DANIEL VALERO (TIGRILLO)

“SIGUE EXISTIENDO UNA INVISIBILIZACIÓN
ABSOLUTA DE LOS HOMBRES BISEXUALES”
 
“Sigue existiendo una invisibilización absoluta de los hombres bisexuales, lo que provoca una falta de autoestima y no poder vivir nuestras vidas”
 
por FELGTBI+|
24 sept 2024
 
Daniel Valero (Tigrillo) pensó un día que era el único maricón de Jerez de la Frontera y, con el tiempo, se compadeció del niño que no fue porque sentía que le habían arrebatado la infancia y la adolescencia, rodeándola de insultos homófobos y balonazos a portería. Después de 13 años haciendo activismo y creando contenido en redes ha construido una comunidad de más de 300 mil seguidores. Aunque durante muchos años se identificó como chico gay (porque era cierto en ese momento), ahora se visibiliza como chico bisexual. 
 
¿Cuáles son las diferencias entre Daniel y Tigrillo?
Al final, no hay mucha diferencia, excepto que Tigrillo ha trabajado más en su figura pública y en cómo enfrentarse a la vida fuera. Yo soy una persona bastante tímida e introvertida, mientras que Tigrillo es la parte profesional y tiene más descaro para presentarse a la vida. 
 
En el mes de la visibilidad bisexual, ¿qué retos encontramos las personas bi en España?
Para empezar, que se nos tome en serio y que nuestras problemáticas sean tratadas de manera específica. Entiendo que la lucha LGTBI+ debe ser un esfuerzo conjunto y debemos mantenernos unidas, pero hay cuestiones que son exclusivas de las personas bisexuales. Esto es especialmente cierto para las mujeres bisexuales, que enfrentan tasas más altas de de violencia de género, violencia en la pareja y violencia sexual. En cuanto a los hombres bisexuales, sigue existiendo una invisibilización absoluta; somos la parte del colectivo que menos se atreve a salir del armario, lo que provoca una falta de autoestima,no poder vivir nuestras vidas como queremos y no poder encontrar personas como nosotros.
 
Por tanto, queda mucho por hacer en cuanto a visibilidad, pero también es fundamental que se trate tanto en el activismo como a nivel institucional nuestros problemas.  
 
¿Cómo crees que el resto de la sociedad nos lee a las personas bisexuales? 
Hay un tópico: si eres una mujer bisexual en realidad eres heterosexual que está experimentando o buscando atraer a hombres. Y si eres un hombre bisexual, se piensa que en realidad eres gay pero no lo aceptas. Así es como nos ven, y creo que soy un ejemplo de eso. Desde que comencé a expresar mi bisexualidad de nuevo, ese ha sido el comentario mayoritario: «muy bisexual, muy bisexual, pero me gustaría verte con una mujer porque no me lo creo». Aunque realmente no sé qué tienen ellos que «creer», es lo habitual. 
 
¿Cómo definirías la bifobia?
Es difícil de definir, pero es un intento constante de la sociedad tradicional, capitalista, monógama y monosexista de hacerte creer que solo existen dos caminos: la heterosexualidad y la homosexualidad, porque son los más sencillos para que la sociedad los asuma y para que continuemos respetando el modelo de la familia tradicional cisheterosexual, que sirve para producir y reproducir. Esta estructura genera mano de obra barata en forma de hijos obreros y fomenta unidades matrimoniales que mantienen las relaciones sexuales dentro de una función meramente reproductiva, sin ir más allá de esto.
 
Para muchas personas, incluso dentro de la propia comunidad LGTBI+, la bisexualidad rompe todo esto, incluso para hombres gais y mujeres lesbianas (aunque no todos, evidentemente). La bisexualidad representa un problema porque quita credibilidad a la idea de que la homosexualidad es algo con lo que se nace, permitiendo que se mantenga un tipo de vida similar a la heterosexual pero con una persona del mismo género. La bisexualidad es muy peligrosa porque rompe con la presunción tanto de heterosexualidad como de homosexualidad. Un hombre heterosexual ya no puede afirmar que lo es simplemente por estar con una mujer, porque a lo mejor sea bisexual. Desafiamos todas estas presunciones y eso a la gente le da mucho miedo. 
 

Pero dentro del colectivo también puede haber bifobia, ¿cómo te las has encontrado?
Te la encuentras en todo. En mi caso me ha venido especialmente por hombres gais que han negado la mera existencia de la bisexualidad. Creo que, en muchos sentidos, aceptar la bisexualidad abre la puerta a la posibilidad de que cualquier persona lo sea, ya que la ausencia de bisexualidad es algo imposible de probar. Si tengo una relación con una persona del mismo género, eso no significa que no pueda ser bisexual; las personas bisexuales podemos tener parejas de todo tipo. 
 
Como decía antes, esto provoca mucho miedo en algunas personas, especialmente a ciertas personas homosexuales que han basado históricamente su activismo en demostrar que son como las personas heterosexuales, pero con orientación hacia el mismo género, y que no representan ninguna amenaza para nadie. La existencia de la bisexualidad pone en duda esa base sobre la que han fundamentado su activismo. Por eso, encontramos también mucho rechazo e invisibilización. 
 
Durante mucho tiempo te habías mostrado como un hombre gay, pero más tarde saliste del armario como chico bisexual. ¿Cómo te empezaste a visibilizar?
Creo que en muchas ocasiones, las personas bisexuales tenemos miedo de fluir y tener épocas. Por ejemplo, yo, que durante muchos años me identifiqué como un hombre gay, he sentido ese temor de «volver a salir del armario» y a identificarme de otra manera por miedo a darle armas a la gente que dice que la orientación sexual es una fase. Creo que la solución debería ir en la dirección contraria: reivindicar que todas las orientaciones sexuales son potencialmente una fase.
 
Yo me considero bisexual, sí, pero también lo fui en mi adolescencia, y aunque durante varios años me identifiqué como un hombre gay, no me gusta pensar que lo que viví en ese entonces no era cierto. En ese momento, era lo que era verdad para mí. Hoy, lo que es cierto para mí es que soy bisexual. Creo que tenemos que entender que la sexualidad es fluida, porque es absurdo mantenerla en categorías estancas cuando los seres humanos no lo somos. Yo no soy el mismo de ayer, y no seré el mismo mañana.
 
Y cuando te visibilizaste como chico bi, ¿qué reacciones encontraste a tu alrededor?
Encontré de todo. Encontré muchísimas personas que se sentían identificadas conmigo. Creo que ahora estamos viviendo un pequeño boom de personas que se dan cuenta de que pueden seguir identificándose como bisexuales, ya que durante años nos han martilleado la idea de que, si mantenemos una relación monógama con alguien del mismo género, ya no podemos identificarnos como bisexuales. Nos han hecho creer que tenemos que «practicar» constantemente la bisexualidad y que debemos romper una y otra vez con la asunción de la monosexualidad.
También me encontré con esa parte bonita de personas que se visibilizaban conmigo y que se atrevían también a mostrar su bisexualidad.
 
Pero en la parte negativa, hubo mucha gente lanzando odio bifóbico con todas las palabras: «vicioso» o «eres un maricón que solo quiere llamar la atención». Eran comentarios que ya esperaba, y que continúan hasta hoy. Es la razón por la cual no entro en Twitter desde hace años.
 
A grandes rasgos, ¿cuáles crees que son los retos del colectivo LGTBI+ en general?
En el colectivo LGTBI+, creo que uno de nuestros grandes retos es hacer entender que el activismo LGTBI+ no es solo para las personas LGTBI+, sino para toda la población. Al final, lo que buscamos es romper estereotipos y pautas de comportamiento que ejercen presión sobre todo el mundo, también a los hombres cisheterosexuales. 
 
Te pondré un ejemplo que puede parecer una chorrada: piensa en un hombre heterosexual en una discoteca que no se atreve a bailar libremente y se queda con su copa pegada al cuerpo porque teme que, si mueve un poco la cadera, será visto como un traidor a la masculinidad y sufrirá burlas por ello. A esa persona también la estamos defendiendo desde el colectivo LGTBI+.
 
¿Y los retos de las personas bisexuales?
En cuanto al colectivo bisexual específicamente, creo que nuestro desafío actual es visibilizarnos como tales y tener nuestras problemáticas y reivindicaciones bien definidas y separadas del resto del colectivo LGTBI+. No porque queramos ir por otro lado —vamos todos a una—, sino para que nuestras problemáticas específicas se visibilicen.  
 

Has escrito dos libros, uno de ellos titulado “El niño que no fui” y hablas de la LGTBIfobia que viviste en tu infancia y parte de la adolescencia. ¿Cuál fue el primer episodio de LGTBIfobia que viviste?
Recuerdo con mucha intensidad un episodio, no sé si fue el primero, pero sí el primero que recuerdo siempre. Fue una vez jugando al fútbol con los compañeros del colegio. A mí no me gustaba el fútbol y me pusieron de portero. Chutaron a la portería y tuve mucho miedo de que me dieran un balonazo. Además, como yo expresaba una masculinidad menos tradicional, siempre me tomaban como objetivo para hacerme rabiar y hacerme llorar. Me escondí, y comenzaron a insultarme, llamándome «maricón» en pleno patio del colegio. Tenía 9 o 10 años, y todo ocurrió frente al profesor, que no hizo nada. Creo que ese fue el primer gran episodio que recuerdo.
 
Y si piensas en la última situación de LGTBIfobia que has vivido, ¿cómo crees que ha evolucionado a lo largo de estos años?
Pienso que la LGTBfobia, al ser algo que experimento diariamente como persona expuesta públicamente, forma parte de mi vida. Otra cosa es si elijo verla o no. A veces, simplemente la encuentro o la vivo en la calle. Mientras estoy escondido en casa se queda en internet y, por desgracia, tienes que acostumbrarte a ello. Creo que ahora la LGTBfobia está más organizada y repensada; estamos hablando de una LGTBfobia 2.0.
 
El chaval de 15 años que en su momento me llamaba «maricón de mierda» en el instituto lo hacía porque sus compañeros se reían y eso reforzaba su masculinidad. Lo hacía para obtener una posición de dominancia y masculinidad hegemónica. Pero el chaval que ahora te llama «maricón» lo hace con una agenda política detrás. Porque desde grupos de ultraderecha y ciertos influencers y streammers les han dicho que una persona con una masculinidad disidente no solo le va a servir para adherir su masculinidad, sino que también es un enemigo social al que combatir porque se está quedando con el dinero de la pensión de tu abuela porque las personas LGTBI+ se llevan los impuestos.
 
Incluso que vamos a evolucionar eventualmente en pedófilos y pederastas, que es una idea que se ha repetido especialmente por aparte de Vox y otros grupos de ultraderecha. 
 
La persona que te agrede ahora no se detiene porque no quiere llegar demasiado lejos; va más a fondo con su LGTBfobia porque cree que, al atacar lo que se le ha vendido como el enemigo, se convierte en un héroe social y nacional.
 
¿Y cuál crees que es la causa de la LGTBIfobia?
La causa sigue siendo mantener el estado de superioridad de una masculinidad hegemónica y también que actuemos como chivos expiatorios. Esto no es algo nuevo, está más que inventado y lo hemos visto en muchos países. Por ejemplo, en Polonia, cuando no hay flujo migratorio, los grupos de ultraderecha dejan de usar a las personas racializadas y migrantes como excusa para proteger a la población de un enemigo terrible, porque realmente no ofrecen nada beneficioso a la gente. En lugar de eso, deben inventar enemigos que no existen y utilizan colectivos de los que hay desconocimiento para venderlos como amenazas.
 
Cuando las personas racializadas y migrantes ya no son suficientes, el siguiente grupo objetivo son las personas LGTBI+. Se nos intenta vender como enemigos sociales para que partidos y grupos que no ofrecen nada positivo a la población puedan inventarse un enemigo terrible al que dicen estar protegiendo. Y ese enemigo terrible soy yo, que simplemente estoy en casa, haciendo mis cosas.
 
A las redes de la Federación constantemente nos llegan discursos de odio y, entiendo que a ti quizá te sucede algo parecido porque hace unos días colgabas un post en Instagram que decías que, de tu familia, solo mostrabas a tu perro porque había gente muy mala. ¿Cómo lo gestionas?
Lidio con dificultad. Me gustaría decir que estoy más que acostumbrado, pero en realidad es algo a lo que nunca te puedes acostumbrar del todo. En mi caso, la situación ha ido en aumento. Al final, puedes intentar evitar las redes sociales y no entrar en Twitter, pero también me ha pasado que me han increpado en la calle o me han gritado en una discoteca durante la noche. Y cuando la gente ha bebido, la sensación de inseguridad es mayor porque no sabes hasta dónde puede llegar alguien que te está gritando en un espacio público.
 
Literalmente es de lo que hablé con mi psicóloga en la sesión que tuve anteayer. Me encantaría decir que, después de 13 años creando contenido y muchos años anteriores sufriendo bullying homofóbico, todo está bien. Pero, evidentemente, el miedo y la incomodidad siguen presentes simplemente por estar en la calle. Te acabas haciendo relativamente más fuerte, pero siempre queda algo.
 
Has contado en varias entrevistas que internet, de alguna manera, te salvó un poco la vida. ¿Cómo?
En mi momento, encontré personas como yo, aunque eventualmente muchas personas de mi instituto salieron del armario con los años. Mi instituto tenía un ambiente muy hostil, y no mucha gente se atrevió a hacerlo antes. Pero yo pensaba que no había más personas como yo. Hay un titular fantástico de una entrevista que me hicieron que decía: «Yo pensaba que era el único maricón de Jerez de la Frontera.» Y es verdad, yo pensaba que era el único. Nunca había visto a otro hasta que, de repente, entré en internet. Ahí, puedes buscar específicamente el tipo de persona con la que quieres relacionarte o encontrar foros con intereses en común, y ahí conocí gente como yo.
 
Gracias a eso supe que no estaba del todo solo. Descubrí que había gente como yo en mi propia ciudad, algo mayor que yo, pero en ese momento me salvó la vida porque me hizo entender que las agresiones que sufría no me las merecía. Vi que había más gente en la misma situación y si esas personas que me parecían tan encantadoras y maravillosas recibían el mismo odio que yo, sería que yo tampoco me lo merecía, igual que no pensaba que se lo merecieran ellas.
 
En la entrevista de Referentes LGTBI+ entrevistamos a una persona no binaria de Mallorca que decía que Madrid era una burbuja. Quizá pensabas que eras el único maricón de Jerez de la Frontera, ¿quizá por eso te mudaste a Madrid?
Me mudé a Madrid por muchos motivos, siendo ese uno de ellos. Siempre me había expresado de una manera muy, muy, poco normativa, mucho menos que ahora,que al final mi expresión de género es más normativa. Sentía que para caminar tranquilo por la calle necesitaba ir a algún lugar donde, según decía la leyenda, nadie te miraba por la calle y la gente estaba acostumbrada a ver de todo. Sin embargo, la primera vez que vine a Madrid a los 18 años, me llamaron «maricón» en Chueca nada más llegar. La primera en la frente. 
 
Eso puede pasar en cualquier lugar, pero es cierto que, incluso a los 30 años, sigo sintiendo cierta angustia cuando paseo por mi Jerez natal porque tengo muy marcado que no había un solo día en que paseara allí y me sintiera seguro. Las agresiones eran prácticamente diarias, no solo en el instituto, sino también en la calle. Tenía una expresión de género mucho menos normativa que ahora, y creo que esas experiencias se quedan contigo.
 
Entiendo perfectamente el sexilio, porque si todas esas personas han vivido algo similar a lo que yo experimenté, comprendo por qué no solo huirían a ciudades más grandes, sino que, como a mí, les siga causando ansiedad pisar sus tierras natales, lo cual es tremendamente triste.
 
Y volviendo a internet: más tarde fuiste tú el que creó contenido. ¿Cómo empezaste?
Mi caso fue muy paulatino. Para mí fue muy liberador comenzar a hacer videos a los 17 años, justo cuando estaba empezando a salir del armario. Subir esos videos de una manera tan libre atrajo a muchas personas que decían que les daba mucha envidia y agradecían que los compartiera con tanta naturalidad porque no podían ser tan libres en sus pueblos, casas, institutos, municipios o ciudades.
 
Creo que eso me animó a seguir adelante. La comunidad que se creó alrededor de ellos me moldeó y me animó a continuar. Me convertí en el maricón público que soy ahora, y para mucha gente, mi personalidad se ha formado alrededor de serlo. Aunque es algo que me ha dado muchos quebraderos de cabeza, muchos breakdowns y me ha costado mucha salud mental por la parte de activismo político, creo que, en su momento, me salvó la vida.
 
¿Quiénes fueron tus referentes en internet?
Mis primeros referentes fueron los primeros youtubers que existieron en este país. Hablo con mucho cariño de una chica que se hacía llamar Bollicao, que tenía un canal llamado TodoElMonteEsOrgasmo, y que me encantaba. Ella era abiertamente lesbiana en una época en la que era muy raro ver a alguien hablar con tanta naturalidad sobre su orientación. Luego, Melo Moreno también hizo muchísimo por la visibilidad. Empezó en 2010-2011 y se convirtió en un referente de forma automática.
 
Otro hito importante fue el canal Spanish Queens, el primer multivlog abiertamente LGTBI+ en España, en el que tuve el placer de participar durante muchos años. Fue el primer canal en llegar a 100.000 seguidores y ganamos el premio Bitácora de Televisión Española. En ese momento, cuando YouTube era aún muy pequeño y era raro encontrar esa representación, especialmente en un horario en el que estuvieras despierto a los 15 años, estos referentes fueron cruciales.
 

En ocasiones parece que se estigmatiza a los creadores de contenido e influencers. Pero hay muchos que aportáis valor y os dedicáis a divulgar. ¿Cuáles crees que son los aspectos positivos y negativos de hacer activismo a través de las redes sociales?
 
Creo que en su momento fue especialmente útil porque no había muchas formas de visibilizar temas LGTBI+. Cuando el tema no estaba tan presente en el mainstream, los medios tradicionales como la televisión y la radio, dominados por señores con traje y corbata, no querían representar nada que no fuera como ellos mismos. Que otras personas pudieran representarse a sí mismas frente a tanta gente fue realmente revolucionario.
 
En cuanto al activismo online, todo tiene su cara y su cruz. En el sistema capitalista, lo que se visibiliza es lo que el sistema quiere. Aquí entra el debate actual sobre la necesidad de «influencers de izquierda». Actualmente, la derecha se mueve mucho por los influencers. Por ejemplo, Alvise Pérez y Vito Quiles no dejan de ser señores con un canal de Telegram que, de repente, tienen 800 mil votantes en unas elecciones y puede realizar su postulado de ultraderecha gracias al contenido que crean lanzando bulos absurdos. Esto se refuerza con los creadores de ultraderecha que tienen grandes cifras de audiencia.
 
Ayer mismo vi un video de El Xokas que decía “estos maricones, estos maricones que su personalidad es ser maricón”. Y es uno de los streammers más conocidos y más famosos de este país. Aunque haya influencers de izquierda y activismo en redes (que lo hay a patadas), el sistema encubre y aupa a los que tienen mensajes más facilones y que no son una amenaza para su estructura. Estos mensajes alimentan una política y un consumo que facilita la reproducción social del sistema capitalista.
 
Entonces, ¿existen influencers de izquierda? Sí, igual que existen periodistas, presentadores y políticos de izquierda. Sin embargo, cualquier cosa relacionada con el activismo de izquierda, el LGTBI y el feminismo enfrenta muchas más dificultades para conseguir visibilidad e influencia.
 
También has hablado de la situación precaria de las personas jóvenes, de la okupación, etc. ¿Cómo se entrelazan estas temáticas con el colectivo LGTBI+?
Al final, todas las políticas para la clase obrera son políticas LGTBI+, y todas las políticas LGTBI+ son para la clase obrera. 
 
No solo porque se suele decir que soy maricón y necesito un techo, sino porque quizá tengo más dificultades para encontrarlo. Igual no es tanto mi caso, pero una persona trans con poco cispassing, que podría no tener su documentación en regla y a lo mejor no puede acceder a un trabajo, quizá no le alquilan un piso por la imagen negativa que se ha creado por culpa de los medios. 
 
Las políticas obreras, LGTBI+ y feministas están entrelazadas y tienen un origen y un objetivo común. No puedo concebir un activismo LGTBI+ que no incluya como uno de sus objetivos asegurar que todos tengan un techo y un salario digno. Sin estas necesidades básicas cubiertas, no podemos concentrarnos en las luchas por la liberación sexual. Por ejemplo, según datos recientes de vuestra Federación, una de cada diez mujeres trans ha tenido que dormir en la calle en algún momento, lo que resalta el problema del sinhogarismo.
 
Cuando hablo de estos temas, como la vivienda, de la okupación, lo hago en el marco de mi lucha por las personas de mi propia comunidad, pero también por todas las personas en este país, para que la vivienda no siga siendo intervenida. La gente debería considerar el activismo LGTBI+, independientemente de si pertenecen al colectivo o no.
 
Y también sueles hablar del feminismo.¿Cómo os atraviesa el feminismo a los hombres?
Al final, el feminismo tiene unos objetivos que benefician a toda la población, principalmente a las mujeres, pero también a los hombres. La cárcel de la masculinidad hegemónica nos aprisiona a todos. Nos hace más vulnerables a problemas de autoestima, ya que si no alcanzas esa imagen de liderazgo fuerte y dominante, se te trata como un fracasado o un débil, y te conviertes en objetivo de acoso por parte de otros hombres.
 
Hay quienes señalan que «nadie habla de los problemas de los hombres» y mencionan que el suicidio es la primera causa de muerte entre los hombres, mientras que entre las mujeres es la tercera. Entonces, hablemos de por qué la tasa de suicidio es tan alta entre los hombres. Casos de hombres que matan a su pareja y luego se suicidan, evidentemente son asesinos, y también pueden ser vistos como víctimas, de una manera. Víctimas de una masculinidad que los obliga a reaccionar de forma violenta cuando sienten que su poder ha sido traicionado.
 
El feminismo no solo salvaría la vida de muchísimas mujeres, sino también la de muchos hombres, que no tendrían que sentir la necesidad de mantener una masculinidad hegemónica que, al verse desafiada, puede llevar a la violencia. Evidentemente, el principal objetivo del feminismo es la liberación de la mujer, que es la que más sufre las consecuencias del patriarcado. Pero los hombres también lo sufrimos, especialmente aquellos que mostramos una masculinidad disidente y nos convertimos en objetivos de acoso, agresión o violencia, para que otros refuercen su masculinidad. Así que, al final, el feminismo es algo útil absolutamente para todos.
 
Y para cerrar, al inicio de la entrevista haremos hablado de tu libro El niño que no fui, pero, en el fondo, sí que fuiste un niño, un Daniel pequeño. Si pudieras volver atrás, ¿qué le dirías a ese niño?
Le diría muchas más cosas, como que no pierda la esperanza, que en algún momento todo va a estar bien. Le diría que corra, que busque personas como él, porque existen, están ahí y que encuentre personas con experiencias similares para que entienda que no se merece sufrir. Y que tenga un poquito de esperanza porque aunque las cosas no se solucionarán de la noche a la mañana, pero sí va a descubrir que puede tener una vida feliz y completa. Y llegará un momento en el que encontrará a muchas personas que lo celebrarán, no a pesar de cómo es, sino precisamente por ser cómo es.
 
Graciasss/felgtbi.org/referentes/2024/09/24/daniel-valero-tigrillo/


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