DE CÓMO LA HOMOFOBIA DE LUIS BUÑUEL DESTRUYÓ LA RELACIÓN DE LORCA CON DALÍ

BUÑUEL, LORCA Y DALÍ
 
rubendariogil (44) en #theunion 

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Creo fervientemente que García Lorca, en algún punto de la nada, siempre me encuentra atravesado en su existencia eterna y me aborda, con sus versos y con su vida, para que comprenda el destino de los poetas.
 
Tenía apenas 38 años cuando fue fusilado en su Granada amada. ¿Qué pasaría por su mente esa madrugada del 18 de agosto de 1936? ¿Cuál sería su último pensamiento bajo ese olivar testigo?
 
Como miembro de esta especie que tiene mi alma en cautiverio,
debo pedir perdón, cuando se corta una flor de un jardín florido,
cuando un niño abandonado muere en la calle bajo el cielo infinito,
cuando un anciano llora al no recibir visitas de sus hijos,
cuando un país fenece de hambre besándole los pies al dictador,
cuando el genio universal de Lorca fue silenciado por esos esbirros malditos…
 
Dicen que el día que uno parte al infinito y se integra al todo, solemos recorrer los pasos, transitando la vida transitada, rememorando toda la existencia en un segundo y partir. Seguramente Federico recordó toda su existencia.
 
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Se ha debido ver visto niño, en su Granada querida…
 
Se miró chaval llegando a Madrid, ese noviembre de 1919, a la Residencia de Estudiantes, tratando de estudiar Derecho, para complacer a sus padres, pero su destino estaría en el teatro y en los caminos peligrosos de la poesía.
 
Había dejado físicamente a Granada, al cante jondo, la gitanería, las habas con jamón, a la virgen de las angustias y traía en su maleta, sus versos, el teatro y su deseo oculto del amor prohibido hacia los hombres.
 
¡Cómo te entiendo Federico!
 
En la “Reci” de Madrid, se descubriría como un hombre exquisito, excepcional, muchos llegaron a comentar que él era su propia poesía, su propio magnetismo, su obra universal.
 
En una carta de 1922, Federico le decía a sus padres lo siguiente:
 
"Yo es que he nacido artista, como el que nace guapo, como el que nace cojo... Si me devolvéis a Granada, me ahogo".
 
Pero la vida tiene sus antagonismos y sus antagonistas. Federico era un alma libre dentro de una España castradora. Lorca pudo haber huido a tierras libres pero no sabía cómo salirse de Andalucía.
 

En la “Resi” ya se encontraba Luis Buñuel desde el 6 de octubre de 1917, había llegado a los 17 años, el futuro gran cineasta quien ganaría Cannes, El Oscar, el Oso de Berlin, BAFTA y los reconocimientos más importantes del 7mo Arte, en esa época, al encontrarse con Lorca, era un boxeador homofóbico, matriculado en Ingeniería Agronómica y apasionado por los insectos y las teorías darwinianas.
 
Federico García Lorca, ha debido recordar, bajo el olivar, en dirección a Víznar, llegados al Barranco, como esos días vivió en secreto, tocando piano, alegrando la vida de todos, leyendo sus poesías, escenificando obras entre los residentes, cantando canciones andaluzas, recordándole a todos, en ese clima burgués, que aún padecían en España.
 
Estoy seguro, muy seguro que recordó el día que llegó a la Residencia de Madrid, desde Figueres, en 1922, un apuesto, excéntrico y raro catalán de tan solo 18 años, llamado Salvador Felipe Jacinto Dalí Domènech, marqués de Dalí de Púbol, conocido simplemente como Salvador Dalí, el gran pintor del surrealismo.

Salvador no soportaría, con el tiempo, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por considerarla anticuada y sentía que no estaba a la altura de su genio. Fue expulsado en 1926.
 

Federico de 24 años y Salvador de tan solo 18, se fascinaron desde el primer momento, pero Dalí nunca supo enfrentar su homosexualidad y jamás lograron tener sexo.
 
Seguramente aquella noche, la noche de la infamia, Federico tarareo una de sus canciones “los cuatro muleros”, quizás… para ahuyentar el dolor, para espantar la muerte, para ser protegido por la luna:
 
“La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando…
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.”
Romance de la Luna.
F.G.L
 
Dalí y Lorca se hicieron inseparables, iban a todas las verbenas clásicas de Madrid. Largas cartas confirman la pasión que había entre los dos. Desde el primer momento todos reconocieron la genialidad del poeta que dibujaba maravillosamente y del pintor que se vanagloriaba de sus versos. Ambos eran amantes de la música española, de la poesía de Rubén Darío, de la vida libre y de todo el antagonismo.
 
Luis Buñuel sentía repugnancia por Lorca, todo el mundo hablaba de la homosexualidad de Federico y se dispuso a separar a Dalí de lo que le llamó: “una nefasta amistad”.
 
La primera obra teatral de Lorca “el Maleficio de la Mariposa” había sigo un gran fracaso, sin embargo, nadie detenía su pasión por las tablas.

Buñuel aprovecho esos fracasos aparente de Lorca para criticarlo por todo:

“Tengo que confesar aquí que la admiración que me merece el teatro de Lorca es más bien escasa. Su vida y su personalidad superaban con mucho a su obra, que me parece a menudo retórica y amanerada.”
 
El propio Buñuel cuenta en su biografía que:
 
“Alguien vino a decirme que Lorca era homosexual y no podía creer que fuera pederasta…”
 
En una oportunidad, en una fiesta, Buñuel sacó afuera a Federico para hablarle de algo “muy grave” y le preguntó:
 
“¿Es verdad que eres maricón?”.
El poeta andaluz le respondió:
“Tú y yo hemos terminado”.
 
Eso marcó el comienzo de una guerra fraguada por Buñuel.
 
Federico García Lorca siempre le conoció los dientes afilados al rechazo, a la intolerancia y a la homofobia.

En la mañana después de su asesinato, un 18 de agosto de 1936, el mismísimo Juan Luis Trescastro en un bar granadino dijo en voz alta:
 
“Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón.”
 
Por mucho tiempo, la izquierda quiso usar el nombre de Lorca como un héroe político, pero eso no fue así.

Dalí, quien era su mejor amigo, su pasión, la persona que lo conocía en todas sus formas lo aclaró de esta manera:
 
“…Intentaron, e intentan todavía hoy, convertirlo en un héroe político. Pero yo, que fui su mejor amigo, puedo dar fe ante Dios y ante la Historia de que Lorca, poeta cien por cien puro, era consustancialmente el ser más apolítico que he conocido. Fue simplemente víctima propiciatoria de cuestiones personales, ultrapersonales, locales, y, por encima de todo, víctima inocente de la confusión omnipotente, convulsiva y cósmica de la guerra civil española.”
 
Buñuel hizo todo lo posible para separar a Dalí de Lorca. Con el éxito del Romancero Gitano, el cineasta comentó que esos versos eran tan solo aplaudida “por los maricones y cernudos de Sevilla.”

Dalí, que estaba en el camino del surrealismo, tampoco compartía esa visión localista de Lorca.

Buñuel lo puso en su contra, se lo lleva a su lado y Dalí escribió el guión de la película “Un Perro Andaluz”. Lorca sabía que el nombre era un señalamiento personal.
 
Se supo que Lorca antes del fusilamiento pidió rezar y se fumó un cigarrillo.

Yo,
un poeta menor,
me hubiese gustado estar allí,
delante de todas esas balas,
en ese paraje sevillano que no conozco pero mío,
lo hubiese abrazado,
secado sus lágrimas,
bajo aquel olivo entre asesinos.
 
La familia de Lorca y Gala, la mujer de Dalí, se encargaron de borrar todas las huellas posibles de la pasión entre los dos genios. Sobrevivieron unas cuarentas cartas de Dalí a Lorca y tan solo siete de Federico a Salvador. Gala odiaba profundamente al poeta granadino.
 
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Se preserva una carta del pintor a Lorca de 1928, después de la aparición del “Romancero gitano”, su fuerte carga erótica abre muchas puertas:
 
“Federiquito, en el libro tuyo, que me lo he llevado por esos sitios minerales de por aquí a leer, te he visto a ti, a la bestiecita que tú eres, bestiecita erótica, con tu sexo y tus pequeños ojos de tu cuerpo, y tus pelos y tu miedo de la muerte, y tus ganas de que si te mueres se enteren los señores, tu misterioso espíritu hecho de pequeños enigmas tontos, de una estrecha correspondencia horóscopa; tu dedo gordo en estrecha correspondencia con tu polla y con las humedades de los lagos de baba de ciertas especies de planetas peludos”
 
Pasaron muchos años, ya Federico se había convertido en un andaluz universal y sus letras, aún bañadas de sangre, irrumpían en el mundo literario para siempre, cuando Salvador Dalí le confesaba al escritor Maz Aub lo siguiente:
 
“… Federico, como todo el mundo sabe, estaba muy enamorado de mí, y probó a darme por el culo dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica y en admiración.”
 
Poco a poco, Buñuel “rescataba” a Dalí de los encantos de Federico, en una oportunidad el poeta les leía su obra “Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín” y Luis interrumpió la lectura con un “! Basta, Federico. Es una mierda!”, y Dalí no tardará en añadir: “Buñuel tiene razón. Es una mierda”.
 
Sobre el teatro de Lorca, Buñuel dijo en una entrevista:
 
“a mí, la obra de Federico no me gusta nada. Su teatro me parece muy malo. Me gustan algunas poesías, y no mucho. En lo que era genial era como hombre… su teatro, para vomitar.”
 
Federico hizo todo lo posible para agradar a Salvador, incluso tuvo sexo con su amiga Margarita Manso frente a Dalí, mientras los observada como parte de unas condiciones para ellos “estar juntos”. Encuentro sexual que nunca se dio, quizás porque el pintor más allá de ser asexuado, era impotente.
 
Seguramente,
la madrugada del crimen,
la madrugada que intentaron silenciar a la poesía misma,
ese amanecer andaluz que no se miró en los ojos de Lorca,
seguramente Salvador no pudo dormir,
ni Buñuel,
ni nadie en el mundo entero,
un rocío helado cubrió los corazones de todos los hombres buenos.
 
Dalí nunca comentó, porque prefirió el silencio, cómo se enteró del asesinato de Federico, sabemos que lo único que alcanzó a decir fue: ¡Olé!

A Salvador Dalí siempre le quedó la sensación que pudo haber evitado ese crimen, decía que no le había insistido lo suficiente para que lo acompañara a Italia ese fatídico año, 1936.
 
En el transcurrir de 1938, Dalí rompería toda amistad con Buñuel. El cineasta español había conseguido trabajo en el MOMA de New York, en el departamento cinematográfico. Salvador publicaba una biografía titulada “La Vida Secreta de Dalí” donde decía que Buñuel era ateo, de izquierda y que había pervertido las películas en las que ambos habían participado.

Fue todo un escándalo, Buñuel fue obligado a dimitir del MOMA. El artista alemán Max Ernst cuenta que el aragonés encontró a Dalí en la Quinta Avenida de New York y le dio un puñetazo en la cara. Dalí le respondió:
 
“Escucha, he escrito ese libro para hacerme un pedestal a mí mismo. No para hacértelo a ti”.
 
Más nunca se encontraron.
 
Cuando el genio del surrealismo murió en su tierra catalana a los 84 años, cuando su corazón cansado se detuvo, pesaba tan solo 34 kilos, se negaba a comer, la enfermera que le cuidó aseguró que la única frase inteligible que escuchó salir de los labios del pintor fue:
 
“El meu amic Lorca (mi amigo Lorca)”
 
¿Será que el gran poeta granadino, su Federico, lo vino a buscar?
esas cosas nunca se saben,
nunca.
 
Rubén Darío Gil
 
hace 7 años en #theunion por rubendariogil (44)
 
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