SALVADOR NOVO, La estatua de sal,
Carlos Monsiváis (prol.),
CNCA,
México,
1998.
La escritura por parte de un autor de sus memorias
entraña un proceso de autoanálisis que conduce a la creación de su propia
imagen, es decir, a la composición narrativa de sí mismo. En el caso de La
estatua de sal, Salvador Novo (1904-1974) hace énfasis en el carácter
transgresor de su vida, de ahí el título que hace referencia directa a aquel
personaje bíblico, la mujer de Lot, quien desobedece a Dios y se vuelve para
mirar la destrucción de la ciudad castigada. Nuestro escritor, de manera
similar, vuelve la vista hacia atrás de su propia existencia para rememorar
aquellos actos desobedientes que se convertirán en los granos de sal que
conforman la figura de sí mismo.
La distancia que tiene el autor con los acontecimientos de su vida hace que éstos encuentren un nuevo sentido, el cual Novo decide encauzar a un autorretrato de su condición marginal. Así, el miembro del grupo de los "Contemporáneos" percibe todas las contradicciones entre la conformación y confirmación personal con las reglas sociales: [ aquel hecho] "subrayaba a mis ojos la injusticia de una discriminación sexual que resultaba tan irritante como incomprensible". (58)
Desafortunadamente, Novo dejó inconcluso su plan autobiográfico. No obstante, los episodios que alcanzó a escribir son fundamentales para comprender la trascendencia de este personaje de nuestra cultura y como el mismo escritor declara nos hace partícipes de sus "primeras transgresiones a la moral". (48) La infancia y la adolescencia son las etapas que marcan la vida, de ahí la importancia de que sean precisamente esos momentos los que alcance a narrar el autor.
El carácter inacabado de la obra pospuso en muchas ocasiones la edición de este material, escrito en 1945, que para fortuna de nosotros, lectores de estas aventuras transgresoras, al fin alcanza la luz pública en una edición especialmente cuidada y para la cual se incluyen los sonetos eróticos, que resaltan el aspecto de confesión sexual del material autobiográfico, y se solicitó a Carlos Monsiváis que escribiera una introducción que intituló "El mundo soslayado". De la misma manera acompaña a esa edición la reproducción de unos manuscritos que hacen alusión al "Plan de la obra", en el cual se aprecia el que a general de lo que pudieron ser estas memorias.
Salvador Novo decide poner orden a su vida por medio de un relato cronológico. Sin ninguna división capitular, el autor nos narra su existencia de un tiró. Cabe subrayar el hecho de que estamos ante una obra inacabada y que el así llamado "Plan de la obra" sólo señala años y algún acontecimiento medular que bien puede ser una persona o un lugar. De tal suerte, el impulso de Novo nos remonta a los inicios del siglo xx, cuenta su versión sobre la época revolucionaria, se refiere al nacimiento de una metrópoli que comienza a tener visos de urbe moderna y se detiene cuando está próximo a cumplir los veinte años de edad, pero para aquel momento ya se puede vislumbrar el derrotero que seguiría aquel "Contemporáneo".
La inclusión del material poético, además de acentuar el tono erótico de las memorias, nos conduce a pensar en la presencia continua de la identidad sexual en la obra de Salvador Novo. Lo que en La estatua de sal se enuncia abiertamente, en los sonetos encuentra una manifestación sutil: "Leoncio ayer, Carlos hoy ¿a quién mañana/dedicará mi amor su pensamiento? / ¿Quién con su ausencia me dará el tormento/de esta esperanza dulce, pero vana?" (134). Los XVII sonetos, a los que· en esta edición se le suma uno más, representan ese compromiso de Novo por vivir peligrosamente tal y como André Gide postulaba.
Carlos Monsiváis nombra "El mundo soslayado" al prólogo de La estatua de sal, y es que es evidente la aparición del cuadro de la vida homosexual -de los años veinte en un México posrevolucionario- descrito por Novo; pensemos en la fusión de esos dos tiempos: los años veinte, época de los actos narrados, cuando el país buscaba con toda la energía del cambio su faz moderna y los años cuarenta, tiempo de escritura, cuando México vivía su consolidación urbana y daba muestra de su potencial económico. Así, esas dos décadas marcan la composición de la obra de las que extrae Novo una fuerza impresa en la palabra:
"Una insaciable sed de carne y una audacia a la vez segura de mi belleza y mi posibilidad de comprar caricias, me arrojaban a la caza del género de muchachos que me electrizaba descubrir, tentar, exprimir: los choferes que en el México pequeño de entonces eran la joven generación lanzada a manejar las máquinas, a vivir velozmente". (114)
De este modo podemos apreciar todo lo que hay detrás del relato de una vida. No es sólo la enumeración de los momentos más significativos de un desarrollo personal, sino aquellas cosas aledañas que dan complejidad a lo singular. De ahí que Monsiváis considere pertinente relatar la vida social desde una perspectiva de la experiencia homosexual. El recuento de todos esos acontecimientos históricos, en los cuales se muestra la actitud nacional ante una forma de vida, es necesario para dar realce a esta obra que Novo escribiera con tanta pasión.
Es de suma importancia el conocimiento desarrollado en el prólogo sobre una condición de vida que en la época actual, en la cual la defensa de la diversidad y el respeto por el otro han conseguido prevalecer, parece ser comprendida. Al hacer esas indagaciones sobre la vida homosexual en México, Monsiváis logra que los trazos autobiográficos de Novo adquieran mayor resonancia. En nuestro horizonte no se vislumbra ninguna otra obra con las características de La estatua de sal, que anuncia lo indispensable para conocer vías de expresión de esas maneras de ser. Así señala Xavier Villaurrutia, amigo cercano de nuestro autor, como había una necesidad de "mostrarse tal cual es uno". (26).
De ese impulso nace esta obra con la que al fin los lectores podemos ser partícipes de la emoción de encontrarse a uno mismo. Compartamos, pues, esa felicidad de Salvador Novo, quien de modo jubiloso festejaba el encuentro con un compañero de sus intimidades: "Me alegró mucho verle. Me prometía ponerlo al corriente de estos secretos que hervían, ávidos de comunicación, en el pequeño archivo de mis aventuras [ ...]" (89)
Horacio Molano Nucamendi
Graciasss/decires.cepe.unam.mx/index.php/decires/article/
La distancia que tiene el autor con los acontecimientos de su vida hace que éstos encuentren un nuevo sentido, el cual Novo decide encauzar a un autorretrato de su condición marginal. Así, el miembro del grupo de los "Contemporáneos" percibe todas las contradicciones entre la conformación y confirmación personal con las reglas sociales: [ aquel hecho] "subrayaba a mis ojos la injusticia de una discriminación sexual que resultaba tan irritante como incomprensible". (58)
Desafortunadamente, Novo dejó inconcluso su plan autobiográfico. No obstante, los episodios que alcanzó a escribir son fundamentales para comprender la trascendencia de este personaje de nuestra cultura y como el mismo escritor declara nos hace partícipes de sus "primeras transgresiones a la moral". (48) La infancia y la adolescencia son las etapas que marcan la vida, de ahí la importancia de que sean precisamente esos momentos los que alcance a narrar el autor.
El carácter inacabado de la obra pospuso en muchas ocasiones la edición de este material, escrito en 1945, que para fortuna de nosotros, lectores de estas aventuras transgresoras, al fin alcanza la luz pública en una edición especialmente cuidada y para la cual se incluyen los sonetos eróticos, que resaltan el aspecto de confesión sexual del material autobiográfico, y se solicitó a Carlos Monsiváis que escribiera una introducción que intituló "El mundo soslayado". De la misma manera acompaña a esa edición la reproducción de unos manuscritos que hacen alusión al "Plan de la obra", en el cual se aprecia el que a general de lo que pudieron ser estas memorias.
Salvador Novo decide poner orden a su vida por medio de un relato cronológico. Sin ninguna división capitular, el autor nos narra su existencia de un tiró. Cabe subrayar el hecho de que estamos ante una obra inacabada y que el así llamado "Plan de la obra" sólo señala años y algún acontecimiento medular que bien puede ser una persona o un lugar. De tal suerte, el impulso de Novo nos remonta a los inicios del siglo xx, cuenta su versión sobre la época revolucionaria, se refiere al nacimiento de una metrópoli que comienza a tener visos de urbe moderna y se detiene cuando está próximo a cumplir los veinte años de edad, pero para aquel momento ya se puede vislumbrar el derrotero que seguiría aquel "Contemporáneo".
La inclusión del material poético, además de acentuar el tono erótico de las memorias, nos conduce a pensar en la presencia continua de la identidad sexual en la obra de Salvador Novo. Lo que en La estatua de sal se enuncia abiertamente, en los sonetos encuentra una manifestación sutil: "Leoncio ayer, Carlos hoy ¿a quién mañana/dedicará mi amor su pensamiento? / ¿Quién con su ausencia me dará el tormento/de esta esperanza dulce, pero vana?" (134). Los XVII sonetos, a los que· en esta edición se le suma uno más, representan ese compromiso de Novo por vivir peligrosamente tal y como André Gide postulaba.
Carlos Monsiváis nombra "El mundo soslayado" al prólogo de La estatua de sal, y es que es evidente la aparición del cuadro de la vida homosexual -de los años veinte en un México posrevolucionario- descrito por Novo; pensemos en la fusión de esos dos tiempos: los años veinte, época de los actos narrados, cuando el país buscaba con toda la energía del cambio su faz moderna y los años cuarenta, tiempo de escritura, cuando México vivía su consolidación urbana y daba muestra de su potencial económico. Así, esas dos décadas marcan la composición de la obra de las que extrae Novo una fuerza impresa en la palabra:
"Una insaciable sed de carne y una audacia a la vez segura de mi belleza y mi posibilidad de comprar caricias, me arrojaban a la caza del género de muchachos que me electrizaba descubrir, tentar, exprimir: los choferes que en el México pequeño de entonces eran la joven generación lanzada a manejar las máquinas, a vivir velozmente". (114)
De este modo podemos apreciar todo lo que hay detrás del relato de una vida. No es sólo la enumeración de los momentos más significativos de un desarrollo personal, sino aquellas cosas aledañas que dan complejidad a lo singular. De ahí que Monsiváis considere pertinente relatar la vida social desde una perspectiva de la experiencia homosexual. El recuento de todos esos acontecimientos históricos, en los cuales se muestra la actitud nacional ante una forma de vida, es necesario para dar realce a esta obra que Novo escribiera con tanta pasión.
Es de suma importancia el conocimiento desarrollado en el prólogo sobre una condición de vida que en la época actual, en la cual la defensa de la diversidad y el respeto por el otro han conseguido prevalecer, parece ser comprendida. Al hacer esas indagaciones sobre la vida homosexual en México, Monsiváis logra que los trazos autobiográficos de Novo adquieran mayor resonancia. En nuestro horizonte no se vislumbra ninguna otra obra con las características de La estatua de sal, que anuncia lo indispensable para conocer vías de expresión de esas maneras de ser. Así señala Xavier Villaurrutia, amigo cercano de nuestro autor, como había una necesidad de "mostrarse tal cual es uno". (26).
De ese impulso nace esta obra con la que al fin los lectores podemos ser partícipes de la emoción de encontrarse a uno mismo. Compartamos, pues, esa felicidad de Salvador Novo, quien de modo jubiloso festejaba el encuentro con un compañero de sus intimidades: "Me alegró mucho verle. Me prometía ponerlo al corriente de estos secretos que hervían, ávidos de comunicación, en el pequeño archivo de mis aventuras [ ...]" (89)
Horacio Molano Nucamendi
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