs en el campo de la salud y en especial en torno a VIH-SIDA ver Biagini, Graciela (2009); Sociedad Civil y VIH SIDA ¿De la acción colectiva a la fragmentación de intereses?, Buenos Aires, Paidós.
170 “Encuentro sobre SIDA”, Vamos a Andar N° 18, noviembre-diciembre 1990,
págs. 20-21.
171 La columna Internacionales es una de las constantes y con continuidad entre ambas publicaciones, llegando incluso a desdoblarse en varios segmentos. En ellas pueden verse las estrategias de conexión transnacional, así como su pretensión de referencia regional y la incorporación a la ILGA. Respecto del sida, esta columna puede entenderse en su funcionalidad como termómetro sobre la “histeria del SIDA” y las acciones persecutorias, así como sobre las acciones encauzadas por organizaciones, organismo y gobiernos de otras regiones.
172 “Campaña Stop SIDA” en Vamos a Andar N° 15, abril de 1990, págs. 47-49.
 
Describen entonces, que como organización han tomado la tarea de colaborar en infraestructura sanitaria, implementar apoyo terapéutico, servicios de información y legal -agregando al ya existente para discriminación y represión, un área sobre sida-, cuyos destinatarios son lxs enfermxs de sida, tanto homosexuales como los que no lo eran. En la sucesión de publicación de agenda las actividades en el marco de la campaña toman una relevancia numéricamente notable y Stop SIDA es citada constantemente como una acción que eyectó a la CHA a su reconocimiento entre distintas organizaciones e instituciones y la sociedad civil en general en todo el país, así como a una presencia entre países de América y con la ILGA.
 
“Campaña Stop SIDA” en Vamos a Andar N° 15, abril de 1990, págs. 47-49
 
“Campaña Stop SIDA” en Vamos a Andar N° 15, abril de 1990, págs. 47-49
 
Pero independientemente de la efectivización y el alcance de las acciones, como de la mención constante de los vínculos que se estrechan, el hecho de que exista un informe en este número especial en ocasión de los 6 años de la organización, y que tanto la definición de sus objetivos como la descripción de sus acciones esté dado en los términos en los que se fueron gestando los preceptos fundacionales de la CHA, da cuenta de la amplitud y la transversalidad con la que pretenden dar relevancia y posicionar el abordaje del tema173. No obviamos que desde este registro aparece la dinámica más oenegeísta, pero como material producido y publicado dota de sustancialidad temática al resto del contenido de la revista.
 
173 Este punto sobre lo que se monta en torno a Stop SIDA -los vínculos, las acciones intersectoriales y la continua citación en Vamos a Andar- también puede ser un elemento para pensar en la referencia política que construye la CHA como organización, pero ese interrogante excede nuestros intereses; solo traemos lo que genera como contenido publicable y nos ocupamos de los sentidos que su recopilación material puede estar abonando a los sentidos sobre vih-sida.
 
Entonces, esta visión amplia -dijimos en palabras de autoridades de la CHA, social y multidisciplinaria- se va abonando y entrelazando entre análisis teórico-conceptuales y el relevamiento de las intervenciones o relaciones institucionales de amplio espectro, quedando manifiestas en Vamos a Andar.
 
Otra de esas condiciones generales que mencionamos al comienzo del apartado tiene que ver con la insistente ratificación de la CHA como “un organismo de derechos humanos especializado en sexualidad”174 manifiesto en otro de sus objetivos definidos en 1989 que consistía en la plena vigencia de estos, entendiéndolos como la garantía para dejar de ser ciudadanos de segunda175. Aquí también, como lo anunciamos arriba, puede haber un lenguaje común que le permitió a la CHA -sobre todo en contexto de profundización neoliberal- aunarse a otros colectivos; esta puede ser una plataforma para pensar sus vínculos con otras organizaciones, su interés de sostener intervenciones en todo el entramado social y la construcción de su referencia política; pero nos limitaremos, a riesgo de sesgar la potencia de los artículos, a recoger aquello que nos revelen los sentidos con los que acceden al tratamiento del vih-sida.
 
Y en este plano posicionamos que la cuestión de los derechos humanos en la acepción que la CHA le da como defensa de la vida y vinculada al libre ejercicio de la sexualidad ahora, como se puede conjeturar, está permeada por el sida. En ocasión del 6to aniversario de la CHA, la Editorial del N°15 de abril de 1990176 puntualiza como logro propio el hecho de que frente a la “histeria del sida” pudieron ordenar un discurso “desde la perspectiva de la problemática social y de los derechos humanos de los enfermos (más allá de que sean o no homosexuales)”.
 
174 “Editorial” Vamos a Andar N° 18, noviembre-diciembre 1990, págs. 3-4
175 En la entrevista a Zalazar puede inferirse que hay una tensión en torno al entendimiento de los Derechos Humanos como marco de demanda al Estado, en la que se ubica a cierto sector se quedó atrapado en lo que sucedió en un período de la Historia Argentina y hay otro sector al que pertenece la CHA que reconoce lo que sucedió en 50 años de violaciones a los más elementales derechos humanos (…) y que lo relacionamos directamente con lo que nos pasa hoy-. “Reportaje a Alejandro Zalazar” en Vamos a Andar N° 15, abril 1990, págs. 9-17
176 “Editorial” en Vamos a Andar N° 15, abril 1990, págs. 2-3.
 
La CHA evalúa que, en esa Argentina, en la que evidentemente no está garantizada la vida, no podía ser otra cosa que un organismo de derechos humanos, en pos de la defensa de la vida. En tanto el pánico social que generó el sida se volvió genocida177 las acciones al respecto -la Campaña Stop SIDA en concreto- se posicionan como actos para contrarrestar las peores injusticias que puedan sufrir. Entienden que todo acto de discriminación cercena el libre ejercicio de la sexualidad -el pleno goce de los derechos humanos- en tanto su restricción a la persona. Más aún, con las prescripciones del discurso médico, la consigna adopta explícitamente la dimensión erótico-sexual: “esta libre sexualidad, que es el hecho fundamental de que todo ser humano tiene derecho a sexualizar (mantener relación sexual) cómo y con quien lo desee, sin menoscabar el derecho de los demás; debe ser respetada y promovida en el tema del SIDA, consiguientemente no puede ser un arma de castración sexual…”178.
 
Entre otras cosas, la nota de la que extraemos esta cita apunta a posicionar que la acción inminente -que efectivamente la CHA llevaba adelante- es construir, distribuir y discutir información con la sociedad como herramienta a ser apropiada por cada individuo en ejercicio de derechos y obligaciones. Entonces, como consigna general hacia la sociedad posicionan el derecho a la libre elección -de las vivencias sexuales y los métodos de cuidado-, mientras que, hacia sus destinatarixs predilectxs, apelan a la responsabilidad que implica el trabajo de una elección -entendemos que alude a los métodos preventivos-.
 
177 “¿Por qué Derechos Humanos?” en Vamos a Andar N° 15, abril 1990, pág. 5. De la nota incluso podría inferirse que las acciones en sida constituyen actos de defensa de la vida en los sentidos más emblemáticos asumidos bajo la consigna de los derechos humanos. Intercaladas entre el texto hay imágenes de Madres de Plaza de Mayo y del performance death in de Act Up, de una manifestación gay en Iowa, ilustraciones antirracistas y del coming out estadounidense.
178 El resaltado es nuestro. “El trabajo de una elección” en Vamos a Andar, N°16, junio-julio 1990, pág. 10.
 
Se sostiene, nuevamente, la apuesta a la agencia de “lx enfermx” o “grupo de riesgo”, pero lo que resulta destacable es que, en coherencia a como entienden que se encarna el libre ejercicio de la sexualidad, la prevención sobre sida nunca podría ser proscriptiva, y eso se manifiesta en la conceptualización sobre el lema Sexo Creativo179 como sugerencia y herramientas si se quiere más lúdicas, individualizables en la práctica sexual, distinta de Sexo Seguro. Al respecto, y de modo ilustrativo en la reseña de los avances y alcances de la Campaña Stop SIDA, destacan la diferencial postura que adoptan sus contenidos preventivos, basados en la libertad de opción: “No reprimimos, ni exigimos al plantear los peligros que implica la transmisión de la enfermedad, informamos solamente para una decisión en libertad”. La nota contiene entre sus ilustraciones una consigna que profesa “No te prives, sé creativo en el sexo”180.
 
Así, Vamos a Andar, como manifestación de los objetivos de la CHA, entre sus producciones y la publicación del material de la Campaña Stop SIDA trenzan las variantes de su posicionamiento frente al sida que ha detectado como factor social y político: profundizan la disputa al discurso estigmatizante homo-odiante en el que el sida es constantemente usado para ello; batallan por avanzar en el libre ejercicio de la sexualidad que frente a la urgencia de detener el contagio no es claudicado ni desplazado como horizonte; produce prescripciones en el orden de lo sanitario concreto que, ante el duelo de determinadas prácticas, no ceden al discurso de la abstinencia sexual.
 
179 La expresión aparece por primera vez en la anteriormente mencionada notansobre el Congreso Uruguayo de Sexología del N°13 de diciembre de 1989. Allí mencionan que la CHA reemplaza y supera el concepto de Sexo Seguro con Sexo Creativo. La respectiva mención se da en el marco de adscribir a la idea de negarse a “vender nuestra libertad sexual al bajo precio de la seguridad” enunciado que estaba haciendo referencia a la promoción de la seguridad como mecanismo para legitimar la represión y marginación “de las minorías a las que se usa de chivo expiatorio”, que si bien no estaba siendo usada en el Congreso en torno al sexo, la nota cita la
conceptualización como ejemplo posible, de modo que es posible pensar que el cambio de la adjetivación se posiciona como una respuesta agenciada a la pretensión de disciplinamiento sexual. Pág. 19.
180 “Campaña Stop SIDA” en Vamos a Andar N° 15, abril 1990, págs. 47-49.
 
El sida en el proyecto editorial de la CHA. Una revelación de archivo contra del precepto asmilacionista de la CHA
 
Recorrer a lo largo y de manera conjunta estas publicaciones perió- dicas de la Comunidad Homosexual Argentina permite delinear los posicionamientos y sus variaciones frente al contexto general en tanto condición de posibilidad, pero también ante lo concreto de la “política de la identidad”, lo que puede permitirnos matizar las ideas cristalizadas sobre la organización. Paralelamente, aparecen las transformaciones en sus políticas editoriales, y con ello, por supuesto, los modos y las acepciones producidas frente al sida.
 
Sobre lo segundo, no nos interesa tanto marcar las diferencias entre el Boletín y Vamos a Andar dado que los virajes internos de cada una y los puntos de discontinuidades entre ellas pueden inferirse en el recorrido previo y está sujeto, sobre todo, a la funcionalidad como instrumento de publicidad de la organización y sus redefiniciones. Contemplando esas particularidades, resulta más necesario pensar en lo que construyen en su continuidad en función de lo que comparten como apuesta política a priori: ser un órgano de difusión y la publicación de la CHA. No para evaluar si efectiva y circunstancialmente se ajustaron a esas definiciones técnicas, sino para observar lo que produjeron desde esa plataforma que se habilitaron.
 
En una proclama de auto-afirmación publican que “Vamos a Andar es la memoria de la CHA, porque es continuadora del Boletín, cuyos doce números, más tres ediciones de la revista, nos remontan a octubre de 1984”181. En el mismo sentido y a propósito de los tres años de publicaciones desde el Boletín N° 1, las evalúan como una continuidad de veintidós ediciones que, con sus etapas, logran constituirse como “el primer órgano de prensa gay que mantiene periodicidad, en tan largo período”182.
 
Ya en octubre de 1986 en la columna “Nuestra Voz” del número de 2 de Vamos a Andar Cesar Vasari (seudónimo de César Cigliutti) reitera la consigna: “Hacemos falta”, marcando la necesidad de este instrumento para posicionar voces frente al silencio y porque “los medios de comunicación se ofrecen más a la reacción de la mayoría que a la verdad.
 
181 El resaltado es nuestro. “Nuestra Voz” en Vamos a Andar, N°4 marzo de 1984.
182 “Nuestra Voz. Tres años de no callar” en Vamos a Andar N° 9 octubre 1987.
 
Diestros en el oficio de conformar, el tema de la homosexualidad se reduce a opiniones caprichosas, o en el mejor de los casos, equívocas”. A lo largo del capítulo hemos vislumbrado el despliegue para la consolidación de esta disputa como un frente de lucha concreto, lo que, a tres años de la primera publicación lxs ha llevado a evaluar que Nuestros veintidós números son veintidós victorias para la libertad de prensa”183.
 
Crearon un instrumento editorial que funcionó como soporte para generar diagnósticos coyunturales y detectar distintos registros sobre los cuales intervenir. Así, aclararon que ese primer plano fue el atinente al clima político y cultural nacional: el de la represión vinculada al uso de los órganos policiales y legales que diagnostican como incesante, y el de la discriminación sostenida por los discursos de odio en sus diferentes manifestaciones. La vasta cantidad de materiales producidos y publicados fue construida a modo de respuesta, aportó elementos para una discusión cívico-ética sobre la sexualización de las identidades y reflexiones sobre su funcionalidad constitutiva en torno a esas coyunturas.
 
Planteando, entonces, términos propios sobre la politización de la sexualidad, que no fueron necesariamente lineales hacia el horizonte asimilacionista. En el Boletín se daba en torno al “libre ejercicio de la sexualidad” fundamentalmente asociado a la política formal respecto del paradigma de los derechos humanos denunciando los mecanismos represivos en el uso legítimo de la fuerza para vetar existencia. Durante Vamos a Andar aparecen notas, ensayos históricos o sobre militancia en los que se reconocen y asocian las tecnologías del poder por la cual la sexualidad es un vector de control (prácticamente en los términos de “dispositivo de sexualidad”).
 
183 Ídem.
 
Con ello se ampliaron los análisis para detectar la re-actualización y creación de discursos discriminadores, criminalizantes y estigmatizantes de anclaje histórico que funcionaban para el control y el disciplinamiento.184
 
Ese fue el marco en el que se involucró al tratamiento del sida, aportando, al mismo tiempo, elementos que permitieron profundizar las elaboraciones discursivas. Como sabemos, el sida ocupa un lugar central como teatro de operaciones y estas dos publicaciones recurren a sus propios elementos de politización de la sexualidad para generar respuestas en distintos registros mutuamente implicados: generando nuevos sentidos, que en modo alguno puede entenderse como una modulación pedagógica -en el hecho de construir y reponer elementos empíricos-epidemiológicos y reflexivos para apropiaciones de profilaxis, saberes otros tanto por su producción como en la metodología de su difusión-recepción arrancadas del campo hegemónico médico y de la educación formal- y en un plano del socorrismo y la solidaridad -no tanto elementos como intrínsecos de las publicaciones sino como dimensión de la política de la CHA manifiesta en todas las acciones redefinidas a partir del sida que las revistas relevan-.
 
El recorrido por todo este corpus de la CHA nos habilita a entender al Boletín como el inicio de un camino experimental con el que la organización fue encontrando un espacio que acompañó la consolidación de las líneas de activismo; también para la elaboración y disputa de ideas que con el transcurrir de los números ameritó la ampliación cuantitativa. Y en su continuum con Vamos a Andar se dieron una oportunidad de profundizar la apertura y los alcances de las discusiones185.
 
184 Amerita reconocer aquí que ello quedaba muy explícito, sobre todo, en las intervenciones de Carlos Jáuregui que no sólo planteaba la dimensión homosexual en la consolidación de las instituciones democráticas sino también reclamando su derecho al placer homosexual.
185 Como quedó dicho en el recorrido, ese proceso estaría vinculado de alguna manera a los objetivos de la nueva dirigencia de la organización en relación a la circulación de las voces de los grupos y con lo cual se puede posicionar un debate en torno a los objetivos de la representación de la CHA, pero exceden este trabajo.
Nos limitamos a posicionarlo como una oportunidad para nuevas derivas de las
publicaciones.
 
Pero lo que queremos rescatar con ello, en lo tendiente al pensar un archivo posible, es que, en la asunción consciente de estar construyendo la necesaria “memoria de la CHA”, se propusieron documentar las acciones de la organización -entre las que claramente se consideran estas publicaciones y sus producciones generadas exclusivamente para ellas-. La apuesta incesante a esta producción, así como la convocatoria constante a sus lectorxs-destinatarixs a participar de las publicaciones -sobre todo en el Boletín y las primeras etapas de Vamos a Andar- nos permite pensar que en algún sentido se concibieron desde la fragilidad, la precariedad y la extinción amenazante del acervo que estaban haciendo ellxs mismxs, pero “con el deseo y el compromiso puesto en la producción y agitación de múltiples memorias vivas”186; es decir, como si en algún punto hubieran estado concibiendo la potencia de la producción creativa, proliferante y agenciada de lo que fuera un archivo futuro.
 
186 Tomamos los términos en los que el Grupo de Investigación Micropolíticas de la Desobediencia Sexual piensa su práctica archivística. Nos eximimos de la cita textual por las modificaciones gramaticales que implican adjudicar esa concepción posible a la práctica de los equipos editores del Boletín y Vamos a Andar.
Grupo de investigación Micropolíticas de la desobediencia sexual; Poéticas de la falla, archivos dañados y contraescrituras sexopolíticas de la historia del arte”, Texto leído en el Coloquio Internacional “DE UNA RAZA SOSPECHOSA: arte/archivo/memorias/sexualidades”, en la Biblioteca de Santiago de Chile el 18 de noviembre de 2014. Disponible en: http://fba.unlp.edu.ar/labial/?p=239
El Grupo de Investigación Micropolíticas de la Desobediencia Sexual pertenece al Laboratorio de Investigación y documentación en prácticas artísticas contemporáneas y modos de acción política en América Latina de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
 
Graciassss/americalee.cedinci.org/files/original/f4d669b6afec8db72b73a209a53347a46aac5410.pdf


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