MUJERCITOS 2

CÓMO LOS “MUJERCITOS” SUBVIRTIERON LA
NOTA ROJA DE MÉXICO

Por Allie Jaynes
Nov 20 2015

BANDA DE RATEROS
¡ASCO Y MISERIA MORAL!
SE REVOLCABA EN INMUNDO LECHO DE PLACER 
CON UN “MUJERCITO”… ¡Y QUE SE MUERE!
 
Esas eran las palabras usadas por la revista mexicana Alarma! para retratar a los que llamaban “mujercitos” — como peyorativo para identificar a las mujeres trans.
 
Entre 1963 y 1986, la revista que se hizo famosa por su cobertura sensacionalista de crímenes, publicó 286 historias y fotos de los “mujercitos” tras redadas policiales en fiestas clandestinas. Pero en la mayoría de ellas, estas mujeres trans no salían tras las rejas: Aparecían posando. Y posando sensualmente.
 
“Los pudieron haber puesto en ‘mugshots,’ o encarcelados, pero estaban retratando a los mujercitos con toda su subjetividad femenina,” dice la escritora y académica mexicana Susana Vargas, quien recopiló 23 años de estas imágenes de Alarma! en su libro Mujercitos.
 
¿Cómo era posible que salieran posando así?

No es que Alarma! fuera un medio progresista, ni mucho menos. Según la activista y actriz trans Roshell Terranova, cuando las autoridades allanaban las fiestas y los fotógrafos exponían sus caras en fotos en la revista, los “mujercitos” tenían que sacar el mejor provecho de una mala situación. Para ella, estas fotos decían: “Bueno, ya me haces salir del clóset. Ya me estás violentando. Todo mundo se va a enterar, entonces tengo que poner mi mejor cara.
 
En Mujercitos, Vargas define este truco de subvertir lo que sería una cobertura periodística criminalizante de las mujeres trans como un verdadero acto de lucha.
 
“Que las fotos les permitan a los mujercitos un espacio de subjetividad femenina que Alarma!, que la sociedad, que el resto del país, les condena y les quita, leo como un acto de subversión y resistencia a todas estas diferentes formas de violencia que existen en México.
 
En su infancia en los 70, ver esas páginas de Alarma! le causó temor a Terranova. No sólo era traumatizante para ella ver que la revista calificaba a los “mujercitos” “como degenerados, como perversos, como malos.” La revista asociaba a las personas trans con la violencia más horripilante: “Por una portada podía venir esas fotos de un mujercito y en la contraportada podía haber un asesinato.”
 
Ahora lo ve de otra manera: El hecho que posaron atrevidamente “hizo que las generaciones que veníamos atrás, nos empezáramos a empoderar, del hecho de que hay que tener los suficientes tamaños para atreverte hacer, para transicionar, y finalmente estar en los tacones que te corresponden.”
 
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MUJERCITOS
 
Eureka
 
La brutalidad homófoba de la revista Alarma no tuvo parangón: «¿Qué pasa? ¿Ya nadie quiere ser hombre?», «¡Más mujercitos!», «Festines secretos de invertidos», «¡Nacieron hombres!», «Asquerosa depravación sexual!» o «Al que le guste, que se aproveche», fueron algunos de sus titulares
 
«Nota roja». Así se denomina el género periodístico tremendamente popular en México que trata de manera sensacionalista y morbosa noticias relacionadas con el crimen, el asesinato y la violencia. La revista Alarma, creada en 1963, fue durante décadas la reina y el ejemplo más significativo de esta «prensa roja» que sin ningún tipo de pudor publicaba fotografías de sangrientos crímenes, cuerpos mutilados tras un accidente, decapitados, apaleados, flotando en descomposición en un río..., acompañadas de escuetos textos que únicamente servían para enfatizar el acto violento en cuestión de manera cruda, simple y sin ningún tipo de empatía.
 
Lo que importaba ere la sangre. Aunque no era lo único... También llenaban sus páginas la delincuencia organizada, las redadas criminales y durante muchos años también lo hicieron los llamados «mujercitos», en muchos de los casos detenidos en redadas tras ser denunciados por sus vecinos. Así llamaban a los hombres que se vestían de mujer y que tuvieron un protagonismo sorprendente en las páginas de la publicación durante más de dos décadas, llegando a convertirse en todo un fenómeno en una sociedad y en un tiempo en los que el travestismo, el transgénero o la comunidad gay y lesbiana no eran precisamente aceptadas. 
 
Titulares como «¿Qué pasa? ¿Ya nadie quiere ser hombre?», «¡Más mujercitos!», «Festines secretos de invertidos», «¡Nacieron hombres!», «Asquerosa depravación sexual!» o «Al que le guste, que se aproveche» muestran la contradicción de una sociedad que no se atreve a mostrar sus deseos reales, una ambigüedad que humilla y trata de perverso aquello que despierta sus más escondidas pasiones.
 
En las fotografías podemos ver a «mujercitos» posando con naturalidad, seguros, incluso se intuye una complicidad con el fotógrafo, lo que carga a las imágenes de un poder hermoso y real, algo que contrasta de manera sorprendente con los textos que las acompañan, como si de un juego se tratase, o más bien como un símbolo de rebeldía y resistencia ante el poder que maneja a su antojo...
 
A raíz de este caso, algunos mexicanos recordaron otro similar sucedido muchas décadas atrás, cuando el periódico Hoja Suelta publicó en 1901 una noticia igual de homófoba y denigrante. La noticia recogía un baile que fue calificado como el «baile de los 41 maricones», que a su vez iba acompañado de una viñeta satírica de José Guadalupe Posada. Hoja Suelta, con la colaboración de la policía, dio la noticia de una redada con ocasión de un baile entre hombres, alguno de ellos travestido, en una vivienda particular.
 
Lo más sonado fue el hecho de que, aunque la lista completa nunca fue desvelada, entre los detenidos figuraban aristócratas e importantes nombres de la vida social del país. La noticia decía lo siguiente: «La noche del domingo fue sorprendido por la policía, en una casa accesoria de la 4.ª calle de la Paz, un baile que 41 hombres solos verificaban vestidos de mujer. Entre algunos de esos individuos fueron reconocidos los pollos que diariamente se ven pasar por Plateros. Estos vestían elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclos bordados y en las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color.
 
Al saberse la noticia en los boulevares, se han dado toda clase de comentarios y se censura la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo grado asquerosos [...]. Los vagos, rateros y afeminados que han sido enviados a Yucatán no han sido consignados a los batallones del ejército que operan en la campaña contra los indios mayas, sino a las obras públicas en las poblaciones conquistadas al enemigo común de la civilización».
 
Muchos de los detenidos acabaron encarcelados o condenados a extenuantes trabajos forzados. Otros, en cambio, sobornaron a los jueces para lograr la indulgencia de estos.
En México, desde entonces, el número 41 está rodeado de un significado vejatorio asociado a la homosexualidad. A partir de este caso, se produjeron muchos folletines, obras de teatro y Posada publicó unos célebres grabados junto a varios poemas:
 
«Hace aún muy pocos días
Que en la calle de la Paz,
Los gendarmes atisbaron
Un gran baile singular.
Cuarenta y un lagartijos
Disfrazados la mitad
De simpáticas muchachas
Bailaban como el que más.
La otra mitad con su traje,
Es decir de masculinos,
Gozaban al estrechar
A los famosos jotitos.
Vestidos de raso y seda
Al último figurín,
Con pelucas bien peinadas
Y moviéndose con chic»
 
Anónimo
 
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