LAS
BIEN QUERIDAS
abril 9 2019
Se cumplen nueve años del matrimonio de Norma y Cachita, la primera pareja de lesbianas en casarse en Argentina y Latinoamérica. Periódicas hace un breve repaso de esa historia de amor, que duró 39 años.
En abril de 2010 pasaba en Argentina algo bastante parecido a lo que vivimos el año pasado con el debate sobre la legalización del aborto: el tema estaba en todo los medios de comunicación, había marchas, charlas, encuentros, las organizaciones del colectivo LGBTI tenían puestitos en las peatonales y costaneras para informar y juntar adhesiones.
En esos días comenzó a hablarse abiertamente de homosexualidad en las mesas familiares, en las escuelas y, claro, en las iglesias. Tal como sucedió con el aborto, desde los púlpitos los representantes de los diferentes credos llamaban a oponerse a este "plan para destruir la familia".
El movimiento que se generó para frenar la sanción de la ley de matrimonio igualitario, vestía de naranja y proclamaba "queremos papá y mamá". En sus marchas, multitudinarias claro, anunciaban casi un apocalipsis: dejarán de nacer niños, después de esto van a legalizar la pedofilia y la zoofilia, se extinguirá la especie, y hasta el por ese entonces obispo de Buenos Aires, Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco, llamó a una "guerra de Dios" ante la avanzada de vaya a saber qué.
En ese panorama, donde activistas formados y formadas se enfrentaban en debates imposibles con personajes como los diputados Olmedo -si, ya en ese entonces andaba con su campera amarilla destilando ignorancia- y Cynthia Hotton, o la senadora Liliana Negre de Alonso, que temía por el tráfico de esperma, una historia de amor apareció para romper todos los discursos de odio que encadenaban automáticamente la homosexualidad con la promiscuidad y la perversión.
La historia de un amor
Norma Castillo y Ramona "Cachita" Arévalo se conocieron en La Plata en 1971, cuando ambas tenían 28 años y estaban casadas con dos colombianos, que eran primos entre sí. Fue un simple encuentro y no se vieron más. Durante esos años y los que siguieron, en los inicios de la dictadura, Norma militó en diversas agrupaciones y cayó presa un par de veces. Cuando no aguantó más, se exilió en Barranquilla. Cachita ya estaba viviendo en Colombia con su marido.
"Nos volvimos a encontrar en Colombia, estábamos sentadas en un auto, yo me le acerqué y le di un mordisco pequeño en la oreja", cuenta Norma en una entrevista. "Y a mí se me prendió fuego el estómago", responde Cachita. "Ahí nos reconocimos".
Después de ese momento comenzó una amistad que fue tal hasta que pudieron entender y reconocer que ese fuego en el estómago era otra cosa. Norma ya tenía asumido, para sí misma, que era lesbiana, pero seguía casada. Cachita recuerda que algunas veces no tenía ganas de estar con su marido, pero "nadie me había preguntado si quería saber algo con una mujer. Pero me gustó ella y me enamoré".
La primera cita oficial fue en 1979 y desde ahí nunca más se separaron. Se enamoraron y vivieron su romance en la clandestinidad, hasta que Cachita se separó y Norma quedó viuda de su marido. Con el correr de los años y el crecimiento del movimiento LGBTI en Colombia, Norma y Cachita comenzaron a vivir su amor tan libremente que hasta se dieron el gusto de abrir su propia disco gay en Barranquilla.
En 1998 volvieron a Argentina y comenzaron a militar en organizaciones de diversidad sexual. Como parte de esa militancia se sumaron a la campaña por el matrimonio igualitario y presentaron un amparo para que el Estado argentino reconociera su pareja como matrimonio. El 9 de abril de 2010 la jueza Elena Liberatori las casó por Registro Civil en Buenos Aires. Así, a los 68 años y luego de más de tres décadas de amor, se convirtieron en la tercera pareja gay casada en Argentina pero la primera de lesbianas, título que también ostentan a nivel latinoamericano.
Anular el amor
Pero la historia no terminó ahí. Por aquellos días, la Corporación de Abogados Católicos, con el empuje de Bergoglio, apelaban cada fallo que autorizaba a parejas gay a contraer matrimonio. Una semana después, la jueza civil nacional Martha Gómez declaró la nulidad de la unión.
La jueza Liberatori, una aliada de esos días, respaldó a la pareja y desechó la anulación del matrimonio. Pasaron algunas semanas y entre abogados y estrategias judiciales, llegó esa madrugada helada del 15 de julio de 2010 en la que se sancionó la ley de matrimonio igualitario. "Estuvimos hasta las 5 de la mañana con un frío que nos moríamos, pero cuando se dio estábamos tan felices", comentó Cachita en aquel momento.
Lejos de quedarse quietas, el activismo y militancia no terminó con la sanción de la ley. A finales de 2015 Norma se convirtió en la presidenta del primer centro de jubilados para lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) de Argentina y probablemente del mundo. “Ojalá llegue el día en que podamos ir a cualquier centro de jubilados y no sentirnos como si fuéramos raras. El centro Puerta Abierta es una forma de visibilizar nuestro orgullo por la elección de vida que nos hace felices, donde podemos compartir nuestras experiencias y sentir que no somos las únicas a las que les pasa. Somos como una familia”, le dijo por aquellos días Norma al portal Infojus Noticias.
Además la pareja, cuando volvió a Argentina, abrió un centro cultural en el barrio Parque Chas, lo llamaron "Socavón" y tenían talleres de cerámica, herrería, carpintería, literatura, guitarra y canto. El espacio funcionó hasta septiembre de 2018, cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires las desalojó y quedaron en la calle.
Un mes después de ese hecho, el 26 de octubre, Ramona “Cachita” Arévalo falleció a los 75 años. Norma no pudo asistir a la ceremonia en el cementerio de la Chacarita. Se había ido el amor de su vida.
En una de las tantas entrevistas y documentales que recogen esta historia de amor, Norma dice: "La última cosa que yo voy a tener en mi cabeza antes de morir va a ser cuando ella me dijo 'si, quiero'". A su lado Cachita se ríe, mientras su esposa le toma la mano y la besa. "He vivido muy feliz, muy bien acompañada, muy bien querida", devuelve con una profunda ternura Cachita.
Viendo sus videos y entrevistas es difícil distinguir cuál es cuál. "Somos Norma y Cachita", decía siempre alguna de las dos. Esos nombres casi como si fueran uno sólo son ya parte de la historia y el camino recorrido en pos de la igualdad y el reconocimiento de derechos en nuestro país y el continente.
Norma y Cachita se animaron, alentadas por su amor inmenso, a sacar al lesbianismo en la vejez del clóset. Fue eso, la primera pareja de abuelitas tortas que conocimos y que nos mostró, en un momento de fuego cruzado, de rechazo hacia nuestras formas de amar y vivir, que sólo se trata de eso, de amar y vivir, de dejar amar y vivir. Por eso celebramos, hoy y siempre, la valentía, la ternura y el amor eterno de y para estas dos hermosas mujeres.
Norma y Cachita se animaron, alentadas por su amor inmenso, a sacar al lesbianismo en la vejez del clóset. Fue eso, la primera pareja de abuelitas tortas que conocimos.
Ileana Manucci
Redacta y edita notas.

En el marco del Día de la Visibilidad Lésbica se estrena “Juntas”, un documental que retrata a la primera pareja de mujeres reconocida por el Estado en el último viaje al lugar donde se enamoraron.
Por Matias Máximo
07/03/2019
Cuando Norma Castillo conoció a Ramona “Cachita” Arévalo tenían 37 años y no pensaban, ni lejos, que algún día podrían casarse. Esa primera vez fue hace 38 años, en un viaje a Colombia, y desde entonces siguieron su vida juntas. En 2010 se convirtieron en la primera pareja de mujeres reconocida por el Estado en Latinoamérica, una de las nueve uniones civiles que se dieron antes de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina. En octubre de 2018, a los 75 años, Cachita murió de una enfermedad cardíaca.
El documental Juntas se estrenó el 7 de marzo del año pasado, Día de la Visibilidad lésbica en memoria del asesinato de la Pepa Gaitán, en el cine Gaumont. Juntas es una coproducción entre Colombia y Argentina que retrata a Norma y Cachita en su último viaje al lugar donde se enamoraron. Cosecha Roja habló con Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, directoras del documental.
¿Cómo conocieron a Norma y Cachita?
Nadina: Un domingo cualquiera, por allá en 2010, Laura y yo hacíamos zapping y nos encontramos con una nota de Crónica que anunciaba la inauguración en Argentina del primer centro de jubilados gay de Latinoamérica. Nos pareció maravillosa la sola idea de pensar un espacio que reuniera a hombres y mujeres, adultos mayores, que también forman parte de la comunidad LGBTIQ. Lo primero que pensamos en ese momento fue cuán invisibilizada está la homosexualidad en la vejez y quisimos ir a ver lo que sucedía en este lugar llamado Puerta Abierta.
Una vez allí, nos pasaron el contacto de Norma Castillo, la presidenta del lugar. Cuando Laura llamó a Norma para concertar una cita, Normita lo primero que le dijo al escuchar su voz y su acento del otro lado del teléfono fue: “¿Vos sos colombiana? Nosotras vivimos 20 años en Colombia”. Ahí mismo organizamos nuestro primer encuentro. Norma y Cachita nos recibieron en su casa con buñuelos y café colombiano. Estuvimos toda la tarde hablando de Colombia, el país que yo había conocido con Laura y el lugar en el que Norma y Cachita habían pasado los mejores años de sus vidas. Ahí comenzó un vínculo muy especial entre nosotras cuatro.
En ese momento Laura y yo éramos pareja y nuestra relación apenas comenzaba mientras que Norma y Cachita llevaban más de treinta años juntas. Nuestras charlas, nuestros encuentros y nuestra dinámica era como un juego de dobles o de espejos enfrentados. Todo giraba alrededor de Colombia… un año después de habernos conocido, ellas se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Argentina y Latinoamérica ahí comenzó el fenómeno mediático que protagonizaron y en contraposición la idea de un documental que contara lo que los medios dejaban por fuera.
La película habla mucho con texturas y colores ¿Por qué decidieron narrarla de esta manera?
Laura: Cuando Norma y Cachita se convirtieron en la cara visible de la ley de matrimonio igualitario y se vieron envueltas en un gran fenómeno mediático, comenzamos a cuestionar lo que estaba representándose ahí, de qué forma y para qué. Porque los periodistas se referían a ellas como dos abuelitas, desexualizadas; porque se habilitaban cierto tipo de preguntas que, tal vez, no le harían a la primera pareja de hombres casados por ley, porque pretendían mostrar que Norma y Cachita eran un pareja como “cualquier otra” y, finalmente, entendimos el riesgo que entraña el querer “normalizar” una historia, una pareja, una vida.
En fin: eran preguntas que cuestionaban el lugar desde el cual nos íbamos a parar nosotras para elaborar esta película. Para nosotras el desafío era ético y estético: cada plano suponía una responsabilidad enorme sobre aquello que íbamos a mostrar y cómo lo íbamos a mostrar. Nosotras no pretendíamos condensar una vida, mucho menos dos, en un par de horas, cerrando todo en un “Esta es la historia de Norma y Cachita, esto fue lo que hicieron y lo que son”. Lo que queríamos era capturar un pedazo de la vida de ellas, en tiempo presente, siendo, en toda su potencia y en toda su verdad. Por eso decidimos viajar a Colombia con ellas y hacer que ese movimiento nos transformara involucrándonos a las cuatro.
El lugar hubiera podido ser otro, pero era el caribe colombiano. Selva húmeda y mágica, paisaje complejo lleno de contrastes, contradicciones, texturas, y colores. En Colombia hay otra luz y son otras las aguas. El verde es otro.
¿Y para vos Nadina?
Nadina: La película implicó hacer ese viaje y gracias a eso encontramos su forma: los viajes no se recuerdan tal y como fueron. Los viajes son las imágenes mentales de los viajes, los relatos sueltos, las anécdotas carprichosas. Los viajes se recuerdan como destellos de la memoria y el recuerdo, como barridos de agua. Hubo, además de colores y texturas, muchísima agua en nuestro viaje y por eso, a veces, el paisaje representaba buena parte de la carga emocional que estábamos enfrentando. El agua, la tierra, muchas veces tradujeron lo que Norma y Cachita estaban sintiendo o lo que nosotras queríamos decir.
Finalmente queríamos hacer una película sobre el deseo y la pulsión de vivir, queríamos hacer una película sobre dos mujeres valientes que insisten una y otra vez en lo mismo: hay que salir a vivir de verdad, siendo quien se es. JUNTAS es una película sobre la libertad y por eso lo primero que decidimos fue hacerla con toda la libertad.
abril 9 2019
Se cumplen nueve años del matrimonio de Norma y Cachita, la primera pareja de lesbianas en casarse en Argentina y Latinoamérica. Periódicas hace un breve repaso de esa historia de amor, que duró 39 años.
En abril de 2010 pasaba en Argentina algo bastante parecido a lo que vivimos el año pasado con el debate sobre la legalización del aborto: el tema estaba en todo los medios de comunicación, había marchas, charlas, encuentros, las organizaciones del colectivo LGBTI tenían puestitos en las peatonales y costaneras para informar y juntar adhesiones.
En esos días comenzó a hablarse abiertamente de homosexualidad en las mesas familiares, en las escuelas y, claro, en las iglesias. Tal como sucedió con el aborto, desde los púlpitos los representantes de los diferentes credos llamaban a oponerse a este "plan para destruir la familia".
El movimiento que se generó para frenar la sanción de la ley de matrimonio igualitario, vestía de naranja y proclamaba "queremos papá y mamá". En sus marchas, multitudinarias claro, anunciaban casi un apocalipsis: dejarán de nacer niños, después de esto van a legalizar la pedofilia y la zoofilia, se extinguirá la especie, y hasta el por ese entonces obispo de Buenos Aires, Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco, llamó a una "guerra de Dios" ante la avanzada de vaya a saber qué.
En ese panorama, donde activistas formados y formadas se enfrentaban en debates imposibles con personajes como los diputados Olmedo -si, ya en ese entonces andaba con su campera amarilla destilando ignorancia- y Cynthia Hotton, o la senadora Liliana Negre de Alonso, que temía por el tráfico de esperma, una historia de amor apareció para romper todos los discursos de odio que encadenaban automáticamente la homosexualidad con la promiscuidad y la perversión.
La historia de un amor
Norma Castillo y Ramona "Cachita" Arévalo se conocieron en La Plata en 1971, cuando ambas tenían 28 años y estaban casadas con dos colombianos, que eran primos entre sí. Fue un simple encuentro y no se vieron más. Durante esos años y los que siguieron, en los inicios de la dictadura, Norma militó en diversas agrupaciones y cayó presa un par de veces. Cuando no aguantó más, se exilió en Barranquilla. Cachita ya estaba viviendo en Colombia con su marido.
"Nos volvimos a encontrar en Colombia, estábamos sentadas en un auto, yo me le acerqué y le di un mordisco pequeño en la oreja", cuenta Norma en una entrevista. "Y a mí se me prendió fuego el estómago", responde Cachita. "Ahí nos reconocimos".
Después de ese momento comenzó una amistad que fue tal hasta que pudieron entender y reconocer que ese fuego en el estómago era otra cosa. Norma ya tenía asumido, para sí misma, que era lesbiana, pero seguía casada. Cachita recuerda que algunas veces no tenía ganas de estar con su marido, pero "nadie me había preguntado si quería saber algo con una mujer. Pero me gustó ella y me enamoré".
La primera cita oficial fue en 1979 y desde ahí nunca más se separaron. Se enamoraron y vivieron su romance en la clandestinidad, hasta que Cachita se separó y Norma quedó viuda de su marido. Con el correr de los años y el crecimiento del movimiento LGBTI en Colombia, Norma y Cachita comenzaron a vivir su amor tan libremente que hasta se dieron el gusto de abrir su propia disco gay en Barranquilla.
En 1998 volvieron a Argentina y comenzaron a militar en organizaciones de diversidad sexual. Como parte de esa militancia se sumaron a la campaña por el matrimonio igualitario y presentaron un amparo para que el Estado argentino reconociera su pareja como matrimonio. El 9 de abril de 2010 la jueza Elena Liberatori las casó por Registro Civil en Buenos Aires. Así, a los 68 años y luego de más de tres décadas de amor, se convirtieron en la tercera pareja gay casada en Argentina pero la primera de lesbianas, título que también ostentan a nivel latinoamericano.
Anular el amor
Pero la historia no terminó ahí. Por aquellos días, la Corporación de Abogados Católicos, con el empuje de Bergoglio, apelaban cada fallo que autorizaba a parejas gay a contraer matrimonio. Una semana después, la jueza civil nacional Martha Gómez declaró la nulidad de la unión.
La jueza Liberatori, una aliada de esos días, respaldó a la pareja y desechó la anulación del matrimonio. Pasaron algunas semanas y entre abogados y estrategias judiciales, llegó esa madrugada helada del 15 de julio de 2010 en la que se sancionó la ley de matrimonio igualitario. "Estuvimos hasta las 5 de la mañana con un frío que nos moríamos, pero cuando se dio estábamos tan felices", comentó Cachita en aquel momento.
Lejos de quedarse quietas, el activismo y militancia no terminó con la sanción de la ley. A finales de 2015 Norma se convirtió en la presidenta del primer centro de jubilados para lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) de Argentina y probablemente del mundo. “Ojalá llegue el día en que podamos ir a cualquier centro de jubilados y no sentirnos como si fuéramos raras. El centro Puerta Abierta es una forma de visibilizar nuestro orgullo por la elección de vida que nos hace felices, donde podemos compartir nuestras experiencias y sentir que no somos las únicas a las que les pasa. Somos como una familia”, le dijo por aquellos días Norma al portal Infojus Noticias.
Además la pareja, cuando volvió a Argentina, abrió un centro cultural en el barrio Parque Chas, lo llamaron "Socavón" y tenían talleres de cerámica, herrería, carpintería, literatura, guitarra y canto. El espacio funcionó hasta septiembre de 2018, cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires las desalojó y quedaron en la calle.
Un mes después de ese hecho, el 26 de octubre, Ramona “Cachita” Arévalo falleció a los 75 años. Norma no pudo asistir a la ceremonia en el cementerio de la Chacarita. Se había ido el amor de su vida.
En una de las tantas entrevistas y documentales que recogen esta historia de amor, Norma dice: "La última cosa que yo voy a tener en mi cabeza antes de morir va a ser cuando ella me dijo 'si, quiero'". A su lado Cachita se ríe, mientras su esposa le toma la mano y la besa. "He vivido muy feliz, muy bien acompañada, muy bien querida", devuelve con una profunda ternura Cachita.
Viendo sus videos y entrevistas es difícil distinguir cuál es cuál. "Somos Norma y Cachita", decía siempre alguna de las dos. Esos nombres casi como si fueran uno sólo son ya parte de la historia y el camino recorrido en pos de la igualdad y el reconocimiento de derechos en nuestro país y el continente.
Norma y Cachita se animaron, alentadas por su amor inmenso, a sacar al lesbianismo en la vejez del clóset. Fue eso, la primera pareja de abuelitas tortas que conocimos y que nos mostró, en un momento de fuego cruzado, de rechazo hacia nuestras formas de amar y vivir, que sólo se trata de eso, de amar y vivir, de dejar amar y vivir. Por eso celebramos, hoy y siempre, la valentía, la ternura y el amor eterno de y para estas dos hermosas mujeres.
Norma y Cachita se animaron, alentadas por su amor inmenso, a sacar al lesbianismo en la vejez del clóset. Fue eso, la primera pareja de abuelitas tortas que conocimos.
Ileana Manucci
Redacta y edita notas.
NORMA Y CACHITA, UNA HISTORIA DE AMOR
SIN FIN
En el marco del Día de la Visibilidad Lésbica se estrena “Juntas”, un documental que retrata a la primera pareja de mujeres reconocida por el Estado en el último viaje al lugar donde se enamoraron.
Por Matias Máximo
07/03/2019
Cuando Norma Castillo conoció a Ramona “Cachita” Arévalo tenían 37 años y no pensaban, ni lejos, que algún día podrían casarse. Esa primera vez fue hace 38 años, en un viaje a Colombia, y desde entonces siguieron su vida juntas. En 2010 se convirtieron en la primera pareja de mujeres reconocida por el Estado en Latinoamérica, una de las nueve uniones civiles que se dieron antes de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina. En octubre de 2018, a los 75 años, Cachita murió de una enfermedad cardíaca.
El documental Juntas se estrenó el 7 de marzo del año pasado, Día de la Visibilidad lésbica en memoria del asesinato de la Pepa Gaitán, en el cine Gaumont. Juntas es una coproducción entre Colombia y Argentina que retrata a Norma y Cachita en su último viaje al lugar donde se enamoraron. Cosecha Roja habló con Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, directoras del documental.
¿Cómo conocieron a Norma y Cachita?
Nadina: Un domingo cualquiera, por allá en 2010, Laura y yo hacíamos zapping y nos encontramos con una nota de Crónica que anunciaba la inauguración en Argentina del primer centro de jubilados gay de Latinoamérica. Nos pareció maravillosa la sola idea de pensar un espacio que reuniera a hombres y mujeres, adultos mayores, que también forman parte de la comunidad LGBTIQ. Lo primero que pensamos en ese momento fue cuán invisibilizada está la homosexualidad en la vejez y quisimos ir a ver lo que sucedía en este lugar llamado Puerta Abierta.
Una vez allí, nos pasaron el contacto de Norma Castillo, la presidenta del lugar. Cuando Laura llamó a Norma para concertar una cita, Normita lo primero que le dijo al escuchar su voz y su acento del otro lado del teléfono fue: “¿Vos sos colombiana? Nosotras vivimos 20 años en Colombia”. Ahí mismo organizamos nuestro primer encuentro. Norma y Cachita nos recibieron en su casa con buñuelos y café colombiano. Estuvimos toda la tarde hablando de Colombia, el país que yo había conocido con Laura y el lugar en el que Norma y Cachita habían pasado los mejores años de sus vidas. Ahí comenzó un vínculo muy especial entre nosotras cuatro.
En ese momento Laura y yo éramos pareja y nuestra relación apenas comenzaba mientras que Norma y Cachita llevaban más de treinta años juntas. Nuestras charlas, nuestros encuentros y nuestra dinámica era como un juego de dobles o de espejos enfrentados. Todo giraba alrededor de Colombia… un año después de habernos conocido, ellas se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Argentina y Latinoamérica ahí comenzó el fenómeno mediático que protagonizaron y en contraposición la idea de un documental que contara lo que los medios dejaban por fuera.
La película habla mucho con texturas y colores ¿Por qué decidieron narrarla de esta manera?
Laura: Cuando Norma y Cachita se convirtieron en la cara visible de la ley de matrimonio igualitario y se vieron envueltas en un gran fenómeno mediático, comenzamos a cuestionar lo que estaba representándose ahí, de qué forma y para qué. Porque los periodistas se referían a ellas como dos abuelitas, desexualizadas; porque se habilitaban cierto tipo de preguntas que, tal vez, no le harían a la primera pareja de hombres casados por ley, porque pretendían mostrar que Norma y Cachita eran un pareja como “cualquier otra” y, finalmente, entendimos el riesgo que entraña el querer “normalizar” una historia, una pareja, una vida.
En fin: eran preguntas que cuestionaban el lugar desde el cual nos íbamos a parar nosotras para elaborar esta película. Para nosotras el desafío era ético y estético: cada plano suponía una responsabilidad enorme sobre aquello que íbamos a mostrar y cómo lo íbamos a mostrar. Nosotras no pretendíamos condensar una vida, mucho menos dos, en un par de horas, cerrando todo en un “Esta es la historia de Norma y Cachita, esto fue lo que hicieron y lo que son”. Lo que queríamos era capturar un pedazo de la vida de ellas, en tiempo presente, siendo, en toda su potencia y en toda su verdad. Por eso decidimos viajar a Colombia con ellas y hacer que ese movimiento nos transformara involucrándonos a las cuatro.
El lugar hubiera podido ser otro, pero era el caribe colombiano. Selva húmeda y mágica, paisaje complejo lleno de contrastes, contradicciones, texturas, y colores. En Colombia hay otra luz y son otras las aguas. El verde es otro.
¿Y para vos Nadina?
Nadina: La película implicó hacer ese viaje y gracias a eso encontramos su forma: los viajes no se recuerdan tal y como fueron. Los viajes son las imágenes mentales de los viajes, los relatos sueltos, las anécdotas carprichosas. Los viajes se recuerdan como destellos de la memoria y el recuerdo, como barridos de agua. Hubo, además de colores y texturas, muchísima agua en nuestro viaje y por eso, a veces, el paisaje representaba buena parte de la carga emocional que estábamos enfrentando. El agua, la tierra, muchas veces tradujeron lo que Norma y Cachita estaban sintiendo o lo que nosotras queríamos decir.
Finalmente queríamos hacer una película sobre el deseo y la pulsión de vivir, queríamos hacer una película sobre dos mujeres valientes que insisten una y otra vez en lo mismo: hay que salir a vivir de verdad, siendo quien se es. JUNTAS es una película sobre la libertad y por eso lo primero que decidimos fue hacerla con toda la libertad.
¿Cómo fue el proceso de realización? ¿Contaron con la ayuda de Norma y Cachita para seleccionar la edición?
Laura: El montaje de la película fue un segundo viaje. Ahí regresamos a Colombia en imágenes y encontramos conexiones, relaciones que no habíamos planteado ni previsto en el rodaje. Fue un trabajo mediado por la música y el sonido, pues no podemos concebir la imagen sin el sonido. A Norma y a Cachita les mostramos la película terminada sabiendo que estaba llena de guiños que nadie más que ellas pueden entender como un homenaje a sus vidas y a su amor. Sin ellas, esta película no existiría.
Juntas se puede ver gratis en la plataforma Cine.ar
Graciasss/www.cosecharoja.org/norma-y-cachita-una-historia-de-amor-sin-fin/
Comentarios
Publicar un comentario