ANTONIO
BERTRÁN ¿COQUETÓN O ADAMADO?
La conversación bertraniana se adama
POR Antonio Marquet
15 junio, 2017
Después del éxito de 2015-2016, periodo en que sin duda fue el libro de temática gay más comentado, más vendido, Chulos y coquetones. Conversaciones con protagonistas del mundo gay, Antonio Bertrán (Ciudad de México, 1966) entrega ahora Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual (Ediciones B, 2017), que contiene nueve entrevistas a Sabina Berman (dramaturga, novelista, periodista), Bertha de la Maza (ingeniero agrónomo y librera), Héctor Orlando Aguirre (Internauta regiomontano), Jaime Cobián (historiador y activista tapatío), Antonio Escalante (artista plástico), Antonio Salazar (artista plástico), Aletze Sebastian Estrada (varón trans), Sofía Guadarrama (novelista trans), Marta Lamas (académica, directora de la desaparecida revista Debate feminista).
Se trata de dos transgénero, de mujer a hombre y de hombre a mujer, cuatro gays, dos lesbianas y una mujer heterosexual. El objetivo de Damas y adamados queda claro desde la organización de las entrevistas en el libro. Lo abre Sabina Berman, en el paraíso, y lo cierra Marta Lamas, en el bunker, dos mujeres con una obra trascendente. En el centro, están los varones también con una actividad notable, y sobre todo una obra por venir.
La entrevista ciertamente no es una novedad, es una herramienta del amplio arsenal que tiene el investigador a la mano. Sin embargo, Antonio Bertrán le da un aliento diferente a este género periodístico no solo por la calidad de las charlas, que abren con la descripción del hogar del entrevistado y terminan con una breve sesión de fotos; también se debe al estatus destacado que ocupa la conversación en la biografía de un gay o una lesbiana. Todo ser que ha experimentado la diversidad en las entrañas, que ha optado por salir del sendero de la normalidad, ha cultivado el arte de la conversación para construirse. Ese tipo de conversación que implica una gran cantidad de cosas, entre las que destacan, la amistad, el secreto, la confidencia, la intimidad, el regodeo en la charla, el ocio, el apartarse del mundanal ruido y sobre todo de Heterolandia.
Por ello es pertinente definir qué es una conversación a la manera de Bertrán. Aunque la definición hay que buscarla en cada una de las entrevistas, que no se parecen entre sí, yo definiría ese dispositivo como un corte longitudinal en la intimidad, un tú a tú inteligente, que se desarrolla en el contexto familiar, íntimo del entrevistado: cada una de las conversaciones, excepto la de Marta Lamas (en el café de una librería, el sitio más impersonal), la de Antonio Salazar (en su taller en la Academia de San Carlos) y la de Bertha de la Maza (en la librería Voces en Tinta), se llevan a cabo en el domicilio del entrevistado dispuesto a abrir la doble puerta de su domicilio e intimidad. Lo que Bertrán persigue es la revelación, no solo de detalles importantes, sino las claves que construyen al entrevistado como un personaje.
Desde esta perspectiva, el ejercicio de la entrevista se convierte en la implementación de una estrategia para extraer información sobre lo que el entrevistado mantiene en segundo plano. El proceso de la entrevista es al mismo tiempo rápido y complejo.
En Damas y adamados, sin duda, corresponde a Jaime Cobián el honor de entrar en este dispositivo con el paso más firme a base de declaraciones tajantes (que remiten a la crueldad de la “caridad cristiana”), mientras Marta Lamas se propone mantener las compuertas cerradas, y como revelaciones, opta por exhibir a otros (es significativo que Antonio Bertrán no duerma la noche anterior a la entrevista, pensando cómo iba a romper el escudo del que hace alarde retadoramente Lamas: que sin duda triunfa, pírricamente).
Los nueve retratos (hechos con trazos seguros), que propone Bertrán, contribuyen a la constitución de la galería de maricones[1] eminentes mexicanos (excepto, claro está, el de la académica buga). Cada historia revela una riqueza subjetiva, una voluntad de acción y cambio, trayectorias tan diversas como profundas que han dejado una estela. Cada conversación introduce al lector en un universo emocional insospechado.
Ajeno al ámbito queer, Damas y adamados recorre la red del Internet, visita revistas académicas, se asoma al acervo iconográfico de la comunidad gay, se instala en una librería que es el corazón bibliográfico del universo elegebetero, visita una ciudad sin memoria, Tijuana, donde el clóset consiste en preferir las marchas norteamericanas porque las mexicanas no están organizadas, sigue los pasos de odiseas trans y a Cobian, quien se centra en recabar los nombres que han configurado los bordes del estigma. Se trata de nueve paneles, nueve trayectorias, nueve perfiles.
En la dedicatoria del libro, Antonio Bertrán define su libro como “abanico gozoso”. Abanico que coloca al sujeto (el entrevistado, pero también al lector) en un contexto: para ser marquesa hay que saber moverlo, frivolidad que no carece de significado. El conversador ha de conducirse y colocarse a la altura de los retos que lanza Bertrán, en una esgrima veloz y filosa. Desafíos subjetivos que han de abordarse de manera frontal, espontánea, directa, sin vuelta de hoja, ni escudos (solo Lamas se ufana en utilizarlo puesto que la intimidad no es política; es suya). En la misma introducción, Bertrán se refiere al conjunto de los conversadores como un “abanico galante” (14).
Las referencias de Antonio Bertrán, sobre las cuales construye su tinglado, se inscriben en el pasado: Darwin (la diversidad como fundamento de la felicidad), el Bosco cuyo “Jardín de las delicias” es una bacanal, el siglo XVIII de donde proviene el término adamado, que Antonio Bertrán utiliza para describir a los maricas que hablan en su libro. La referencia a Darwin proviene del universo de Berman; el término “adamado”, del libro de Cobián.
Es preciso tener en cuenta aquello que se juega en el dispositivo de la conversación que ha sido el espacio de tramitación entre amigos-aliados-confidentes-consejeros, de las rupturas sociales y familiares, que para muchos ha significado asumirse como sujetos diversos y salir del clóset. En este contexto, la conversación se ha configurado como el entramado en el que se tejen tanto aventuras, amores, dubitaciones, risas, anhelos, proyectos (también lágrimas, angustias, temores, impotencia, rabia…), como identidades. En efecto, la conversación ha sido uno de los más firmes pilares de la identidad del sujeto diverso.
La conversación ha sido el espacio de intimidad y de libertad elegebetero. Es el espacio en que se siente a salvo, ajeno a la agresión y la injuria supremachista. La conversación ha fungido como el ámbito de la palabra frente al grito injurioso, a la amenaza, a la extorsión. Hasta el grado de que se puede afirmar que la conversación nos ha humanizado frente a un discurso supremachista que una y otra vez pretende animalizarnos impunemente.
De esta manera, el movimiento gay pasó por el espacio de la conversación, por la palabra, tanto en el espacio público como en el familiar, como lo señala Sabina Berman, sin duda la charla más propositiva:
Sí “lo que ves”, como decía Juan Gabriel (“lo que se ve no se pregunta”). Excepto que mi familia es una familia judía que sí pregunta y sí quiere tener las definiciones verbalmente, en el lenguaje. (24)
La conversación crea una intimidad, establece coordenadas que definen un adentro y un afuera y, sobre todo, se produce en el ámbito de la amistad y de la pareja. “Amor es que me escuches”, dice un estuche para lápices que le regala la primera amora de Bertha de la Maza. El regalo, cuyo simbolismo es transparente, coloca a la conversación en un plano mayor donde escuchar y amar llegan a un punto de confluencia.
El arte de la conversación se trenza en un intercambio de dones, el principal de todos quizá sea el de la confianza, que permite tanto la entrega, como la construcción de un relato.
Las conversaciones que Antonio Bertrán propone son minas de información que han de ser analizadas. Dan pábulo para la reflexión e invitan a un amplio público a que se asome a una diversidad que da la cara con seguridad: al hacerlo, se darán cuenta de que nada de lo que señalan los torquemadas de la diversidad, tiene siquiera atisbos de verdad.
Al mismo tiempo, una vez que se producido el milagro de la conversación, ello promueve en el lector un examen personal. El dispositivo de las preguntas lanzadas, cuestiona al intruso lector: ¿qué otras posibilidades de acción existen aparte de las que avizoraron los entrevistados? ¿Qué otras historias se han tejido en situaciones similares? Ello promueve tanto la identificación como la construcción de comunidad. Estoy seguro de que más de un lector de los libros de Antonio Bertrán habrá de decirse: esos son mis problemas, esos son los escollos que conocí, esas fueron las piedras que también encontré en el camino.
Las conversaciones que propone Antonio Bertrán en Damas y adamados, sin duda, ayudan a penetrar en subjetividades de la sociedad mexicana contemporánea.
Bertrán, Antonio. (2016) Chulos y coquetones. Conversaciones con protagonistas del mundo gay. México: Ediciones B.
Bertrán, Antonio. (2017) Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual. México: Ediciones B.
[1] Dudo que Sabina Berman y Bertha de la Maza se sientan cómodas con esta apelación, dado que podrían ser todo, excepto mariconas.
Graciasss/elegebeteando.wordpress.com/2017/antonio-bertran-coqueton-o-adamado/
La conversación bertraniana se adama
POR Antonio Marquet
Después del éxito de 2015-2016, periodo en que sin duda fue el libro de temática gay más comentado, más vendido, Chulos y coquetones. Conversaciones con protagonistas del mundo gay, Antonio Bertrán (Ciudad de México, 1966) entrega ahora Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual (Ediciones B, 2017), que contiene nueve entrevistas a Sabina Berman (dramaturga, novelista, periodista), Bertha de la Maza (ingeniero agrónomo y librera), Héctor Orlando Aguirre (Internauta regiomontano), Jaime Cobián (historiador y activista tapatío), Antonio Escalante (artista plástico), Antonio Salazar (artista plástico), Aletze Sebastian Estrada (varón trans), Sofía Guadarrama (novelista trans), Marta Lamas (académica, directora de la desaparecida revista Debate feminista).
Se trata de dos transgénero, de mujer a hombre y de hombre a mujer, cuatro gays, dos lesbianas y una mujer heterosexual. El objetivo de Damas y adamados queda claro desde la organización de las entrevistas en el libro. Lo abre Sabina Berman, en el paraíso, y lo cierra Marta Lamas, en el bunker, dos mujeres con una obra trascendente. En el centro, están los varones también con una actividad notable, y sobre todo una obra por venir.
La entrevista ciertamente no es una novedad, es una herramienta del amplio arsenal que tiene el investigador a la mano. Sin embargo, Antonio Bertrán le da un aliento diferente a este género periodístico no solo por la calidad de las charlas, que abren con la descripción del hogar del entrevistado y terminan con una breve sesión de fotos; también se debe al estatus destacado que ocupa la conversación en la biografía de un gay o una lesbiana. Todo ser que ha experimentado la diversidad en las entrañas, que ha optado por salir del sendero de la normalidad, ha cultivado el arte de la conversación para construirse. Ese tipo de conversación que implica una gran cantidad de cosas, entre las que destacan, la amistad, el secreto, la confidencia, la intimidad, el regodeo en la charla, el ocio, el apartarse del mundanal ruido y sobre todo de Heterolandia.
Por ello es pertinente definir qué es una conversación a la manera de Bertrán. Aunque la definición hay que buscarla en cada una de las entrevistas, que no se parecen entre sí, yo definiría ese dispositivo como un corte longitudinal en la intimidad, un tú a tú inteligente, que se desarrolla en el contexto familiar, íntimo del entrevistado: cada una de las conversaciones, excepto la de Marta Lamas (en el café de una librería, el sitio más impersonal), la de Antonio Salazar (en su taller en la Academia de San Carlos) y la de Bertha de la Maza (en la librería Voces en Tinta), se llevan a cabo en el domicilio del entrevistado dispuesto a abrir la doble puerta de su domicilio e intimidad. Lo que Bertrán persigue es la revelación, no solo de detalles importantes, sino las claves que construyen al entrevistado como un personaje.
Desde esta perspectiva, el ejercicio de la entrevista se convierte en la implementación de una estrategia para extraer información sobre lo que el entrevistado mantiene en segundo plano. El proceso de la entrevista es al mismo tiempo rápido y complejo.
En Damas y adamados, sin duda, corresponde a Jaime Cobián el honor de entrar en este dispositivo con el paso más firme a base de declaraciones tajantes (que remiten a la crueldad de la “caridad cristiana”), mientras Marta Lamas se propone mantener las compuertas cerradas, y como revelaciones, opta por exhibir a otros (es significativo que Antonio Bertrán no duerma la noche anterior a la entrevista, pensando cómo iba a romper el escudo del que hace alarde retadoramente Lamas: que sin duda triunfa, pírricamente).
Los nueve retratos (hechos con trazos seguros), que propone Bertrán, contribuyen a la constitución de la galería de maricones[1] eminentes mexicanos (excepto, claro está, el de la académica buga). Cada historia revela una riqueza subjetiva, una voluntad de acción y cambio, trayectorias tan diversas como profundas que han dejado una estela. Cada conversación introduce al lector en un universo emocional insospechado.
Ajeno al ámbito queer, Damas y adamados recorre la red del Internet, visita revistas académicas, se asoma al acervo iconográfico de la comunidad gay, se instala en una librería que es el corazón bibliográfico del universo elegebetero, visita una ciudad sin memoria, Tijuana, donde el clóset consiste en preferir las marchas norteamericanas porque las mexicanas no están organizadas, sigue los pasos de odiseas trans y a Cobian, quien se centra en recabar los nombres que han configurado los bordes del estigma. Se trata de nueve paneles, nueve trayectorias, nueve perfiles.
En la dedicatoria del libro, Antonio Bertrán define su libro como “abanico gozoso”. Abanico que coloca al sujeto (el entrevistado, pero también al lector) en un contexto: para ser marquesa hay que saber moverlo, frivolidad que no carece de significado. El conversador ha de conducirse y colocarse a la altura de los retos que lanza Bertrán, en una esgrima veloz y filosa. Desafíos subjetivos que han de abordarse de manera frontal, espontánea, directa, sin vuelta de hoja, ni escudos (solo Lamas se ufana en utilizarlo puesto que la intimidad no es política; es suya). En la misma introducción, Bertrán se refiere al conjunto de los conversadores como un “abanico galante” (14).
Las referencias de Antonio Bertrán, sobre las cuales construye su tinglado, se inscriben en el pasado: Darwin (la diversidad como fundamento de la felicidad), el Bosco cuyo “Jardín de las delicias” es una bacanal, el siglo XVIII de donde proviene el término adamado, que Antonio Bertrán utiliza para describir a los maricas que hablan en su libro. La referencia a Darwin proviene del universo de Berman; el término “adamado”, del libro de Cobián.
Es preciso tener en cuenta aquello que se juega en el dispositivo de la conversación que ha sido el espacio de tramitación entre amigos-aliados-confidentes-consejeros, de las rupturas sociales y familiares, que para muchos ha significado asumirse como sujetos diversos y salir del clóset. En este contexto, la conversación se ha configurado como el entramado en el que se tejen tanto aventuras, amores, dubitaciones, risas, anhelos, proyectos (también lágrimas, angustias, temores, impotencia, rabia…), como identidades. En efecto, la conversación ha sido uno de los más firmes pilares de la identidad del sujeto diverso.
La conversación ha sido el espacio de intimidad y de libertad elegebetero. Es el espacio en que se siente a salvo, ajeno a la agresión y la injuria supremachista. La conversación ha fungido como el ámbito de la palabra frente al grito injurioso, a la amenaza, a la extorsión. Hasta el grado de que se puede afirmar que la conversación nos ha humanizado frente a un discurso supremachista que una y otra vez pretende animalizarnos impunemente.
De esta manera, el movimiento gay pasó por el espacio de la conversación, por la palabra, tanto en el espacio público como en el familiar, como lo señala Sabina Berman, sin duda la charla más propositiva:
Sí “lo que ves”, como decía Juan Gabriel (“lo que se ve no se pregunta”). Excepto que mi familia es una familia judía que sí pregunta y sí quiere tener las definiciones verbalmente, en el lenguaje. (24)
La conversación crea una intimidad, establece coordenadas que definen un adentro y un afuera y, sobre todo, se produce en el ámbito de la amistad y de la pareja. “Amor es que me escuches”, dice un estuche para lápices que le regala la primera amora de Bertha de la Maza. El regalo, cuyo simbolismo es transparente, coloca a la conversación en un plano mayor donde escuchar y amar llegan a un punto de confluencia.
El arte de la conversación se trenza en un intercambio de dones, el principal de todos quizá sea el de la confianza, que permite tanto la entrega, como la construcción de un relato.
Las conversaciones que Antonio Bertrán propone son minas de información que han de ser analizadas. Dan pábulo para la reflexión e invitan a un amplio público a que se asome a una diversidad que da la cara con seguridad: al hacerlo, se darán cuenta de que nada de lo que señalan los torquemadas de la diversidad, tiene siquiera atisbos de verdad.
Al mismo tiempo, una vez que se producido el milagro de la conversación, ello promueve en el lector un examen personal. El dispositivo de las preguntas lanzadas, cuestiona al intruso lector: ¿qué otras posibilidades de acción existen aparte de las que avizoraron los entrevistados? ¿Qué otras historias se han tejido en situaciones similares? Ello promueve tanto la identificación como la construcción de comunidad. Estoy seguro de que más de un lector de los libros de Antonio Bertrán habrá de decirse: esos son mis problemas, esos son los escollos que conocí, esas fueron las piedras que también encontré en el camino.
Las conversaciones que propone Antonio Bertrán en Damas y adamados, sin duda, ayudan a penetrar en subjetividades de la sociedad mexicana contemporánea.
Bertrán, Antonio. (2016) Chulos y coquetones. Conversaciones con protagonistas del mundo gay. México: Ediciones B.
Bertrán, Antonio. (2017) Damas y adamados. Conversaciones con protagonistas de la diversidad sexual. México: Ediciones B.
[1] Dudo que Sabina Berman y Bertha de la Maza se sientan cómodas con esta apelación, dado que podrían ser todo, excepto mariconas.
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