LA
NARRATIVA GAY DE EDUARDO MENDICUTTI:
LA IDENTIDAD LITERARIA COMO ESPACIO
DE REIVINDICACIÓN DE LA DIVERSIDAD
Saxe, Facundo Nazareno
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IX Congreso Argentino de Hispanistas
“El Hispanismo ante el Bicentenario”
La narrativa gay de Eduardo Mendicutti: la identidad literaria como espacio de reivindicación de la diversidad
Facundo Nazareno Saxe
Universidad Nacional de La Plata — CONICET
Resumen
El español Eduardo Mendicutti nos presenta una idea en la que la diversidad sexual y humana está presente más allá de las marcas genéricas y las presiones sociales y editoriales. La diversidad se convierte en lo hegemónico y sobre ella se construye el universo ficcional del autor. Mendicutti no realiza la crónica marginal de un mundo oscuro como se ha dicho en muchas críticas a sus novelas, sino que este autor nos presenta a la comunidad gay en todo su esplendor, con sus puntos oscuros y luminosos, con su heterogeneidad más enriquecedora, en definitiva, con su diversidad. ¿Qué está haciendo Eduardo Mendicutti en su obra narrativa? Es simple. Está creando un continuo de obras literarias, periodísticas, testimoniales, en las que su posición respecto a la sexualidad humana se condensa en una defensa de la heterogeneidad del mundo gay, es decir, en una defensa, pocas veces vista en la literatura, de la diversidad sexual humana en su sentido más amplio y plural.
Palabras clave: Eduardo Mendicutti — literatura gay — estudios queer
I. Introducción
¿Quién es Eduardo Mendicutti? Un autor no demasiado conocido en nuestro país y que publica en España en la prestigiosa editorial Tusquets. Ha publicado más de diez obras narrativas desde que en 1987 quedó finalista en el premio “La Sonrisa Vertical” con Siete contra Georgia. Mendicutti es un escritor apartado de la norma heterosexual y patriarcal que inscribe su obra en torno a una temática difícilmente separable de la identidad afectivo sexual del creador literario.
Partiendo de una simple estadística de las temáticas de sus novelas y cuentos, se constata fácilmente que existe una constante respecto a los temas. Todos los protagonistas son hombres gays, transexuales, travestis o en los casos menos explícitos adolescentes o niños que son diferentes a la sociedad heteronormativa y patriarcal. Niños que se sienten fuera de la norma establecida: “Porque ninguno de aquellos hombres que iban a El Ancla para estar con mujeres se parecían a mí” (Mendicutti 1996: 30). Simplificando, el mundo masculino gay y transexual se convierte en escenario y temática de toda la obra narrativa de Eduardo Mendicutti publicada hasta la fecha.
II. Constantes y causalidades
No es casualidad que todos los personajes del libro de cuentos Fuego de marzo confluyan en voces adolescentes o infantiles que se sienten fuera del mundo heterosexual y masculino. Tampoco es inocente la tematización del compromiso en torno al matrimonio gay en España en la novela California. ¿Puede ser casualidad que las obras de Mendicutti tengan personajes como la travesti La Madelón y la transexual Rebecca de Windsor (respectivamente personajes de Una mala noche la tiene cualquiera y de Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy), hombres gays jóvenes (como Álex, el novio de Carlos/ Charly en California), hombres gays mayores pertenecientes a modelos diferentes (como Cigala o Daniel Vergara en Los novios búlgaros), niños-adolescentes conscientes de su “diferencia” (como el protagonista de El palomo cojo)? La alteridad es lo dominante en el universo mendicuttiano. Las identidades sexuales no heteronormativas son hegemónicas en el mundo ficcional. Es cierto, son conscientes de que existe una “alteridad” respecto a la sociedad heterosexual, pero el universo de los personajes es un universo-otro por excelencia. Y en ese universo es que los personajes de Mendicutti se definen como desafiantes al modelo establecido y provocativos respecto del mismo, en un sentido que se podría apreciar como “militante”. Los personajes lucharon toda su vida por el lugar en el que están y no admiten bajar los brazos ante la dominación heteronormativa.
Pero no estamos ante una narrativa de militancia panfletaria. El mismo Mendicutti admite que no es un militante, su pintura del colectivo gay (en un sentido queer) refleja la lucha por una posición ganada con la obra de toda una vida. Es por eso que la narrativa de Mendicutti nunca se traiciona a sí misma, sus obras apreciadas en conjunto ofrecen un claro fresco del colectivo gay en un sentido diverso y conflictivo. En un sentido de libertad y reivindicación que es mucho más fuerte al no tratarse de literatura claramente “militante”. Mendicutti retrata al colectivo gay en sus sentimientos, conflictos, humillaciones, alegrías y tristezas. Pero lo retrata desde una posición intimista y subjetiva y es en esa posición que se puede apreciar una reivindicación de una fortaleza tremenda en el apoyo a la diversidad sexual. Lo diferente se define como tal y no se busca la tolerancia, porque la tolerancia significa aceptar la marginación heteronormativa y los personajes de Mendicutti se alejan con contundencia de una posición de tolerancia. Tal vez el activismo más fuerte en el mundo del arte, esté presente cuando el fin activista del texto no sea explícito en la obra y sólo sea un producto que nació a partir de la inclusión de la misma en el mundo cultural.
III. Lo sublime, lo vulgar y lo placentero
Mendicutti nos introduce en un mundo en el que lo popular se cuela sin contradicciones. La alta literatura se fusiona con la cultura gay popular y las posiciones hegemónicas se descentralizan. Por ejemplo, es así que epígrafes con citas de Linda Lovelace o Hristo Stoichkov (por razones temáticas pertinentes a las respectivas novelas, California y Los novios búlgaros) se unen a citas a Truman Capote, Luis García Montero o Ramón LLull. En sus obras se logra una unión perfecta de lo culto y lo popular. Mendicutti no reniega del costado popular de la cultura gay y tampoco lo aleja del mundo de la alta cultura y la literatura, sino que logra un efecto de fusión que genera un material cultural de características híbridas que se aprecia a lo largo de su obra narrativa. Un ejemplo claro de esto lo tenemos en Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy, una novela en la que la transexual protagonista utiliza el lenguaje de los místicos del barroco español para pintar su conflicto ante la degradación del cuerpo como efecto del paso del tiempo.
Este personaje, Rebecca de Windsor, aspira a lograr la santidad en un sentido canónico y en su lucha los elementos más tradicionales se conjugan con materiales culturales propios de la cultura gay más popular como pueden ser las imágenes de Tom of Finland. En la obra narrativa de Mendicutti es posible encontrar a Marcel Proust, intertextos borgeanos, Lewis Carroll, Pushkin o Poe (por citar sólo algunos nombres) junto a referencias a las imágenes más comunes y populares posibles de encontrar en el colectivo gay (como Marianne Faithfull, Barbra Streisand o Linda Lovelace). Creo que Mendicutti es consciente de que unir en los epígrafes de sus obras referencias “altas” como Jorge Guillén, Ana María Matute, Truman Capote, Francisco Brines, James Joyce, entre otros con referencias culturales populares o inusuales como J. R. Ackerley, Rita Hayworth, Audrey Hepburn, Vivien Leigh entre otros, tiene un efecto desestabilizador de lo canónico. En ese sentido, una de las principales constantes que podemos percibir en la obra de Mendicutti es la necesidad de narrar una gran historia de lo gay masculino y transexual desde lo que la sociedad heteronormativa conoce como “cultura gay” pero usando los lugares más refinados y sublimes de la tradición canónica (basta con pensar en los ejemplos estructurales de Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy y Siete contra Georgia). En otras palabras, deconstruir el canon desde su anatomía más íntima.
IV. Identidad políticamente incorrecta
Mendicutti no nos presenta modelos de identidad sexual políticamente correctos, sus personajes en general no buscan una asimilación a los modelos tolerados por la sociedad heteronormativizadora. Sus personajes se plantan en su diferencia, en su queerness y no transigen con los modelos aceptados. Es por eso que encontramos personajes como la Madelón, la Fallón, Rebecca de Windsor, o los hombres gays de Los novios búlgaros que no dudan en utilizar apelativos femeninos para llamarse a sí mismos. O en uno de los ejemplos más claros el uso que hace de los personajes menos “tolerables” desde lo heteronormativo en Siete contra Georgia. Mendicutti está realizando una crónica de la intimidad del colectivo gay, con sus rasgos heterogéneos y diversos y no duda en mostrar las diferencias existentes (como en el caso de las diferencias generacionales entre gays de diferentes edades) sin refugiarse en lo políticamente correcto. Tal vez por eso, es que el retrato que realiza Mendicutti del colectivo gay es el más plural y diverso que se puede encontrar en la narrativa española actual.
Por ejemplo, en Los novios búlgaros, se nos presenta una visión de la identidad gay alejada de la cercana a la que logró el matrimonio gay en España. El modelo gay presente en esta novela nos habla de un hombre gay maduro que entabla una relación con un inmigrante ilegal búlgaro, joven, que accede a establecer una relación con él a cambio de dinero y regalos materiales. Kyril nunca abandona a su novia Kalina para comenzar una relación con Daniel, ni tampoco se busca lograr presentar una relación tolerante a los ojos de una normativa social aceptada. Daniel y Kyril viven una relación compleja y alejada del modelo gay aceptado socialmente, con la figura de Kalina como tercer elemento de la relación.
Pero aunque nos encontramos en una relación que no es socialmente aceptada (ni siquiera por un modelo gay “tolerante”), no por eso no existe el amor entre Daniel y Kyril. Este último es el que, en un determinado momento de la novela, cuenta: “Yo sólo quiero de verdad a tres personas: a mi madre, a Kalina, que es mi novia, y a Daniel. Son los únicos en el mundo que se preocupan por mí” (Mendicutti 1993: 81).
V. Dos paradigmas: El ángel descuidado y el primer amor (gay)
Brevemente me interesaría citar como ejemplos paradigmáticos sobre la obra mendicuttiana a dos de sus novelas, que contraponiéndolas ilustran claramente el proyecto narrativo del autor respecto a las cuestiones que nombré hasta el momento. Me refiero, en primer término, a El ángel descuidado y en segundo a Siete contra Georgia.
En El ángel descuidado Mendicutti nos presenta una novela sobre el primer amor, específicamente sobre el primer amor gay. Eso declara Eduardo Mendicutti en una entrevista sobre El ángel descuidado: un texto que tiene el firme propósito de retratar el primer amor como en cualquier otra novela romántica que muestre la ilusión del primer amor. Pero la diferencia en este caso es que Mendicutti decide hacer un retrato del primer amor gay. Mendicutti, como en muchas de sus novelas, busca llenar un espacio no contado antes, dar voz a una historia de amor no contada: el primer amor gay no está en la lista de grandes novelas sobre el amor. El amor que se aparta de la norma no es parte del canon, de la historia o la literatura en letras mayúsculas. No hay novelas españolas del primer amor gay contadas como lo pretende Mendicutti.
Y ahí está El ángel descuidado para contar eso que antes no había accedido a la literatura. Para contar la historia de amor de Rafael y Nicolás, dos jóvenes novicios que viven en 1965 en el ambiente represivo y tortuoso de una congregación religiosa, la experiencia del primer amor. Una experiencia que es rememorada por Rafael como narrador de la novela desde su adultez, con casi 50 años, recuerda su primer amor y somos testigos de los caminos de la vida y las elecciones personales que nos hace elegir visibilidad o represión. Rafael descubre en su primer amor un principio para su vida, una experiencia que como todos los primeros amores, lo marca de por vida y lo hace poder recordar con ternura y pureza su relación con Nicolás. ¿Será que la experiencia del primer amor se parece en todas las diferencias que tiene cada individualidad? Mendicutti deja en claro que el primer amor nunca se olvida, en algunos casos nos enseña quiénes somos y cuál puede ser nuestro camino.
El primer amor de El ángel descuidado, el primer amor de Rafael, lo definió como persona y lo hizo descubrir cuál era su naturaleza para poder vivir en libertad. Es cierto, el primer amor no es eterno. Eso está más que claro, y Mendicutti y su narrador Rafael Lacave, lo plasman a la perfección. Siguiendo con la línea de la novela, me resulta interesante ejemplificar oponiendo ambos textos literarios, Siete contra Georgia y El ángel descuidado.
En el texto antes mencionado, uno de los momentos de descripción sublime y embellecedora de la disidencia sexual se da en la relación entre los dos protagonistas: Él me abrazó fuerte, y noté sus manos en mi espalda, por debajo de la camiseta, y él también estaba sudando, porque su espalda estaba húmeda, y yo empecé a subirle muy despacio la camiseta y él empezó a subirme a mí la mía, y los dos nos quedamos con la camiseta enrollada por encima del pecho y sudábamos tanto y nos abrazábamos con tanta fuerza que era como si nos estuviéramos bañando en medio del mar y tratásemos de salvarnos el uno al otro, y él empezó a tirar para bajo de la cintura del pantalón de mi esquijama, y yo solté el nudo de la cinta de su pantalón y nunca había estado tan cerca del hermano Nicolás, nunca me había apretado tanto contra él, nunca había soñado con estar así, en los terraplenes, los dos medio desnudos, que él tenía el pantalón del pijama amontonado en los tobillos, y a mí, por culpa del elástico, el pantalón del esquijama se me quedó por las rodillas, y en aquel momento ni se me ocurrió que alguien pudiese vernos desde las ventanas del dormitorio, era como si en el mundo sólo estuviéramos el hermano Nicolás y yo, en medio de la noche, abrazados, arrodillados, tendidos sobre los manteos, acurrucados, como Jacinto y María del Carmen, como el hermano Wenceslao y su novia, sin saber cómo éramos, sin un espejo en el que mirarnos, sin miedo a que explotara una bomba, sin querer esperarnos nunca, sin querer movernos, aunque el hermano Nicolás me dijo vamos, tenemos que irnos, y se notaba que lo decía sin querer decirlo, queriendo que aquello durase toda la vida… (Mendicutti 2002: 156).
VI. Dos paradigmas: Siete contra Georgia y el sexo (gay) desatado
Me interesa oponer a esta cita, y siguiendo con la línea de ejemplificar como Mendicutti une lo “sublime” (canónicamente hablando) a lo “vulgar” (tradicionalmente hablando), un fragmento de Siete contra Georgia, la otra novela paradigmática de Mendicutti a la que me voy a referir brevemente:
A partir de ahí, ya no me dejaron. Cómo es la guerra, señor policía. Cómo son las maniobras conjuntas hispano-portuguesas. Cuando quise darme cuenta, ya tenía la del de Faro metida en la boca hasta la tráquea. Qué traqueteo. Qué asalto. Qué forma de arrasar. El de Faro, por arriba, me escupió leche hasta la matriza, pero no la sacó y no dijo obrigado ni nada. Qué insistencia. Qué ambición. Qué ferocidad. Yo en la gloria, desde luego (Mendicutti 1987: 141).
Un magnetófono (es decir, una grabadora) abre las historias que las siete locas/travestis (la ambigüedad de la etiqueta enriquece uno de los textos medulares de la obra de Mendicutti) van a contar para el jefe de policía del estado norteamericano de Georgia. En espejo con Ganas de hablar se puede entender su proyecto de defensa de la libertad individual y sexual. Las siete protagonistas del título son siete locas españolas que van a narrar a la Bocaccio (la grabadora) sus más osadas y candentes aventuras sexuales. ¿Por qué? Porque están en contra de una ley aprobada en ese estado que atenta contra la libertad de “los que aman por atrás”.
Una a una van contando sus aventuras en una novela que hace magistral su registro de la oralidad. Las siete narran sus aventuras sexuales y el registro y el tono cambia de acuerdo a la voz que narra: desde la que cree en el amor hasta la intelectual que espera a su príncipe azul o la que decidió abandonar el sexo. La Balcones, Betty la Miel, Colet la Cocó, Finita Languedoc o la Lujos, la Madelón, Pamela Caniche y Verónica Cuchillos, las siete amigas que una a una van prestando su voz para narrar la verdad de su sexualidad. El sexo y la cultura se unen, lo bajo y lo alto, lo vulgar y lo exquisito, Mendicutti resignifica la calle y la lleva a la academia, a la literatura más tradicional la transforma en sexo casual, y sin caer en lo dramático, todo lo contrario, él eleva lo social y sexualmente no aceptado y lo convierte en una opción más.
No hay tragedia en las historias excitantes y, a veces, dramáticas que cuentan; el grotesco y el humor eluden lo trágico: un taxi boy enano, orgías, sexo oral y las metáforas más originales, vulgares y cultas para referirse a lo sexual. Pero no es todo sexo, Mendicutti escribe sobre la fuerza y el coraje para asumir la propia identidad, frente a un mundo adverso (claro, también plantea, ¿por qué no divertirse en ese camino?, el mundo va a ser adverso igual). Al fin y al cabo, lo que defienden las protagonistas es su derecho a amar como se les plazca. Es por eso que envían sus siete grabaciones al jefe de policía de Georgia como si de siete puñales se tratara: “Son siete. Siete contra Georgia. Siete mariquitas, siete casetes, siete historias, siete gritos como siete puñales” (1987: 187).
En Siete contra Georgia se explicita el proyecto narrativo de Mendicutti. Es importante tener en cuenta la deconstrucción del sujeto gay, la loca, la travesti, el marica, la transgénero, son voces que se confunden y toman diferentes partidos en cada uno de los relatos. Con esta novela, creo yo, se produce el inicio de la carrera de Mendicutti. Es un hito dentro de su obra. Hay múltiples relaciones con Estados Unidos y se condensan muchos temas que luego serán desarrollados en otros textos. No hay tragedia en estas locas/travestis, luchan por su vida, pero luchan con alegría, por eso se cuela el humor en la novela. Hay que tener en cuenta la unión de lo alto con lo bajo (y es adrede) para lograr un efecto que podría ser escandalizador en públicos lectores conservadores pero es sumamente interesante en la lectura.
La deconstrucción de la identidad sexual, o el devenir de la misma en disidencia sexual está clara en Siete contra Georgia, porque ahí la obra juega con las dos identidades constantes en la obra de Mendicutti de forma ambigua. La identidad travesti deviene identidad gay masculina y viceversa. El terreno de lo diferente rompe con todas las etiquetas, incluso las categorías aceptadas dentro del propio mundo LGBTI. Mendicutti no es militante. Pero no serlo tal vez es la mejor forma de serlo. En ambos ejemplos se percibe como en la obra de Mendicutti hay una constante convivencia de un lenguaje humorístico con uno dramático, así como lo literariamente sublime con descripciones que parecen vulgares pero que terminan siendo insertadas dentro de estructuras tradicionales y canónicas.
VII. Un proyecto de visibilidad narrativa
Eduardo Mendicutti es claro en su proyecto como escritor, en la gran cantidad de entrevistas que ha realizado durante los últimos años se puede apreciar su posición respecto a su identidad sexual. Mendicutti no oculta su homosexualidad ni se niega a hablar de su propia identidad, se introduce a sí mismo como uno de los otros, y gracias a ello la alteridad pierde su fuerza y es el escritor mismo el que habla desde una posición inclusiva, la alteridad es el universo y en ese universo se encuentra el escritor entrevistado. Su obra como periodista ilustra perfectamente sus deseos de definirse como un escritor gay, colocarse a él mismo dentro del colectivo es una toma de posición de efectos contundentes: “Odio la tolerancia, implica un sentimiento de superioridad. No soporto que toleren mi homosexualidad.
Se toleran los errores o defectos, pero la homosexualidad no es un defecto” (Mendicutti 2008b). Y ese proyecto de escritor tiene una configuración respecto a los usos y prejuicios externos a su obra literaria y a la literatura en general: “Ya ha llegado el momento de reconocer que, hasta ahora, la historia oficial de la literatura ha sido mayoritariamente occidental, blanca, masculina y heterosexual” (Mendicutti, 82).
Mendicutti es de los pocos escritores llamados “gays” que no reniega de la etiqueta de “literatura gay”, porque Mendicutti resignifica la categoría como una definición cultural, en la que la etiqueta ilustra sólo la literatura de un sector social específico (como puede ser la literatura femenina o del Caribe) y no un indicador de que es una literatura dirigida a un grupo social reducido: “Para ellos, si una novela es espléndida, no puede ser gay, y si es gay, no puede ser espléndida” (Mendicutti, 83). En definitiva, Mendicutti nos habla de “literatura gay” como una literatura con una temática homoerótica y dirigida a un público amplio, más allá de su sexualidad, y no una literatura escrita exclusivamente para gays. Mendicutti se está apropiando de las palabras y las resignifica en una operación común a los grupos minoritarios, donde el insulto o la afrenta es robada al grupo dominante y resignificada como un valor en sí mismo (como puede ser el uso de la palabra queer).
En la novela El palomo cojo, se ilustra claramente esta operación con la resignificación desde el título mismo del dicho popular andaluz “más maricón que palomo cojo”. En la obra, el palomo cojo del título condensa la vida del niño/adolescente que es consciente de su diferencia, el palomo cojo es la fuerza, la afrenta desaparece y el palomo se asimila a la figura de Luchino Visconti como figura intertextual potente y destructora de cualquier tipo de discriminación.
VIII. Consideraciones finales
Luis García Montero dijo en su crítica de Ganas de hablar que: “la hondura de las narraciones de Eduardo Mendicutti se debe a su capacidad de unir la risa con la experiencia humana, la simpatía con el dolor” (2008).
Mendicutti no realiza la crónica marginal de un mundo oscuro como se ha dicho en muchas críticas a sus novelas, sino que este autor nos presenta a la comunidad gay en todo su esplendor, con sus puntos oscuros y luminosos, con su heterogeneidad más enriquecedora, en definitiva, con su diversidad.
¿Qué está haciendo Eduardo Mendicutti en su obra narrativa? Es simple. Está creando un continuo de obras literarias, periodísticas, testimoniales, en las que su posición respecto a la sexualidad humana se condensa en una defensa de la heterogeneidad del mundo gay, su mundo, o parte de su vida traspolada a su literatura. De modo tal que escribir sobre uno mismo, escribir desde una identidad sexual visible (Mendicutti asume públicamente su sexualidad y reafirma su posición como autor de la literatura gay), y hacer esto escapando a los prejuicios y preconceptos de la crítica y el canon heterosexual, masculino, blanco, occidental (y católico) puede ser muy difícil. Muchos escritores y escritoras gays no han podido expresar libremente su deseo en la literatura en gran parte de la historia de la humanidad.
Creo personalmente que a fines del siglo XX lo gay permite romper con muchos de los prejuicios de la crítica, el canon y los mismos escritores (prejuicios que nos hablan de situaciones a nivel socio-cultural, no podemos olvidar que la literatura es un reflejo de la realidad). Eduardo Mendicutti es de los autores que logra romper con todo esto. Demuestra con su obra literaria que sexualidad, identidad afectiva y creación literaria pueden ir de la mano. Y escapar a los prejuicios, censuras (y autocensuras). Y convertir la creación literaria en un acto de libertad extraordinario.
Bibliografía
Garcia Montero, Luis (2008). “Ganas de hablar”. El país Andalucía. 15 de marzo. Disponible en: www.elpais.com
Mendicutti, Eduardo (1987). Siete contra Georgia, Barcelona, Tusquets.
----- (1988). Una mala noche la tiene cualquiera, Barcelona, Tusquets.
----- (1989). Tiempos mejores, Barcelona, Tusquets.
----- (1991a). El palomo cojo, Barcelona, Tusquets.
----- (1991b). Última conversación, Barcelona, Tusquets.
----- (1993). Los novios búlgaros, Barcelona, Tusquets.
----- (1996). Fuego de marzo, Barcelona, Tusquets.
----- (1997). Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy, Barcelona, Tusquets.
----- (2000). El beso del cosaco, Barcelona, Tusquets.
----- (2002). El ángel descuidado, Barcelona, Tusquets.
----- (2005). California, Buenos Aires, Tusquets.
----- (2007). “Apuntes para una aproximación a la literatura gay”. Félix Rodríguez González (ed), Cultura, homosexualidad y homofobia. Vol I. Perspectivas gays. Barcelona, Laertes.
----- (2008a). Ganas de hablar, Buenos Aires, Tusquets.
----- (2008b). “No soporto que no toleren mi homosexualidad”. Diario Sur de Málaga. 11 de mayo. Disponible en: www.diariosur.es.
Saxe, Facundo Nazareno (2008). “Sacándose las ganas”. Entrevista a Eduardo Mendicutti. Soy-Página/12. Diciembre.
----- “Identidad literaria e identidad sexual: La diversidad como proyecto de escritura en la narrativa de Eduardo Mendicutti”. Actas digitales del I Congreso Internacional Literatura y Cultura españolas contemporáneas siglos XX y XXI, ISBN Nº 978-950-34- 0526-0.
La Plata, 27-30 de abril de 2010
/ixcah.fahce.unlp.edu.ar
ISBN 978-950-34-0841-4
Graciasss/www.aacademica.org/000-043/87.pdf
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