YUKIO MISHIMA Y LA CULTURA QUEER
El concepto queer forma parte de un repertorio de términos
El concepto queer forma parte de un repertorio de términos
teóricos plurisignificativos y por lo tanto moldeables siempre.
Significa, en primera estancia, “bizarro, extraño, enfermo,
anormal”[1].
Denomina también un comportamiento excéntrico; pero en
sí, quiere decir que algo es raro pues deconstruye o desestabiliza la
normalidad. A finales del siglo XIX, señala Didier Eribon, el concepto comienza
a emplearse desde una connotación carnal, por lo que bajo este punto de vista,
queer indica todo comportamiento sexual que no es “normal” bajo el estricto y
antinatural dogma de la naturalidad social.
Es entre los años veinte y treinta del siglo pasado
cuando los homosexuales comienzan a definirse como queers. Nace sobre todo no
igual a una denominación de anormalidad sino como un concepto que unifica a
toda una comunidad, a toda una “minoría” que lucha y sigue luchando por sus
deseos y derechos en pos del amor, “busca disolver las fronteras al fin de que otras
identidades (transgéneros, bisexuales, etcétera) y la multiplicidad de
identidades gays y lésbicas […] encuentren su lugar en un movimiento que
cuestiona las normas sexuales, culturales y sociales”.[2]
He ahí que lo queer se transforma por supuesto en un
concepto de crítica a la sociedad y sus costumbres, en una postura que engloba
a un gran conjunto de seres humanos y, por último, en un término teórico que
reivindica el estudio de las manifestaciones propias dentro de la literatura y
la teoría tan injustamente ignoradas por las academias y universidades. En su
última vertiente, por lo general, se estudia la concepción del amor y la
identidad, la búsqueda de un pasado y una explicación del ser, el análisis del
deseo y el homoerotismo, por mencionar algunos temas.
Temática queer en
la vida de Yukio Mishima
Paradójico es que en cualquier lista sobre novelas de
temática queer aparezca Confesiones de una máscara y que existan pocos estudios
en español tratando de desvelar los misterios ofrecidos por Mishima en cuanto
al mencionado tema. Lo cierto es que, desde una perspectiva polisistémica, el
libro se presenta y se vende, igual que si se tratase de un elemento exótico y
extraño, curioso, como una obra de temática homosexual y juvenil. La portada de
mi edición, además de ofrecer a dos personajes del teatro Kabuki (que gustaba a
Mishima), tiene una leyenda: “Un adolescente japonés descubre sus inclinaciones
homosexuales”.
Abundan no obstante los ensayos sobre el carácter
autobiográfico de la novela[3] y no resulta difícil encontrar pistas que puedan
alumbrar el sentido personal y artístico de Confesiones de una máscara en la
biografía del propio Mishima. Kimitake Hiraoka antes de ser Yukio Mishima y
convertirse en su más exitoso personaje, fue un niño genio en su infancia. Pese
a sus cualidades intelectuales asombrosas, sus compañeros de clase se burlaban
sin piedad de él. Era un niño enfermizo, afeminado, pálido y delgado, según sus
propias palabras. En tiempos actuales se diría que Hiraoka sufrió de bullying y
dicha violencia lo obligó a la introversión y búsqueda de la soledad que se
proyectará en toda su obra. Después de su muerte, según señala Vallejo-Nágera,
algunos de sus compañeros de la escuela declararon sentirse arrepentidos por
haberle amargado la infancia.[4]
Luego del éxito que tiene Confesiones de una máscara en
Japón para luego ser reconocido a nivel mundial, Mishima, en el pantano del
éxito, buscará exorcizar sus demonios que tanto le atormentaron en la infancia
por medio de un exhibicionismo “obsesivo y desenfrenado” e iniciará una vida
pública repleta de escándalos y dramas dentro del contexto de la posguerra (con
los despojos del Imperialismo aún presente).
Cabe apuntar para los propósitos de este ensayo, que
entre sus polémicas están haberse retratado desnudo y con joyas de mujer,
imponer a un travesti amigo como actriz de una de sus obras, practicar el
fisiculturismo hasta moldear su patética anatomía en un cuerpo de atleta,
vigoroso, hermoso. Ya no era el joven pálido introvertido. Su cuerpo y su
espíritu fueron moldeados para la belleza y para cumplir un final propiamente
sádico. No es una novedad escribir que Mishima se suicidó practicando el
harakiri para luego ser decapitado por un amigo: fue la última pieza del
rompecabezas; Mishima se había entregado al orgasmo infinito e hizo de su
muerte el espectáculo último.[5]
Nuestro escritor, de acuerdo a Vallejo-Nágera, sufría
complejos de inferioridad que curiosamente “explican” su extravagancia, su
egocentrismo. Lo cierto es que Mishima conocía su genialidad y Confesiones de
una máscara nace de esta petulancia en la que busca explicarse a sí mismo,
encontrar su identidad y, además, ofrecer a todos su tempestad interior con el
pretexto de ser interesante para el mundo. Mishima presentó esta obra como una
“primera autobiografía”: solo contaba con 23 años.[6] Por supuesto, el debate
más grande fue provocado por su temática abiertamente homosexual. “La
homosexualidad se recibía con gran hostilidad social”[7] por lo general en todo
el mundo, pero durante los años cincuenta se veía ya el germen de una
revolución sexual en donde se explorarían estas regiones del ser. No obstante
dicho germen no impidió que diez años después de su publicación, el editor
estadounidense de Mishima se negara a publicar esta novela porque no quería
presentar a un nuevo escritor con una “obra homosexual”.[8]
No surge de un capricho escribir un poco sobre la vida de
Yukio Mishima. Su delirio ante la estética, su obsesión con la muerte y el
cuerpo, con el erotismo y la identidad, serán expuestos en Confesiones de una
máscara y sobre estos temas mencionados girará lo queer de esta obra que “en
amplios sectores del mundo gay internacional […] se ha convertido en […]
símbolo”.[9]
[1] Didier Eribon,
“Somos raritos, aquí estamos” (trad. Carlos Bonfil) en Letra S (octubre 2 de
2003), p. 1.
[2] Ibid., pp.
1-2.
[3] Reniego sin embargo de estos ensayos por dos motivos:
1) Perciben en la homosexualidad del narrador-autor un tabú, y por lo general
es más eludido que sugerido, sino es que elidido por completo; 2) Asimismo la
homosexualidad en la obra es tratada desde un foco casi homofóbico, al
concebirla como una enfermedad psicológica que debe ser explicada y curada. Lo
veremos más adelante en Vallejo-Nágera.
[4] J.A. Vallejo-Nágera, “Confesiones de una máscara,
¿novela o autobiografía?” en Yukio Mishima, Confesiones de una máscara.
Barcelona, Planeta, 1987, p. 2.
[5] Los críticos señalan varios motivos. Yo me inclino
por la idea del espectáculo y la pasión de entregarse a una muerte
espectacular. Sin embargo, también es poderosa aquella teoría que señala al
suicidio de Mishima como una decepción general al no poder rescatar los valores
tradicionales del Japón Imperial.
[6] Ibid., p. 5
[7] Ibid., p. 6.
[8] Idem.
[9] Ibid., p.8.
Graciasss/memoriasdelzapallo.wordpress.com/yukio-mishima-y-la-cultura-queer/
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