BAYARD RUSTIN

“NADIE QUIERE A BAYARD RUSTIN”
 
Democrítikos
Jul 4, 2022
David Soler
 
Las luchas por los derechos civiles tienen a menudo la apariencia de ser cohesionadas propuestas de progreso, avance e igualdad frente a un muro de opositores. Pero esta idílica imagen choca con frecuencia con la realidad humana, repleta de matices. La historia del activista negro y gay Bayard Rustin, olvidado y tapado por algunos de sus propios compañeros de lucha, es un buen ejemplo. La miseria moral puede hallarse a ambos lados de la trinchera. El que fuera promotor de la histórica Marcha sobre Washington de 1963 fue después ignorado. ¿Por qué? Hoy repasamos su vida y obra.
 
Rustin nació el 17 de marzo de 1912 (apenas un mes antes del naufragio del Titanic, para que nos hagamos una idea del contexto) en una pequeña ciudad del estado de Pennsylvania. Sus abuelos cuidaron de él, y recibió especial influencia de su abuela Julia, miembro de los cuáqueros. De joven Rustin se unió a la Liga Comunista de los Estados Unidos, que abandonó cuando Stalin ordenó a los partidos y organizaciones comunistas cesar en la lucha por los derechos civiles debido los pactos de coalición militar con el gobierno norteamericano para la Segunda Guerra Mundial.
 
“Los negros han sido utilizados y explotados de muchas maneras por los estadounidenses blancos, pero solo recientemente se les ha pedido que satisfagan el deseo masoquista de los desencantados progresistas por la flagelación y el rechazo”- Bayard Rustin
 
Bayard Rustin (derecha) junto a Martin Luther King.
 
Rustin colaboró (y discutió) con las dos figuras más importantes de su tiempo en lo que respecta a la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos: Martin Luther King y Malcom X, y se caracterizó por decir siempre lo que pensaba. Asesoró al equipo de campaña de King en las técnicas de resistencia pacífica y contribuyó al boicot de los autobuses de Montgomery, Alabama. Sus heterodoxas e insobornables posiciones le granjearon varios desencuentros, y buena parte del entorno de Luther King instaba al reverendo a deshacerse de él. Antes de la histórica marcha antirracista sobre Washington de agosto de 1963, que congregó a unas 300.000 personas y en la que King pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”, Rustin había sido espiado y detenido por el FBI, que lo consideraba un peligroso radical.
 
En los círculos de poder a favor de la segregación Rustin representaba todo lo que el “buen patriota norteamericano” debía odiar: era negro, abiertamente gay y socialista. El enemigo público número uno de los valores wasp. Estas características le hacían ser una carga pesada para muchos de sus compañeros de batalla, pues el núcleo de buena parte del movimiento por los derechos civiles era de corte religioso y conservador. La cruda realidad era que la mayoría de los miembros de la comunidad afroamericana tampoco aceptaban la homosexualidad, y tanto King como sus aliados se debatían entre seguir contando con uno de sus principales estrategas o prescindir de él por su orientación sexual.
 
Marcha sobre Washington, 28 de agosto de 1963. Los principales organizadores, junto a Rustin, fueron Asa Philip Randolph (Movimiento Obrero), John Lewis (presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento), James Farmer (presidente del Congreso de Igualdad Racial), Martin Luther King (presidente de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano), Roy Wilkins (presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color o NAACP) y Whitney Young (presidente de la National Urban League).
 
“El barómetro para saber como se está respecto a los derechos humanos no es la comunidad negra, es la comunidad gay. Porque es la comunidad que más fácilmente es maltratada” — Bayard Rustin en 1987
 
Por otro lado, las ideas socialistas de Rustin le hacían dar más relevancia a la clase social que a la raza, y abogaba por la unidad de trabajadores tanto blancos como negros, un frente común contra las desigualdades económicas y sociales. Esta posición lo confrontó con Malcom X y el ala más beligerante del movimiento por los derechos civiles, que tenía un marcado componente de exclusión respecto a la participación de blancos en las luchas por la igualdad (separatismo o nacionalismo negro). En resumen: Rustin no terminaba de encajar en el ala lutherista del movimiento por ser gay, ni en el ala malcomista por apelar a la integración de clase frente a la separación racial.
 
Aunque en un primer momento King, presionado, prescindió de Rustin en su campaña, la pérdida de fuerza del movimiento y de las carismáticas intervenciones de Rustin le hicieron retractarse. Finalmente Rustin recuperó presencia, pero siempre en un segundo plano. Realizó activismo antibélico contra la Guerra de Vietnam, a favor de los americanos de origen japonés (muy maltratados por las autoridades estadounidenses) y de los gais y lesbianas. Sobrevivió a Malcom X y a Martin Luther King, asesinados en 1965 y 1968.
 
Bayard Rustin y Walter Naegle, años 80.
 
Rustin conoció a su pareja en 1977, Walter Naegle, 37 años más joven. Naegle, también activista, fotógrafo y que tiene hoy 73 años, explica que cuando conoció a Rustin en un cruce en Nueva York “nos miramos y fue como un relámpago”. Aunque jamás ocultaron su relación, incómoda para tantos, el obituario de Rustin tras su muerte en 1987 (The New York Times) se refería a su pareja Naegle como “asistente administrativo e hijo adoptivo”.
 
Esto último figuraba así porque, al no estar permitido el matrimonio del mismo sexo, Rustin adoptó a Naegle para que pudiese acceder a la protección legal debida. Conviene recordar estas circunstancias hoy, cuando el matrimonio igualitario en Estados Unidos podría estar en peligro debido al ala más conservadora del Tribunal Supremo. Un peligro real tan solo siete años después de la histórica sentencia del mismo tribunal, que lo legalizaba. Por desgracia ningún avance es irreversible.
 
En 2013 el presidente Barack Obama concedió a Walter Naegle, en honor de Bayard Rustin, la Medalla Presidencial de la Libertad, por su lucha por la libertad, la igualdad y los derechos civiles de todas las personas, independientemente de su color de piel, sexo, estrato social u orientación sexual. El universalismo igualitario de Rustin apela hoy más que nunca a nuestra polarizada sociedad, crecientemente dividida en movimientos identitarios que con no poca frecuencia se excluyen mutuamente, prescinden de los matices y olvidan el carácter universal de esa identidad común a todos: la humana.

Written by Democrítikos
 
Espacio de análisis político, histórico y cultural. Soy David, un periodista interesado en informar, formar y entretener. Pensamiento crítico y ecuánime.
 
Graciasss/democritikos.medium.com/nadie-quiere-a-bayard-rustin



Comentarios