MAGNUS
HIRSCHFELD, EL CIENTÍFICO ALEMÁN
QUE LUCHÓ POR LOS DERECHOS TRANS HACE
MÁS DE
UN SIGLO
Andrés
Suárez
sept
5 2022
Hirschfeld
fue reconocido como uno de los primeros activistas LGBT en Alemania, sin
embargo, sus esfuerzos no estuvieron ligados solo a hombres homosexuales, como
él, sino que luchó por investigar y abogar por el correcto estudio de las
personas trans desde la medicina en un tiempo en el que ser disidente era aún
un delito.
¿Quién fue Magnus
Hirschfeld?
Magnus
Hirschfeld fue un judío homosexual que se dedicaba a la medicina. Además, fue
sexólogo, socialista e investigador. Nació el 14 de mayo de 1868 y murió el día
de su cumpleaños en 1935, a los 67 años.
De
acuerdo con el diario El Independiente, es pionero del movimiento homosexual en
Alemania y el padre de la sexología. Además, creó el Comité Científico
Humanitario para la defensa de los Derechos LGBT. Su incansable lucha por la
libertad sexual, el estudio de las diversidades sexuales y el cambio social
hicieron que se hiciera enemigo público del régimen nazi.
La
posición ideológica de la época lo obligó a permanecer en Suiza desde 1932.
Cuando los nazis llegaron al poder en el 33, incendiaron el Instituto, con él,
todos los descubrimientos y escritos que se habían desarrollado hasta el
momento. En 1934, cuando residía en París antes de su muerte, abrió un nuevo
Instituto de Sexología junto con su compañero Karl Giese.
Activismo trans: Los
intermedios sexuales
Una
de las razones por la que se considera el padre del estudio del ‘sexo’ es la
teoría de los ‘intermedios sexuales’. Según Infobae el concepto hacía
referencia a las personas que no encajaban en el arquetipo de hombre y mujer
cisgénero heterosexual. Esto significó uno de los primeros pasos para el
reconocimiento legal y social de las experiencias de vida trans.
De
acuerdo con el sitio web, el término de ‘intermedio sexuales’ incluía diversas
categorías. Cada una de ellas incluía variantes de identidades de género y
orientaciones sexuales. Es decir, gais, lesbianas, bisexuales y demás que son
cisgénero; travestis, que se sienten conformes con el sexo asignado al nacer;
y, personas trans, que no se sienten conformes y estarán dispuestas a someterse
a tratamientos médicos y quirúrgicos.
Según
un cálculo de su momento, llegó a enumerar más de 46 mil variantes de
sexualidad humana.
Según
otro artículo de Infobae, en esa época, los alemanes debían cargar un pasaporte
que indicaba que su sexo era masculino, por lo que aquelles que se vestían con
ropa del género contrario eran perseguides por la policía: golpeades y
arrestades.
Por
ello, Hirschfeld propuso un “certificado travesti” que era firmado por un
médico y que lograba eliminar los cargos. Además, luego de la Primera Guerra
Mundial lucharon para legalizar el cambio de nombre para que las personas trans
lograran usar nombres más neutros.
Junto
con lo anterior, Magnus era un importante apoyo para las personas trans, ya que
acudían a él por soporte. Precisamente, en su clinica se realizaban cirugías de
reasignación de sexo y se suministraba tratamiento hormonal para quien lo
deseara.
Activismo homosexual
En
la alemania que penalizaba las relaciones entre hombres, el médico creó el
Comité Científico Humanitario que se encargaba de defender a las personas
diversas y, también testificó en favor de hombres que mantenían relaciones con
otros hombres y que iban a ser penalizados.
Además,
consiguió reunir más de 5.000 firmas para lograr despenalizar las relaciones
entre hombres, aquella campaña contó con el apoyo de personalidades como Albert
Einstein y Thomas Mann. Aunque no prosperó, fue un gran avance en términos de
inclusión y reivindicación.
Los nazis y la destrucción
del avance
Como
se mencionó anteriormente, la llegada de los nazis significó la persecución de
toda aquella característica que fuera en contra de la ‘pureza’ estipulada por
el régimen. Precisamente, el médico era judío y homosexual, por lo que cuando
estaba dando una conferencia de Ciencia Sexual se enteró de que habían quemado
todo lo que había en el Instituto para la Ciencia Sexual.
Sin
embargo, los registros médicos que no fueron incendiados, se usaron para
perseguir a las personas que no estaban conformes con su identidad de género u
orientación sexual.
Graciasss/every.lgbt/magnus-hirschfeld-cientifico-lucho-derechos-trans/
MAGNUS
HIRSCHFELD, UN PIONERO PERSEGUIDO POR LOS NAZIS
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La
historia del médico y militante alemán por los derechos de la comunidad LGBTI.
El
6 de mayo de 1933, los seguidores de Hitler atentaron brutalmente contra su
obra. Y pretendieron borrar su nombre de la faz de la Tierra. Aquí, su rescate.
Por
Martín Alomo
5
de mayo de 2022
El
6 de mayo es una fecha luctuosa, ya que ese día de 1933 el nazismo reacciona
contra la avanzada cultural y política de Magnus Hirschfeld, pionero de la
sexología y del activismo por la reivindicación de los derechos de la comunidad
LGBTI. En su reacción desaforada, el régimen ataca el “Instituto para la
investigación de la sexualidad” fundado y dirigido por Hirschfeld y realiza una
quema pública de su voluminosa biblioteca en las calles de Berlín.
Hirschfeld,
de gira internacional invitado a un ciclo de conferencias y actividades
tendientes a fomentar la instalación del movimiento LGBTI, se entera de lo
sucedido y comprende que ya no podrá regresar a su tierra. De hecho, nunca lo
hace; la muerte lo encuentra en Niza, en 1935.
“Pues
mejor que se muera antes de que le cojamos nosotros; así no tendremos que
ahorcarle o matarlo de una paliza”, dice un testigo presencial del asalto del 6
de mayo, citado por el historiador Richard Evans en La llegada del Tercer Reich
(Barcelona: Ed. Península, 2003, p. 416. Agradezco al sociólogo Heriberto
Muraro esta referencia).
“La
higiene sexual social desaparece para dar paso a la higiene sexual racial”,
comenta el mencionado Evans en el mismo libro (p. 418), refiriéndose de este
modo a los argumentos del nazismo que encontraron eco en los sectores
tradicionalistas y católicos de las postrimerías de la República de Weimar.
Judíos,
varones gays, lesbianas. Travestis, bisexuales. Discapacitados de diversa
índole. Tildados de débiles que corrompen la raza, interrumpen la progenie y
obstaculizan el crecimiento del nuevo imperio en ciernes. A todos ellos, el
nazismo recién advenido al poder les promete los campos de concentración.
Unos
cuantos años antes, James Strachey escribía: “Destinado en un principio al
Anuario para sexualidades intermedias, que dirigía Hirschfeld, este artículo
fue luego trasladado a otra revista cuya publicación acababa de iniciarse con
el mismo director”. Así comienza la nota introductoria a “Las fantasías
histéricas y su relación con la bisexualidad”, el célebre artículo de Sigmund
Freud.
El
mencionado director no es otro que Hirschfeld y la publicación en cuestión, la
Revista de sexología que en su primer número incluye el texto freudiano. Sin
lugar a dudas ni en Buenos Aires ni en este suplemento es necesario presentar a
Freud. En cambio, tal vez sea conveniente recordar la figura de Magnus
Hirschfeld.
Pionero de la lucha por los
derechos de la comunidad LGBTI
Seguramente
todos conocemos el caso de Lili Elbe --quien suele ser considerada como la
primera persona en someterse a una intervención quirúrgica de reasignación de
sexo-- a través de “La chica danesa”, película multipremiada de 2015. La
primera de las cinco cirugías que formaron parte de su proceso de transición se
realizó en Berlín, en 1930, bajo la supervisión de Magnus Hirschfeld. Lili
acude a él como referente para que le garantice el acceso a una práctica tan
controvertida como inexplorada.
Este
hecho muestra el lugar que Hirschfeld ocupaba en el concierto de los discursos
de la sexualidad. A principios de siglo había fundado el Comité Científico
Humanitario, desde el cual militaba sostenidamente en contra del tristemente
famoso “Párrafo 175” de la constitución alemana. Este condenaba la
homosexualidad como una conducta delictiva.
En
aquellos tiempos, Hirschfeld colabora de distintos modos con Freud, dado el
interés compartido por un tema: la cuestión de la bisexualidad. Ello queda
señalado en la publicación del artículo mencionado en el apartado anterior en
la Revista de Sexología.
Varias
menciones en Tres ensayos para una teoría sexual y la participación activa de
Hirschfeld acompañando a Abraham en la fundación de la Sociedad Psicoanalítica
Alemana, en Berlín, dan cuenta de la proximidad de estos dos hombres
interesados por el estudio de la sexualidad humana. También es cierto que hay
muchos otros rasgos característicos de cada uno que los han alejado, tal como
consigna Ernest Jones en la biografía de Freud.
Magnus
Hirschfeld cuenta con el logro imponderable de haber fundado el “Instituto para
la investigación de la sexualidad” en tiempos del nazismo, que no solo es una
institución en el sentido organizacional del término, sino acaso en otro más
importante: funciona como un espacio capaz de alojar el padecimiento de
personas que por el modo de vivir su sexualidad y por su estilo de vida --por
razones éticas y estéticas-- se sienten más cómodas allí que en el consultorio
de un psicoanalista (rol que, por otra parte, está en plena construcción).
Luces y sombras de un
recorrido extraordinario
¡Qué
alivio la llegada del discurso científico decimonónico con su pretensión de
arrojar luz sobre las tinieblas de la superstición! Pero qué problema cuando
una teoría se vuelve religión. Consideremos estos dos polos como puntos de
partida y destino del derrotero de Magnus Hirschfeld: en principio, logra
extraer la homosexualidad del campo de la delincuencia para volverla objeto del
discurso científico; luego, interviene quirúrgicamente sobre los cuerpos para
“adecuarlos” a su teoría intersexual.
Se
trata de un médico que, desde un paradigma biologicista, en un contexto
sumamente hostil --lo cual le añade un valor político inestimable a sus
acciones y un halo heroico a su figura-- aloja a un grupo de personas
maltratadas y privadas incluso del derecho a consultar con un profesional sin
ser sospechadas de delincuentes ni patologizadas a priori.
Por
otra parte, una línea seguramente no elogiosa de una crítica seria no puede
dejar de lado las objeciones planteadas por Freud en “Un recuerdo infantil de
Leonardo Da Vinci” (1910) a la construcción de la teoría intersexual propuesta
por Hirschfeld. Pero por sobre todas las cosas, encuentro aun más criticable su
decisión de realizar la teoría en el quirófano, dando cuenta en esa acción de
una certeza injustificada, crudamente refutada por los resultados.
“El
Einstein del sexo” se titula una entrevista que le realizan en Estados Unidos,
probablemente para ridiculizarlo. Lo cierto es que Magnus Hirschfeld, judío,
sexólogo y públicamente homosexual durante la Alemania del “Párrafo 175” y el
ascenso y entronización del Tercer Reich es un intelectual destacado y un
hombre valiente que toma decisiones sustanciales en la polis cuando importa
hacerlo, cuando poner el cuerpo para defender lo que se dice implica arriesgar
la vida.
Por
lo dicho, no puede sorprender a nadie que los nazis hayan atentado brutalmente
contra su obra y hayan querido borrar su nombre de la faz de la historia. Más
allá de diferencias teóricas y mucho menos arriesgado que las responsabilidades
que él tomó a su cargo, considero como un deber que hoy nos toca el hecho de
asegurarnos que las bestias no se salgan con la suya.
Por
eso mismo, 89 años después del atropello de aquellos brutos pisoteando,
rompiendo e incendiando, creo que este 6 de mayo es una buena oportunidad para
recordar su nombre: Magnus Hirschfeld, pionero de la lucha por los derechos de
la comunidad LGBTI.
Martín Alomo es
psicoanalista. Doctor en Psicología.
Magíster en Psicoanálisis.
Especialista en Metodología de la Investigación.
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