ACTIVISMO TRAVESTI / TRANS



HISTORIA DEL ACTIVISMO TRAVESTI / TRANS EN LA
ARGENTINA: ITINERARIOS POLÍTICOS EN TENSIÓN
 
Marce Joan Butierrez6
 
Escribir sobre la historia de los procesos políticos siempre representa enormes desafíos. Es una materia tan viva como la carne y se cifran en ella disputas partidarias, herencias y futuros. Me atreveré, sin embargo, a reseñar en este texto el hacer político travesti, transgénero y transexual argentino desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente. El objetivo no es sellar con fuego una “historia oficial” de “lo trans” en la Argentina, sino producir algunas directrices históricas elementales que ordenen los debates políticos e historiográficos.
 
Para ello, utilizaré la noción de “itinerarios políticos”, introducida por Lohana Berkins en su texto “Un itinerario político del travestismo”, texto basal de la preocupación histórica sobre lo trans en la Argentina. En ese ensayo, Berkins construye una cronología que da cuenta de la constitución de las primeras organizaciones y espacios de acción política, la conformación de coaliciones con los feminismos y organismos de derechos humanos y los eventos significativos de una agenda de lucha que va desde 1991 hasta 2003.
 
Este relato cronológico propuesto por Berkins es tan solo uno de los itinerarios posibles, cada uno de los cuales da cuenta de una voz narrativa y está centrado en un tipo de experiencia particular. Por ello, para producir una historia del activismo travesti/trans en la Argentina, debemos acudir a la recolección y sistematización de estos itinerarios y enfrentar sus tensiones y contradicciones.
 
Existe un segundo itinerario político que goza de popularidad entre las jóvenes generaciones y que comprende las conquistas legislativas de la última década, desde la sanción de la Ley de Identidad de Género en 2012 hasta el presente. Este itinerario pos-Berkins está centrado en las demandas que las organizaciones travestis y trans disputaron frente al Estado argentino y que fueron canalizadas en iniciativas legislativas y en la conformación de espacios dentro del Estado desde donde impulsar acciones específicas para la población trans.
 
6. Marce Joan Butierrez. Antropóloga, travesti e investigadora feminista queer. Se desempeña profesionalmente como redactora, investigadora y docente dentro del campo de los estudios trans, la geografía de las sexualidades y los estudios sobre movilidad y migración. Es colaboradora permanente de las publicaciones digitales Moléculas Malucas y Latfem y columnista del suplemento SOY del diario Página/12.
 
Se trata de un itinerario donde el eje son las políticas públicas y que ha sido sostenido con vigor por las organizaciones LGBT, asociaciones de travestis y trans y espacios partidarios identificados con el ala “progresista” del peronismo. Aunque esta narrativa se reconoce como heredera de las luchas de lideresas como Lohana Berkins y Diana Sacayán, no profundiza en las complejas tensiones entre los activismos de base territorial y las iniciativas estatales. Existe, por último, un tercer itinerario político en construcción liderado por las travestis más viejas, “las históricas”, que pretende reconstruir los momentos y estrategias previos al activismo formal.
 
Se trata de un conjunto de relatos, memorias y registros audiovisuales producidos por aquellas travestis sobrevivientes al nudo de violencias extremas producido por el Estado argentino entre la última dictadura militar (1976-1983) y la recuperación democrática (1983-1994). En esta voz narrativa, se ponen en valor las estrategias de acompañamiento entre pares, la astucia frente al control policial y las primeras formas asamblearias y anárquicas gestadas al abrigo del trabajo sexual.
 
Obviamente, existen otros itinerarios políticos necesarios y urgentes en la Argentina, tal el caso de los activismos provinciales, el activismo transexual, transmasculino y no binario, aunque su desarrollo aún se acota a unos pocos trabajos de investigación. En el presente texto, me ocuparé en la urdimbre de todos estos itinerarios para construir una línea de tiempo en la que arbitrariamente quepa un complejo conjunto de experiencias políticas travestis, transgéneros y transexuales. Dividiré esta línea temporal a partir de algunos acontecimientos significativos que permiten establecer mojones temporales y fechas extremas.
 
Maricas Unidas Argentinas (MUA) y las primeras demandas por el reconocimiento de la identidad transexual (1951-1986)
 
Existe una amplia diversidad de fuentes disponibles para dar cuenta de la historia trans en la Argentina: registros médicos, jurídicos, policiales, psiquiátricos, penales, etc. producidos por el Estado y sus agentes; los archivos de redacción producidos por periodistas y reporteros gráficos; memorias y biografías; otros archivos literarios, cinematográficos, etc.
 
Las memorias resultan especialmente útiles para reconstruir determinados períodos, ya que dejan constancia de términos, experiencias e identificaciones que en otros registros fueron censurados u omitidos. A través de una de estas memorias biográficas, la de Malva Solís, podemos conocer uno de los primeros intentos de agrupamiento político en el país: Maricas Unidas Argentinas (MUA).7 MUA fue un espacio de ayuda mutua fundado en 1951 entre las maricas detenidas en el hoy denominado Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ex-Unidad Nº 2) e identificado habitualmente como “penal de Devoto”, acusadas de vestir ropa contraria al sexo u ofertar sexo en la vía pública.
 
Estas dos acciones fueron tipificadas como delitos contra la moral en los edictos policiales porteños en 1935. La persecución hacia las maricas era corriente cuando Malva Solís llegó a Buenos Aires en los años cuarenta, procedente de Chile. Cada una de esas detenciones en Devoto podía durar cerca de sesenta días, en el transcurso de los cuales se padecía hambre y frío. Por ello decidieron crear un sistema de auxilio entre maricas, donde cada una aportaba algo de dinero para ayudar a las detenidas con la promesa de ser auxiliadas ante una próxima detención.
 
Además, MUA tenía un boletín impreso de forma casera a través del cual las maricas conocían la situación de las detenidas, novedades, chismes e invitaciones a fiestas y reuniones. En una ocasión, uno de los ejemplares cayó en manos de la policía y desencadenó una gran redada, tras la cual se desarticuló este intento primigenio de organización. Durante este período, la palabra “marica” nombraba un amplio espectro de experiencias sexo-genéricas imposibles de reducirse a lo que actualmente denominamos “travesti”.
 
7. Malva Solís es reconocida como la travesti más longeva de la Argentina. Nació en Chile, en 1920, y emigró a la Argentina en la década de 1940. Fue testigo de las políticas represivas de la segunda mitad del siglo XX contra maricas y travestis. Publicó en 2011 el libro Mi recordatorio donde compiló sus memorias. También escribió en la revista El Teje. Su historia de vida fue retratada en el film Con nombre de flor, dirigida por Carina Sama. Falleció en la Argentina, el 15 de julio de 2015, a los 95 años de edad.
 
La palabra “travesti” se popularizó en 1971 a partir de la presentación en Buenos Aires del grupo Les Girls, un grupo de artistas brasileños que “se vestían” de mujeres dentro del marco de un número artístico. El término se utilizó para denominar a otros artistas (siempre sospechados de ser afeminados) que se travestían. Más adelante, se utilizó la palabra “travesti” para nombrar también a quienes con atuendos femeninos y cuerpos intervenidos con siliconas u hormonas se dedicaban al trabajo sexual. Por fuera de esta caracterización, se desarrolló otro tipo de experiencia en torno al género: la identidad transexual. En 1966, los principales periódicos de la época se hicieron eco de un caso judicial referido a cirugías de “cambio de sexo”.
 
Los doctores Clemente Rodríguez Jáuregui, Alejandro Pavlosky, Ricardo San Martín y Francisco Defazio fueron acusados de haber “mutilado” a cinco pacientes transexuales: Liliana Vega, María Vega, Derito Armesto, Marta Fábregas y Patricia Rojo. La polémica se inició tras la requisitoria judicial de María Vega por el reconocimiento de su identidad en sus documentos, ya que alegó que había modificado su sexo a través de una cirugía. A partir de allí, la justicia investigó a los médicos, los encerró y, finalmente, los absolvió en 1969. Esta polémica derivó en la reforma de la Ley N° 17132, que regulaba el ejercicio de la medicina, para prohibir las intervenciones sobre los órganos reproductivos sin previa autorización judicial.
 
Este hecho demarcó la voluntad política del Estado argentino de regular la autodeterminación corporal de las personas transexuales.
 
El Frente de Travestis y los crímenes de Panamericana (1986-1993)
 
En torno a los barrios de la zona norte de Buenos Aires, se fueron constituyendo, en los años ochenta, zonas de trabajo sexual, primero sobre la Av. del Libertador a la altura de Martínez, Florida y Vicente López y, progresivamente, hacia la zona de la ruta Panamericana.
 
A diferencia de momentos previos, donde las travestis trabajaban junto a mujeres “cis” y “haciéndose pasar” por tales, la zona de Panamericana era reconocida por los clientes, la policía y los vecinos como exclusiva de las travestis. La performance de las travestis, alimentada del teatro y los cabarets, se trasladó a las calles. Esta década estuvo marcada también por la aparición de las siliconas aplicadas clandestinamente, una tecnología que permitió a las travestis construir sus figuras voluptuosas y así evitar los efectos negativos de la hormonización.
 
En Panamericana, se sucedieron entre 1986 y 1993 cerca de un centenar de asesinatos de travestis en por lo menos tres modalidades: crímenes directamente relacionados con la violencia policial, asesinatos caracterizados como “crímenes pasionales” y muertes accidentales al momento de huir entre los autos. Los periódicos aventuraron la hipótesis de un asesino serial al que llamaban “el Cazamariposas”. Fabiola, una travesti paraguaya de dieciocho años, fue atropellada por un patrullero y su muerte agitó a sus amigas para manifestarse. Guiadas por Mónica Ramos y Perica Burrometo, las travestis radicadas en el Tigre y otros barrios de la zona norte se manifestaron por primera vez el 21 de diciembre de 1986.
 
Llegaron a Plaza de Mayo con pancartas que decían: “Queremos tolerancia”, “Basta de abusos” y “Queremos igualdad de derechos”, al tiempo que exhibían los golpes recibidos por la policía y mostraban su cuerpo. Este grupo se autoproclamó Frente de Travestis y elevó un pliego de reivindicaciones dirigido al ministro del Interior Antonio Tróccoli. La experiencia del Frente de Travestis aspiró a convertirse en un sindicato de trabajadoras sexuales, aunque, producto de la represión policial, fue desarticulado, esto obligó a sus referentas al exilio o a padecer persecuciones hasta la muerte.
 
Este evento evidencia que las violencias recibidas por las travestis durante la dictadura se extendieron e, incluso, se agudizaron durante los primeros años de recuperación democrática.
 
Las primeras organizaciones y debates sobre la identidad travesti (1993-1997)
 
La primera organización trans en participar de las marchas del orgullo y visibilizar problemáticas en los medios de comunicación fue Transexuales por el Derecho a la Identidad y la Vida (TRANSDEVI).
Fue fundada en 1991 por Karina Urbina, destacada activista transexual, editora de la Revista Confidencial y directora de la primera revista de temática trans en la Argentina: La Voz Transexual.
 
El conjunto de acciones políticas de Urbina y otras transexuales de los noventa, como Patricia Gauna, Yanina Moreno y Mariela Muñoz, constituye un itinerario político transexual que merece un estudio particular y detallado. A Carlos Jáuregui y sus compañeros de Gays por los Derechos Civiles (Gays DC) les interesaba incluir a las travestis en las marchas y otras actividades, pero su realidad de jóvenes gays de clase media poco tenía que ver con las condiciones de marginalidad de las travestis. La llegada de estas a los espacios gays-lésbicos se dio a través de dos estrategias: la atención jurídica de Ángela Vanni y la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), un culto dirigido por el pastor Roberto González.
 
Estos espacios de acogida brindaron las primeras oportunidades para la organización de las travestis. En 1993 Travestis Unidas (TU) participó de la segunda marcha del orgullo. Aunque se presentaba como una organización fundada por Kenny de Michelis, Sandy González y Gabriela Carrizo, no eran muchas las compañeras agrupadas en ese espacio. También en 1993, durante una fiesta de cumpleaños, un grupo de travestis se percató de que la ausencia de algunas invitadas se debía a que habían sido detenidas camino a la reunión.
 
Cansadas de la persecución, Claudia Pía Baudracco, María Belén Correa, Dahiana Diet, Alejandra Romero, Cinthia Pérez, Wendy Leguizamón, Veruska, Fidela Colman, Sara Gómez y Jeanet Contreras fundaron la Asociación de Travestis de la Argentina (ATA). Otras dos figuras centrales del activismo travesti gravitaban la escena de aquellos años. Lohana Berkins participó de la fundación de la Asociación de Meretrices de la Argentina (AMAR) y fue vicepresidenta de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). En 1994 vio la participación de ATA en la tercera marcha del orgullo y se acercó al espacio, ya que sentía que debía activar políticamente junto a las travestis.
 
También en 1994, Nadia Echazú tomó contacto con ATA a través de una invitación de Ángela Vanni. Por ende, desde 1994 hasta 1997 ATA fue el espacio que reunió a las principales activistas travestis, aunque no sin tensiones. En 1995, realizaron dos manifestaciones de gran magnitud: una sentada frente a la Casa Rosada con el lema “Nos sentamos para poder caminar”, en reclamo por la derogación de los edictos policiales y la Marcha contra la Violencia Policial, junto a organizaciones universitarias, de DD.HH. y LGBT. En 1996, se realizó en Rosario el 1º Encuentro Nacional Lésbico, Gay, Travesti, Transexual y Transgénero.
 
Este encuentro, impulsado por Carlos Jáuregui, sirvió como catalizador de preocupaciones y experiencias en común e inauguró definitivamente las siglas LGBT como un espacio de articulación política. En 1997, las tensiones políticas entre Lohana, Nadia y las fundadoras de ATA se tornó evidente. El eje de las disputas fue el trabajo sexual. Mientras ATA optó por una posición neutral sobre el tema, Nadia quería posicionarse a favor del trabajo sexual y visibilizar su condición abiertamente y Lohana prefería una visión problematizadora que hablara sobre el trabajo sexual, pero sin reivindicarlo.
 
Así surgió la Organización de Travestis y Transexuales de la Argentina (OTTRA), fundada por Nadia Echazú, y la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), liderada por Lohana Berkins.
 
Lohana Berkins y las estrategias de coalición (1997-2012)
 
La estrategia política que diferenció a Lohana Berkins de las demás activistas travestis de su generación fue la de crear espacios de coalición con los feminismos, los círculos académicos y las agrupaciones de DD.HH. Al momento de crear ALITT, Lohana ya tenía en mente un universo de reivindicaciones políticas distintas a las de sus compañeras.
 
Su estrategia fue correrse de la cuestión del trabajo sexual y la lucha contra los edictos —sin abandonarla del todo— para avanzar sobre el derecho a la identidad, entendiéndolo como la puerta de acceso a otros derechos elementales. Entre 1994 y 1999, la cuestión central de los activismos fue la derogación de los edictos 2°H y 2°F, que penalizaban la oferta de sexo y el uso de ropa contraria al sexo. Con la autonomización de la Ciudad de Buenos Aires, tras la reforma constitucional de 1994, se abrió el debate de los códigos de convivencia urbana, en los que el activismo travesti participó para lograr el cese de la persecución policial.
 
Durante esos años, la lucha entre las travestis, trabajadoras sexuales y los vecinos de Palermo ocupó las páginas principales y el prime time de los medios de comunicación, las travestis acudían a la TV para popularizar su demanda. Lohana se diferenció de la estrategia mediática y construyó alianzas políticas en otro sentido. Por ello, tras la sanción del nuevo Código de Convivencia Urbana en 1998 que dejó sin efecto los edictos, Lohana profundizó su activismo y fue progresivamente acercándose a las asambleas feministas, espacios académicos como el Grupo de Política Sexual (GPS) y a Madres de Plaza de Mayo.
 
Otras de sus alianzas fundamentales se dieron a través de los partidos de izquierda, por lo que en 1999 consiguió ser contratada como asesora del diputado Patricio Echegaray, del Partido Comunista. A través de la editorial de las Madres de Plaza de Mayo en 2005 Lohana Berkins y Josefina Fernández publicaron La Gesta del Nombre Propio, primer informe sobre la situación de la comunidad travesti/trans en la Argentina. En 2007 publicó Cumbia, copeteo y lágrimas y participó de la revista El Teje, un proyecto editorial dirigido por Marlene Wayar con el apoyo del Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires. También en 2007 gestionó la creación de la Cooperativa Textil Nadia Echazú, un proyecto de inclusión laboral para travestis y trans.
 
En 2011, tomó parte en la fundación del primer colegio secundario para personas trans, el Bachillerato Mocha Celis. Definitivamente, este entramado de alianzas fue clave para la proyección política de Lohana y para la conquista de la Ley de Identidad de Género (LIG) en 2012. Fiel a su estrategia, Lohana impulsó la creación del Frente por la Identidad de Género, un espacio que articulaba grupos gays, travestis, trans y demás aliados. Desde este espacio, se impulsó un proyecto de Ley de Identidad de Género que hiciera frente al presentado por la Federación Argentina LGBT (FALGBT).
 
Mientras el proyecto de la FALGBT contemplaba exigencias de estabilidad y permanencia en el género, el proyecto del Frente impulsó la noción de autopercepción y apostó por la accesibilidad a la salud trans, como una parte central e indivisible del derecho a la identidad. La conquista de la LIG en 2012 terminó de coronar la estrategia política de Lohana Berkins y sirvió de impulso para las demandas por el derecho al empleo, la educación y la salud para la población travesti/trans.
 
Ley de Identidad de Género y Ley de Cupo Laboral Travesti Trans, una década de políticas públicas (2012-2022)
 
La posibilidad de acceder a documentos que consignen la identidad autopercibida representó el acceso de las personas travestis y trans a la ciudadanía. Esta clave de “ciudadanía trans” es el eje gravitante de la última década de avances normativos y conquistas políticas. Las coaliciones tejidas por Lohana Berkins se profundizaron durante este período y se consolidó la idea de que los derechos trans son derechos humanos y, por ende, deben ser atendidos por el conjunto de la sociedad. La participación travesti/trans en los feminismos se incrementó, aunque siguen existiendo resistencias desde los sectores conservadores.
 
También las travestis se plegaron a los espacios de organización piquetera, los movimientos sociales y de trabajadores. Maite Amaya, activista travesti cordobesa, participó en la Federación de Organizaciones de Base (FOB), encarnando una voz anárquica y crítica sobre las prácticas machistas de las organizaciones políticas obreras y los feminismos. Diana Sacayán fundó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación, desde el cual impulsó proyectos de inclusión para la población LGBT de las villas y barrios populares del distrito de La Matanza, provincia de Buenos Aires.
 
Lohana Berkins profundizó su participación en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, al extender la discusión sobre el aborto al campo de las autonomías corporales y el derecho a la autodeterminación. El acceso al trabajo, la salud y la educación fueron los temas principales en la agenda del activismo travesti/trans luego de la sanción de la LIG. Lohana Berkins y Diana Sacayán impulsaron proyectos de inclusión laboral trans, con la consigna del “derecho al traVajo”. En 2015, se votó en la provincia de Buenos Aires una ley que estableció el 1% de cupo en la administración pública.
 
Muchas universidades y organismos públicos establecieron cupos similares en sus jurisdicciones. En el ámbito de la salud, se produjeron intensas disputas por la efectiva implementación del art. 11 de la LIG donde se establece que los tratamientos hormonales y quirúrgicos para el desarrollo personal de las personas trans debe estar garantizado en el sistema público de salud. Desde 2015 en adelante, se inauguraron dispositivos específicos para la atención de la población trans, a veces denominados “consultorios amigables” y se redactaron desde el Ministerio de Salud guías y recomendaciones.
 
Desde los espacios activistas de travestis, transmasculinidades y personas no binarias, especialmente en CABA, se realizaron asambleas para reclamar los faltantes de hormonas durante la gestión macrista y se creó en 2018 el Recursero Trans, un sitio web donde se sistematizan colectivamente los espacios de atención de la salud trans. Con Nombre Propio. En 2017, Marlene Wayar presentó el proyecto “Reconocer Es Reparar’’, una iniciativa legislativa orientada a obligar al Estado argentino a reconocer su responsabilidad por los crímenes y delitos cometidos contra las personas travestis y trans durante la dictadura militar y la democracia.
 
Partiendo de la figura del genocidio, Marlene propuso la noción de “travesticidio” como una forma particular de exterminio estatal orientado contra las identidades sexuales disidentes. En 2012 y 2014, la legisladora porteña María Rachid había presentado proyectos en este mismo sentido, pero obtuvo el rechazo de la sociedad y los medios de comunicación. En línea con los reclamos por la reparación histórica, en 2014 se fundó el Archivo de la Memoria Trans. La agitación social en torno al debate legislativo del derecho al aborto en 2018 convocó a la discusión pública sobre el sujeto del aborto, esto evidenció que las mujeres cis no son las únicas que abortan.
 
Organizaciones como Putos Mal y el Frente de Transmasculinidades (FTM) intervinieron en los debates para exigir que el derecho al aborto considere a los varones trans. También desde Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto se intervino para desarticular el sujeto mujer como único cuerpo gestante. Estos debates dieron sustento a la profundización de la militancia transmasculina y no binaria. Eugenio Talbot Wright, Blas Radi, Mauro Cabral y otros activistas establecieron bases teóricas y programáticas para los activismos transmasculinos del presente. En 2020, se creó dentro del gobierno nacional el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y se sancionó el Decreto Presidencial N° 721/2020 que estableció el cupo laboral trans del 1% en la administración pública nacional.
 
El 24 de junio de 2021, las Cámaras legislativas aprobaron la Ley N° 27636 de Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgéneros “Diana Sacayán-Lohana Berkins”. También en 2021 a través del Decreto Presidencial N°476/21 se estableció una tercera categoría —señalada con la letra X— para consignar el sexo en los documentos, se habilitó así la posibilidad de registrar el género de una forma no binaria.
 
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Aún nos debemos mayores discusiones teórico-metodológicas sobre las perspectivas de la historia trans en la región. Este ensayo es un primer atisbo por poner en una misma línea temporal un complejo conjunto de experiencias políticas.
 
Sin embargo, quedan muchas partes de la trama abiertas, que deberán ser completadas y profundizadas en futuras investigaciones. A esta nueva generación de investigadores y científicos sociales nos compete la tarea de traducir la memoria en historia, con todas las responsabilidades que atañen a esa misión. Tras tantos años de haber sido narrada desde fuera de la comunidad travesti/trans, ha llegado el tiempo de disputar la voz de la historia y recuperar la potencia de un enorme universo de prácticas, experiencias y emociones que aún permanecen sumergidas bajo las aguas del cisexismo académico.
 
Graciasss/revistampd.mpdefensa.gob.ar/HistoriadelactivismotravestitransenlaArgentinaMarceButierrez.pdf

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