HASTA LOHANA, SIEMPRE
05/02/2022
Graciasss/lavaca.org/hasta-lohana-siempre/
05/02/2022
“Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de
miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, Lohana Berkins desarrolló en
las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de
desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta.
Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír. La
lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir
esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo. La lección,
también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar,
entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría,
eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía
sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas.
La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones
teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político”. Con estas
palabras la escritora y periodista Claudia Acuña despidió a Lohana el 5 de
febrero de 2016. A seis años de su muerte, recordamos esta conversación
publicada en MU en diciembre de 2007: “El travestismo primero rompe de cuajo
con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina,
porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo”.
Hasta Lohana,
siempre
Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de
miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, desarrolló en las calles de
Flores una capacidad única, algo así como un súper poder capaz de desarmar con
pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito
ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír.
La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos
que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora
del miedo.
La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que
leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la
práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la
cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear
políticas.
La lección, además, es recordar ahora una de esas
creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político.
El suyo fue castigado, ignorado, intervenido,
encarcelado, explotado. Y en consecuencia, Lohana Berkins murió.
Nos queda, entonces, la gran tarea de cuidar los cuerpos
de quienes sufren hoy violencias. Las machistas, las institucionales, las
sociales, las culturales, las que nos hacen llorar hoy.
Anatomía política
del cuerpo travesti
Conversación con
Lohana Berkins publicada en MU en diciembre de 2007.
De mujer a travesti
te pregunto ¿cómo puedo hacer una lectura política de tu cuerpo?
Una de las cosas que no ve esta sociedad es el cuerpo
travesti. Es decir, ve la identidad, la apariencia, la parte performativa de la
travesti, pero lo que a esta sociedad le produce un pánico moral y sexual es el
cuerpo de la travesti. Si yo, en cualquier contexto cultural y socioeconómico,
pronuncio la palabra “mujer” o “varón” inmediatamente todas y todos pueden
referir un cuerpo, con variaciones de a cuerdo a la cultura, pero un cuerpo
anatómicamente definido. En cambio, cuando decís “travesti” no imaginan ese
cuerpo de acuerdo a sus características físicas. Negado el cuerpo travesti, lo
que se lee es su apariencia.
Entonces se empieza a encasillar: si tiene barba, se lo
encasilla en lo masculino, te remiten al origen al cual -según la sociedad- no
se puede escapar. O te remiten al otro extremo, colocándote en lo femenino: te
veo como mujer, las travestis son mujeres, y a la hora de la articulación de la
lucha y la palabra que pasen al lado de las mujeres. Entonces, la travesti no
se puede posicionar como un cuerpo propio. Y, por lo tanto, al negarle la
existencia a ese cuerpo, tampoco se le concede ningún derecho. Porque en
definitiva, lo único que tenemos es ese cuerpo. Y si hay algo inocente es la
representación anatómica del cuerpo desnudo, pero el cuerpo desnudo de la
travesti es subversivo, totalmente peligroso. Es intolerable.
Justamente, ese
cuerpo desnudo de la travesti te confronta con la posibilidad de pensar por
fuera de los esquemas establecidos: no es hombre, no es mujer. ¿Qué es? ¿Es un
cuerpo creado? ¿Es un cuerpo que expresa violencia? ¿Abuso? ¿Mentira?
Creo que no es un cuerpo creado, porque en realidad
tendríamos que discutir la naturalidad. Yo creo que la naturalidad, en su
esencia más profunda, no existe. Cualquiera fuera nuestra orientación sexual,
nuestra identidad de género, de por sí hemos sido y somos atravesadas por la
superficialidad del mercado. Se nos han creado necesidades que nada tiene que
ver con nosotras y nosotros. Y ahí me parece que viene una de las cuestiones
profunda que quizás el cuerpo travesti le arranca de manera muy fuerte al
patriarcado y al capitalismo mismo: el hecho de qué pasa cuando uno/una es
artífice de su propio cuerpo, no ya de su propio destino. Después podemos leer
por qué hay esa necesidad de esa construcción del cuerpo, si esas
construcciones son deseadas, pero lo que la travesti pone en evidencia es eso
de ser arquitecta de su propio cuerpo y a partir de qué lo construye. Otra cosa
siniestra que pone en evidencia es cómo la sociedad te pide la evidencia de esa
corporeidad. ¿Esto que significa? A nosotras no solo nos piden que tengamos
tetas, sino que seamos la evidencia de esa teta.
De alguna manera el
mercado llenó ese vacío de representación del cuerpo travesti con sus propios
íconos: decís travesti y pensás en Florencia de la V. ¿Es la representación del
cuerpo travesti como mercancía?
Yo diferenciaría dos cosas. La primera es que el mercado
históricamente cotiza la belleza de la mujer como moneda de cambio: vende la
belleza impecable del cuerpo de Florencia de la V. No sólo su cuerpo, a secas.
Lo que se le exige a ese cuerpo es la belleza. La segunda cuestión es con
respecto al cuerpo travesti en particular: cuando esos cuerpos están en el
mercado de la prostitución son deseados y cotizados. Ahora cuando esos mismos
cuerpos abandonan la prostitución, no son deseados por nadie. Porque hasta la misma
Florencia está atrapada en esa trampa: para mantenerse en su estatus debe ser
un cuerpo despolitizado, que es lo mismo que nos pasaba a nosotras en la
prostitución. Un cuerpo a disposición del tipo que no va a comprar conflictos,
sino sumisión.
Desde ese punto de
vista, no existe cuerpo más politizado que el de la maestra travesti.
Claro: imaginate ese cuerpo puesto ahí, al frente de un
aula, para que las niñas y los niños empiecen a romper con la binariedad y
empiecen a imaginar un mundo posible donde el diálogo se habilite más allá de
ser hombre o mujer. No solo que la vea como un cuerpo construido, sino también
que la pueda ver como objeto de deseo en ese mercado de los deseos. Porque ¿qué
pasa si el niño o la niña se enamora de la maestra travesti? ¿qué pasa si la
quiere, si la admira?¿qué pasa si aprende de esa maestra lo que ella es y lo
que no es?
¿Lo que vos estás
diciendo es que hoy el cuerpo travesti no puede pensarse sino en función de la
prostitución?
Totalmente: no puede pensarse sino es en función del
mercado. Ese cuerpo, en cuanto se mantenga en esos márgenes, digamos, de
utilidad de un mercado, por supuesto que está cotizado. Siempre digo que las
travestis somos el deseo oculto de la burguesía capitalista, pero ¿cuándo
seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria? Porque está bien que
Lohana Berkins y determinadas travestis participemos de los partidos de
izquierda, pero ¿qué pasaría si el secretario general de un partido de
izquierda dice “te presento a mi compañera, Lohana Berkins”, con el mismo
orgullo que yo he visto diciendo “te presento a mi compañera dirigente obrera,
que luchó en Zanón o en Brukman”? No. Nosotras seguimos estando como ícono de
la particularidad. Nosotras quedamos atrapadas en esa cosa del mercado.
Y ahí se genera algo bien peligroso que la sociedad no
quiere debatir y que en ese sentido se marca más en las travestis: eso de
generar genotipos de personas solo para algo. Cuando, por ejemplo, se dan
debates sobre la prostitución, ahí se ve lo que realmente la sociedad piensa.
Lo primero que surge en torno a la prostitución es si la legaliza o no. Más
allá de que este tema merece otro capítulo, lo que señalo es que nunca esos
pedidos fueron propiciados por organizaciones de mujeres y travestis en
situación de prostitución. Nunca fuimos nosotras a decir “queremos una zona
roja”. Siempre lo dicen los otros. Y lo que expresan es algo bien concreto:
porque así como en su momento la negritud era sinónimo de esclavitud, las travestis
son para esta sociedad un genotipo de esclavitud sexual.
Lección de anatomía
¿Qué pasa con el
cuerpo travesti cuando llega a un hospital?
Te contesto con una anécdota concreta. Un día, por un
dolor de panza, voy al hospital, al servicio de gastroenterología. Como yo ya
había hecho un escándalo en admisión para que me anotaran como Lohana, el
primer diálogo con la doctora fue así:
-¿Tuvo abortos?
¿cómo es su menstruación?
-Perdón doctora,
acá hay un problemilla: yo mujer no soy.
-¿Cómo que no es
mujer? ¿Usted no es Lohana?.
-Sí, soy yo. Pero
soy una travesti.
-¡Ahh! Entonces,
¡usted es un hombre!
Me lo dijo levantándose de la silla, como sentenciándome.
Ahí le apareció lo policíaco de la medicina. Y aunque le expliqué que estaba
equivocada, en la historia clínica escribió: “se niega a dar su nombre”. Y no
me estaba negando a dar mi nombre, porque mi nombre es Lohana. La que se estaba
negando a ver la realidad era ella. Ahí mismo me fui a hablar con el director
del hospital, que me propone consultar la lista de médicos de esa especialidad
así elegimos a la doctora más “simpática”. Le digo: “Perdón doctor. A mí me va
atender la misma doctora que me atendió, pero bien. Si cuando yo me vaya se
pone azufre y se rocía con agua bendita, es problema de ella, pero me tiene que
atender. Porque sino le estamos resolviendo el problema a ella, no a mí.
¿Y tu dolor de
estómago?
Tuvo que seguir esperando, porque me pasan a otra médica,
divina, canchera, pos moderna, pero que no me revisó nunca. No podía
relacionarse con el cuerpo de una travesti. Así que pasé a un tercer médico al
que le dije:” Si no me vas a revisar, me voy ya”. Nunca indagaron la historia
de mi cuerpo, si el haber estado presa influyó en mi salud, si las siliconas me
las puse ilegalmente y en qué condiciones, si tomaba hormonas… Mi cuerpo era
una cosa tirada ahí, seguía siendo violentado, invisibilizado, porque verlo era
para esos médicos alterar, confrontar e interpelar todo un orden de lo
aprendido. Es tan fuerte el pánico que producen nuestros cuerpos que
absolutamente cancela cualquier diálogo.
¿Qué pone en
evidencia el cuerpo travesti? ¿La inseguridad, la ignorancia, lo desconocido?
Creo que el travestismo primero rompe de cuajo con las
certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque
cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo. Cuando las
vecinos sensibles de Palermo reclamaron que saquen a las travestis de la puerta
de sus casas, ¿a quién realmente querían sacar de la puerta? Al deseo de sus
esposos. No pueden admitir que nosotras le pongamos el deseo en la puerta.
Cuando una persona ve a una travesti, en realidad, no le molesta la diferencia
sino la igualdad: qué me refleja, qué me está sacando a mí que me pone tan
loca.
Pensemos que una travesti nos enfrenta, incluso, a pensar
en nuevas formas de reproducción. ¿Podríamos decir, por ejemplo, que un hombre
ha parido un hijo? Sí, si pensamos que una persona que nació mujer y se
convirtió en hombre sigue teniendo sus órganos reproductivos. Yo he visto una
foto de un tipo de barba pariendo. Algunos dirán que está pariendo una mujer,
pero su identidad es masculina. ¿Qué respetamos entonces para referirnos a esa
persona: su identidad masculina o su anatomía femenina?
¿Cómo podríamos
definir la subjetividad travesti?
Si yo me comparo con una mujer de mi edad, cruce racial y
origen social, es evidente que la construcción de los cuerpos y las vivencias
fueron absolutamente distintas y que esa diferencia nos van dando un tamiz
sobre la vida absolutamente distinto. Es cierto que toda la sociedad, por
ejemplo, está atravesada por la violencia. Pero si vos comenzás a hacer un
trabajo empírico sobre esa violencia social, podés sectorizarla: los jóvenes
pasan por esto, los ancianos por esto otro, las mujeres por aquello. Lo que
hace sumamente grave en esta sociedad el tema de las travestis es que todas
esas violencias juntas atraviesan sus cuerpos.
Si a una travesti le preguntas ¿te encarcelaron?, te
responde: sí. ¿Te pegaron? Sí. ¿Te violaron? Sí. ¿Te echaron de tu casa? Sí. Se
te murió una amiga? Si. ¿Tenés Sida? Sí. Todas esas violencias juntas hacen muy
pesadas estas historias. Nosotras somos identidades clocalizantes: toda la
mierda debe ser puesta en nosotras. Pero no vemos esta historia de genocidio. Son
generaciones enteras que están desapareciendo y la gente y funcionarios siguen
pensando en función de que toda esa miseria no es real, es simbólica. ¿No hay
mayor crimen que quitarle la niñez a alguien? En las travestis es lo primero
que se hace. Una niña travesti es siempre alguien expulsado de su hogar, que a
los 13 años ya vive en una comunidad con adultas que tenemos la vida hecha
mierda.
¿Otra forma de
violencia más sutil, que desactiva la rebeldía, no es la victimización?
Esto de la victimización termina siendo rasgo identitario
muy fuerte, porque si vos perdés el discurso de la víctima perdés todo. Es otra
de las consecuencias de la exclusión: la victimización termina siendo un rasgo
identitario único. Un paso más fuerte es cuando esa misma víctima se convierte
en sujeta de derecho. Nunca se nos puede quitar el derecho a denunciar que
somos víctimas, pero no nos tenemos que quedar ahí. Vos tenés que revolucionar
no solo tu propio sentido, sino también el sentido común de la sociedad. El
Derecho debe ser interpretativo de la realidad. Si alguien dice “ya he sido
puta y no lo quiero ser más”, el Estado automáticamente tiene que interpretar
esa realidad. Lo que pasa acá es que no se lee esa realidad, se ignora.
Nosotras tenemos que discutir nuevos derechos civiles y políticos, nuevas
constituciones. Debemos participar generar, debatir, no permitir que el sistema
siga funcionando así.
Modelos de mujer
¿Se podría decir
que una de las características de lo travesti es esa visión performática de sus
cuerpos?
En realidad, la estética de todas las mujeres no es
creación de las propias mujeres: es una creación de los varones.
¿Y la estética
travesti no es una creación de los varones?
Es la estética que se impuso a las mujeres, sobre la cual
las travestis hacen después su propia interpretación. La sociedad genera esos
íconos. Lo travesti, entonces, no hace más que dejar en evidencia, bien
demostrado, cuáles son esos íconos. En mi época, nuestro modelo era Moria
Casán. A lo mejor si hoy una adolescente travesti tuviera que hacer una lectura
de qué es ser una mujer, pondría de ícono a Pampita. Ahora, el porqué Moria
Casan o Pampita son la estética de una trava no es un tema del trava, sino de
la sociedad. Eso te da la clara evidencia de cómo el sistema capitalista genera
iconos fuertes que atraviesan a cualquier adolescente y, por supuesto, también
a las adolescentes travestis.
Esos modelos van cambiando, pero forjan una identidad
sobre lo femenino de la que nadie está a salvo. El agravante que tiene esta
identificación es que ése cuerpo travesti sólo es valorizado en el marco del a
prostitución. Y la prostitución es un condicionante muy fuerte. Por ejemplo, en
cuanto a las prótesis. Si la que sube más (a los autos) tiene una de 400 es lógico
que la otra se quiera poner una de 500. Ahí el que está definiendo ese cuerpo
es el prostituyente.
Algo que llama la
atención es que desde hace relativamente poco tiempo la sociedad está pensando
a las travestis como una población. Inclusive para moverlas del Rosedal, ya no
se las trata individualmente, sino como a una población a la que hay que
destinar un sector concreto de la ciudad para que allí sean prostituidas.
Hay que diferenciar la prostitución de las mujeres y de
las travestis: lo único que nos une es que para una y otra el primer fiolo es
el Estado. Otra cosa en el sistema prostitucional de Argentina y ahí sí hay
diferencias: las travestis no somos atravesadas por el fiolismo, como sí lo son
las compañeras mujeres. La explotación sí que es la misma. La otra vez
compañera me dijo una cosa que me hizo ver la luz. Ella marcaba la
contradicción del Estado argentino: por un lado, el Ministerio nos da los
forritos para que nos cuidemos y, por el otro, ese mismo ministerio manda a la
policía para que nos reprima.
A mí me impactó su manera de señalar estas
contradicciones en las políticas de Estado. Porque si el Estado te dice
“cuídense del sida”, la pregunta siguiente es: ¿cuídense para qué? ¿Qué
posibilidades de vida digna tiene esa compañera?, ¿puede ir al a escuela ,
cambiar de trabajo? Cuando nosotras vamos al gobierno con estos problemillas,
nos dicen: “bueno, las vamos a capacitar”. Perfecto. Pero mientras se produce
la capacitación, ¿yo le puedo exigir a alguien que se prostituyó hasta las 6 de
la mañana que venga a las 10 a tomar el cursito de peluquería? Es indigno. Y
esto habla a las claras del destino de muerte que rodea a la travesti. Esta
cosa de la muerte, no solo real, sino de muerte cotidiana.
Porque los modelos de identificación que encuentra en el
día a día siguen siendo el de la puta. ¿O acaso cuando vas a una tienda o a un
bar sos atendida por una travesti? Para ejercer los derechos los tenés que
conocer, vivir, incluso para exigirlos tienen que ser una cosa posible. ¿Y qué
es lo posible para una travesti más allá de la prostitución? Muchas travestis
activistas somos altamente capacitadas, pero no somos contratadas.
Un ejemplo: en el campo especifico del sida, donde hay
mayor cantidad de dinero destinado a las travestis, esos recursos son manejados
por las oenegés y sus técnicos, que después agarran a las travestis y le tiran
unos pesos por mes para que salgan a la calle, repartan los forros y les
recojan la información que ellos luego presentan para justificar sus trabajos.
Nosotras somos llamadas para dar testimonio o para el cotillón. No somos vistas
como fuerza productora de trabajo.
Como fuerza de
trabajo son vistas en cuanto putas.
Exactamente. Cuando destrabemos eso, vamos a poder decir:
“Mirá cuánto avanzó la sociedad”.
La sexualidad
travesti
¿Podemos pensar el
cuerpo travesti como un cuerpo en rebeldía?
Ojalá las travestis lo pensáramos al cuerpo como una
cuestión revolucionaria. Nosotras no estamos a favor de ningún tipo de
institucionalidad, pero también no se puede obviar los impactos negativos que
produce la no institucionalización, ya sea por no tener acceso a un hospital, a
la escuela, ni siquiera tampoco a ningún orden barrial, las salitas del barrio
o el grupo de la cooperativa “El trapito feliz” de la villa. Los impactos
negativos que produce la ignorancia también afectan la capacidad de rebelarse.
Para entender, por ejemplo, que la identidad no puede ser construida solo a
partir de un cuerpo. El creer que ser mujer es tener una súper teta. Por
ejemplo, cuando nostras hacemos los talleres damos una silueta de una modelo
divina, ninguna discute ese cuerpo. Y cuando les decimos “vístanla”, todas la
visten como puta, con medias caladas, botas bucaneras, polleras cortas. Yo les
digo: chicas, las mujeres tiene sabor, olor, color, dolor.
Cuando ustedes
están construyendo ese cuerpo ¿qué pasa con el pensamiento, con el alma, con el
lenguaje? Va en conjunto con la transformación del cuerpo, o primero va el
cuerpo, y después el pensarse, mirarse, decirse?
Absolutamente esa es la parte más fuerte que pasa con el
travestismo. Generalmente, por cuestiones económicas y técnicas, comienza con
el cuerpo, que muchas veces es modificado aun en la más tierna niñez. Esta
exigencia de la corporalidad, de la definición corporal, es prioritaria porque
la sociedad todo el tiempo te está pidiendo que te definas. Ellas acceden
entonces a esta cuestión de transformar el cuerpo y no se pueden pensar a sí
mismas, qué es lo que son y qué quieren ser. A mí me pasó que, tras muchos años
de ser portadora de este cuerpo, recién empecé a pensar hace relativamente poco
sobre lo que esa transformación significa.
Si este pensamiento se hubiese producido al inicio de mi
vida nada de lo que me hice, nada, lo hubiese realizado. Lo hubiera hecho en
otras circunstancias, con otros cuidados, sin duda. Pero aun si no hubiese
podido acceder a esa transformación, lo mismo yo sería Lohana Berkins. Hoy sé
que si yo mañana me saco las tetas, me corto el pelo, sigo siendo Lohana
Berkins. No podemos creer que solo puedes ser travesti con ese cuerpo. Eso es
lo fuerte que nos ha pasado. Y no estoy siendo moralista: que cada una se haga
lo que quiera, pero porque lo quiere, no porque se lo están exigiendo o por
esta tremenda creencia que sin ese cuerpo no hay nada.
Algo de cruda
realidad hay en esa elección: sin ese cuerpo no hay destino en la prostitución.
Eso es algo que se ve en los propios deseos. Cuando le
preguntas en un taller qué quieren ser, te contestan: travesti. O mujer. Quedan
tan atrapadas en esa ficcionalidad, y en esa cosa de ser solo travestis. Recién
después de mucho trabajo, salen otros deseos: maestra, bailarina, médica.
Nosotras lo que le tratamos de lograr es que las travestis comiencen a
aceptarse a sí mismas. Y en ese sentido, una cosa muy particular es el truqui.
¿Qué es el truqui?
Es el arte de esconder el pene. Algo tortuoso, que te
lastima, pero que se transformó en una exigencia para crear la ficción de que
somos mujeres. Y no: somos travestis.
Eso lleva a un tema
clave: ¿cuál es la sexualidad de la travesti en cuanto a su propio deseo?
Porque a las mujeres, por ejemplo, una llave muy preciosa para nuestra propia
conquista del deseo es la masturbación. ¿Esto es algo que forma parte de la
sexualidad travesti?
Es algo que no puede formar parte en tanto te digan: sos
mujer. Eso inhabilita no sólo tu realidad, sino tu posibilidad de goce. El
aceptar nuestro cuerpo, y decir que tenemos un pene es maravilloso, porque eso
es ser una travesti. Aceptar el cuerpo como es y las funcionalidades de ese
cuerpo es algo muy difícil si estás atrapada en el universo de la prostitución.
Si te obligan a hacer veinte cosas para que el tipo no se de cuenta de que vos
tenés un pene, entonces, ¿porqué no buscan a una mujer? Si venís conmigo,
deseame en mi integridad, gózame y déjame disfrutar a mí, porque sino me estás
obligando a seguir siendo la geisha de la prostitución. Y esto no tiene nada
que ver con la orientación sexual o la identidad de género. Esto es poder amar
su propio cuerpo.
La
cooperativa
Para pensar esos
cuerpos como cuerpos productivos, más allá del mercado del sexo, se están
organizando en una cooperativa. ¿Cuál fue el origen de ese proyecto?
Una de las crisis que nos agarró era ver que si bien
nosotras habíamos avanzado en muchas cosas, la gran mayoría sigue viviendo de
la prostitución. La gente ya ve bien que nosotras nos sentemos en una mesa de
debate, pero no le importa de dónde secamos el dinero para sobrevivir, a
cuántos tipos tuvimos que aguantar, a qué violencia nos expusimos. Así que les
dije a las chicas: ¿qué está pasando? O estamos transmitiendo algo mal, o no se
nos está entendiendo. Paremos y veamos cómo nosotras nos hacemos cargo de
nuestra entrada económica, de empezar a debatir en esta cultura totalmente
patriarcal porque no se nos ve como productora de fuerza de trabajo.
Y se nos ocurrió esto de la cooperativa. Así comenzaron a
aparecer las ideas. Un día Hebe de Bonafini me invita a su programa de radio,
se enteró del proyecto y nos dijo que nos amadrinaba. A partir de ahí todo el
proceso fue sumamente interesante para ambos lados: para nosotras y para cada
funcionario ante el cual teníamos que hacer un trámite.
¿Cuáles son tus
miedos frente a esta nueva experiencia?
Yo le tengo miedo al Estado. A mis compañeras no. Toda la
vida conviví con compañeras mujeres en calabozo y el conflicto siempre estuvo a
punto caramelo y, sin embargo, siempre encontrábamos la forma de resolverlo. La
ética de la puta a mí me conduce en toda la vida, por eso nunca tomo una
discusión en términos personales. Una crece, y el crecimiento produce mucho
miedo, pero no me asusta ese tipo de tensiones porque todas aprendimos a
rescatar el valor de la convivencia y el afecto.
Graciasss/lavaca.org/hasta-lohana-siempre/
LA "TRAVIARCA" ADELANTADA A SU TIEMPO
Compañeras de militancia recuerdan a la activista que llevó adelante importantes luchas en beneficio del colectivo trans. "Hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas", es una de las frases que dejó para la historia.
Telam
04-02-2023 |
Se cumple este domingo el séptimo aniversario de la muerte de la activista trans Lohana Berkins, referente indiscutida del transfeminismo y "una adelantada a su tiempo" que con sus luchas "le cambió la vida a miles de personas".
"Ella tenía la doble capacidad de aglutinar y organizar. Vencía así el descreimiento de las compañeras, infundiéndoles confianza", dijo a Télam su gran amiga y compañera, Marlene Wayar.
Otra de sus grandes amigas y biógrafa, Josefina Fernández, recordó que lo propio de Lohana era "empujar constantemente la frontera, desplazar los límites y ensanchar los espacios de participación y de existencia plena".
La activista trans y fotógrafa Florencia Guimaraes destacó como su mayor legado la ley de Identidad de Género que "le cambió la vida a miles de personas", pero también que su prematura muerte dejó "muchas postas para seguir luchando", como la reparación histórica para mayores de 40 años.
"Ella tenía la doble capacidad de aglutinar y organizar. Vencía así el descreimiento de las compañeras, infundiéndoles confianza"
Marlene Wayar
Berkins, reconocida como la "traviarca", nació el 15 de junio de 1965 en la localidad salteña de Salvador Mazza.
"Yo cuando era pequeña pensaba que había habido un error, después me di cuenta que yo tampoco era mujer y que mi manera de ser y construirme en el mundo era ser travesti", dijo Lohana en una entrevista con la TV Pública.
A los 13 años su padre la llamó aparte y le dio un ultimátum: "O te hacés bien hombre o te vas".
"Nunca me explicó qué quería decir 'ser bien hombre' y 'te vas'. Yo decidí irme con la certeza de que me iban a ir a buscar, pero sigo esperando. Ahora, visto a la distancia, para mí fue una cuestión liberadora y no me arrepiento", compartía.
Empujada a la prostitución como única alternativa de sobrevivencia, Lohana se mudó a la ciudad de Buenos Aires a finales de los '80.
Como parte de su activismo contra la violencia policial y los edictos que criminalizaban tanto la prostitución como la identidad travesti, fue cofundadora en 1994 de la Asociación Mujeres Meretrices de Argentina (AMAR), integró la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (Attta) y en 1998 formó su propia organización, la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual (Alitt) que presidió hasta su muerte.
Al evocarla, Guimaraes la caracterizó como una pionera "abriendo puertas" que parecían selladas para la comunidad travesti trans.
"La Berkins" fue la primera persona trans en conseguir un empleo estatal, en el año 2000, y en postularse como candidata a diputada nacional (2001), pero también fundó la primera escuela/cooperativa de trabajo para personas travesti/trans de Latinoamérica: la textil 'Nadia Echazú', que sigue funcionando.
Entre las exitosas batallas que dio por la ampliación de derechos, se cuentan la personería jurídica para Alitt y la derogación de los edictos policiales en CABA en 1998.
Estas luchas incluían creativas acciones de visibilización, como cuando en marzo de 1999 leyó un pedido de asilo político para 65 personas travesti trans frente a la Embajada de Gran Bretaña durante la visita del por entonces príncipe Carlos.
De las entrevistas que brindó a lo largo de más de 20 años de activismo quedaron frases memorables como "hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas".
Conmovida en lo más profundo por el asesinato en 2015 de su compañera de activismo y amiga Diana Sacayán, una de las batallas que alimentaron su espíritu inquieto en sus últimos años fue la instalación de la categoría de "travesticidio" como crimen de odio hacia la identidad de género travesti trans y por el cupo trans.
El lunes 6 a partir de las 18 se realizará una nueva edición de la jornada conmemorativa "Celebrándote Lohana" en la Federación Judicial Argentina (Rincón 74), de la que participarán la filósofa Diana Maffía, la educadora popular Claudia Korol, la activista lesbiana Romina Pereyra, la titular del Sedronar Gabriela Torres y las activistas trans Daniela Ruiz, Agustina Ponce y Florencia Guimaraes.
Graciasss/www.telam.com.ar/lohana-berkins-aniversario-muerte.
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