HARVEY MILK, UN SÍMBOLO PARA LA COMUNIDAD LGBTI
Por Juan Ignacio Cortés (@JuanICortes),
colaborador de Amnistía Internacional,
30 jun 2023
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Por Juan Ignacio Cortés (@JuanICortes),
colaborador de Amnistía Internacional,
30 jun 2023
En noviembre de 1977, Harvey Milk hizo historia al
convertirse en el primer hombre abiertamente gay en ser elegido para un cargo
público en Estados Unidos: la Junta de Supervisores de San Francisco. Un año
después, Milk, cuya carrera política era una prolongación de su activismo en
favor de los derechos de la comunidad LGTBI, fue asesinado.
En 2009 el gobernador de California, Arnold
Schwarzenegger, declaró el 22 de mayo (fecha del nacimiento de Milk) el Día de
Harvey Milk, una conmemoración que el trabajo de la Fundación Harvey Milk hace
extensiva a todo el país y a la que este post quiere contribuir.
Antes de morir, Harvey Milk, consciente de que las
constantes amenazas que recibía contra su vida podrían llegar a materializarse
algún día, dejó grabado un discurso póstumo en el que decía "si una bala
entra en mi cerebro, ojalá que sirva para destruir las puertas de todos los
armarios".
En realidad, no fueron las balas que lo mataron, sino la
vida de Harvey Milk la que sirvió de ejemplo a muchas personas LGTBI para salir
de cualquier armario, asumir su identidad sexual y luchar por sus derechos.
¿Quién fue Harvey Milk?
Todos los relatos de la vida de Milk hablan de una
persona inquieta, desinhibida y llena de energía. Descendiente de judíos
lituanos (el apellido original de la familia era Milch), Harvey nació en Woodmere,
Nueva York, en mayo de 1930.
Aunque desde su adolescencia fue plenamente consciente de
su orientación sexual, Harvey la disimuló durante mucho tiempo, algo
comprensible en una época en que identificarse (o, más bien, ser identificado)
como homosexual podía costar el trabajo o incluso llevar a prisión a una
persona (en 1962, la sodomía era un delito en todos los estados de Estados
Unidos y solo en 2003 el Tribunal Supremo consideró definitivamente
inconstitucionales las disposiciones legales que prohibían las relaciones entre
personas del mismo sexo).
La vida de Milk fue bastante movida. Hasta más allá de
los cuarenta años, sus cambios de trabajo, residencia y pareja fueron casi
constantes. Vivió en Nueva York, Dallas, Los Ángeles, Miami. Fue oficial de la
marina, profesor, productor teatral, ejecutivo de banca...
La vida errante de Milk cambió cuando conoció San
Francisco a finales de los años sesenta. Durante esa década, la ciudad se había
convertido en la capital de la cultura alternativa norteamericana. En 1967, el
Verano del Amor fue la cumbre del movimiento hippie y multiplicó un ya el
poderoso efecto llamada que la ciudad tenía sobre las personas LGTBI.
El sol, las playas y el relajado estilo de vida
californiano no eran los únicos motivos de atracción. Desde comienzos de los
sesenta, diversos colectivos como la Sociedad para los Derechos Individuales
habían comenzado a luchar por los derechos del colectivo homosexual. Y la lucha
social estaba permeando la conversación política, pues el ala progresista del
Partido Demócrata no podía ignorar el importante caladero de votos que la
comunidad LGTBI representaba.
Harvey Milk llegó a la ciudad en 1969, formando parte del
equipo del musical Hair y siguiendo a su novio del momento, pero sus intentos
de permanecer en la ciudad, cuando el novio y el trabajo en el musical
desaparecieron, no fructificaron. Emprendió el camino de vuelta hacia el este,
pero con la idea de volver, cosa que hizo a los pocos meses.
Milk no tenía un plan claro, más allá de vivir en San
Francisco, pero todo cambió cuando abrió Castro Camera, una tienda de fotografía
en el corazón del barrio de Castro, una zona en la que los hogares de
trabajadores de ascendencia irlandesa iban siendo reemplazados por los miembros
de una comunidad gay cada vez más vibrante.
Harvey Milk, primer
político abiertamente gay de los Estados Unidos
La inquieta personalidad de Harvey Milk terminó de
florecer en la calle Castro. No es que el negocio fuera especialmente bien en
términos monetarios (el cronista de la vida gay de San Francisco y autor del
libro Historias de la Ciudad, Armistead Maupin, recordaba, 25 años después de
su muerte, como Harvey "dormía en un colchón en la trastienda"), pero
sí en términos sociales.
Castro Camera se convirtió en uno de los lugares más
vivos y que más vida irradiaban en el barrio. Un gran mentidero. Un sitio de
encuentro en el que todo un elenco de personajes convergía para comentar las
noticias del barrio, filosofar en general y hablar de política en particular.
En seguida se hizo patente el talento natural de Milk
para la política, y su influencia pronto se extendió más allá de las paredes de
Castro Camera. En poco tiempo, organizó una asociación de propietarios de
negocios homosexuales. Poco después, los camioneros que servían bebidas a los
bares pidieron el respaldo de la asociación a una huelga para conseguir mejores
condiciones. Milk se lo dio, a cambio de que ellos facilitasen la contratación
de más camioneros homosexuales.
Esta fue una característica de la carrera política de
Milk. Por un lado, un claro y radical llamamiento a la visibilización,
movilización y unidad de la comunidad gay. Por otro, una gran capacidad para
formar alianzas con cualquier minoría, comunidad u organización de personas
reivindicando derechos.
Pese al frío recibimiento que la idea tuvo entre los
políticos gays que se movían en el ámbito del Partido Demócrata -que aspiraba a
captar los votos de la comunidad gay en lugar de promocionar la candidatura de
una persona abiertamente gay-, Milk decidió presentarse en 1973 a las
elecciones a la Junta de Supervisores de San Francisco, una especie de
miniparlamento con poder para aprobar regulaciones legales y presupuestos.
No ganó, pero incrementó enormemente su popularidad en
toda la ciudad, y empezó a consolidar un estilo tan peculiar como efectivo de
hacer campaña, basado en horas y horas de abordar a gente, estrecharle la mano
y soltarle una de sus frases más famosas: "Hola, soy Harvey Milk, y vengo
a reclutarle".
Milk se autoproclamó "Alcalde de la Calle
Castro" y, en cierta medida, lo era. A esas alturas, Castro Camera
funcionaba más como el centro neurálgico de una campaña política permanente y
movilización social que como tienda de fotografía. Milk se presentó de nuevo a
las elecciones a la Junta de Supervisores en 1975 y a la Asamblea Estatal en
1976. Pero las elecciones no lo eran todo.
Desde la sede de su Ayuntamiento alternativo, Milk y su
gente sumaron fuerzas con otros políticos homosexuales o simpatizantes de los
derechos de la minoría LGTBI para apoyar, impulsar o forzar iniciativas como la
derogación de las ley de sodomía de California o la oposición a la Iniciativa
Briggs, una propuesta legislativa que pretendía otorgar poderes a los colegios
para despedir a los profesores homosexuales.
El trágico final de
Harvey Milk
En noviembre de 1977, Harvey Milk fue finalmente elegido
supervisor. En enero de 1978 se convirtió en la primera persona abiertamente
homosexual en asumir un cargo electo en los Estados Unidos.
En poco tiempo, y con el apoyo del alcalde de San
Francisco, el demócrata progresista George Moscone, Milk consiguió que se
aprobase una regulación que impedía a las empresas despedir a sus empleados por
el hecho de ser gays.
Su carrera política seguía cosechando éxitos y su
popularidad seguía creciendo. Ese año de 1978, el desfile del Orgullo Gay de
San Francisco reunió una impresionante multitud de más de 250.000 personas.
Milk, exultante, participó sentado en la parte trasera de un coche descapotable
y pronunció un memorable discurso en favor de la visibilidad y la unidad de la
comunidad gay.
"Les pido a mis hermanos y hermanas gay que se
comprometan a luchar. No conquistaremos nuestros derechos quedándonos callados
dentro de nuestros armarios. Estamos saliendo de ellos para luchar contra las
mentiras, los mitos, las distorsiones. Estoy cansado de la conspiración del
silencio".
Sin embargo, Milk no era del agrado de todos. Desde
luego, no de Dan White, un colega de la Junta de Supervisores de ideas
conservadoras y mentalmente inestable. White solía saltarse las reuniones de la
Junta y en un momento dado renunció a su cargo, pero pocos días después, pidió
que su renuncia no se hiciese efectiva. Tanto el alcalde Moscone como Milk se
opusieron al reingreso del irresponsable y conservador White, quien les acusó
de conspirar contra él.
El lunes 27 de noviembre de 1978, Moscone había convocado
una rueda de prensa para anunciar quién sería el sustituto de White, pero el
evento nunca llegó a celebrarse. White, ex militar y bombero, se introdujo en
el Ayuntamiento de San Francisco por una ventana del sótano para burlar los
detectores de metal, fue hasta el despacho de Moscone y le disparó cuatro
veces. Poco después, se encontró con Milk en los pasillos del edificio, y le
disparó cinco veces, dos de ellas en la cabeza. Horas después, se entregó a la
policía.
El doble asesinato conmocionó a toda la ciudad. Entre
25.000 y 40.000 personas se congregaron esa noche de forma espontánea en Castro
y marcharon en silencio, con sus velas encendidas, hasta el Ayuntamiento de San
Francisco. Los titulares de la prensa del día siguiente fueron demoledores:
"Lunes negro", "Una ciudad en agonía"...
El discurso de la
esperanza
Meses después, tras un polémico juicio, White fue
declarado inocente de asesinato y culpable de homicidio involuntario, lo que le
supuso una pena relativamente leve de algo más de siete años de prisión. Esta
vez, la marcha desde Castro al Ayuntamiento no fue nada pacífica, y los
disturbios de la Noche de White causaron casi 200 heridos.
Seguramente, los disturbios no hubieran sido del agrado
de Milk, quien conocía el sentimiento de rabia de muchas personas homosexuales
ante la discriminación constante que sufrían. Sin embargo, Milk usaba mucho más
la palabra esperanza. De hecho, su "Discurso de la esperanza", que
fue refinando a lo largo de su carrera política, es la pieza más celebrada de
su legado.
"Los jóvenes homosexuales de Altoona, Pensilvania,
Richmond o Minnesota que están saliendo del armario [...] a lo único que tienen
que aspirar es a la esperanza. Y hay que darles esperanza. Esperanza de un
mundo mejor, de un mañana mejor, de un lugar mejor al que acudir si las
presiones en casa son demasiado fuertes. Esperanza de que todo irá bien".
Esperanza no solo para las personas LGTBI, por supuesto:
"Sin esperanza, no solo los gays, sino los negros,
los ancianos, los discapacitados [...], se darán por vencidos. Si contribuimos
a que más personas homosexuales sean elegidas para cargos públicos, eso dará a
todos los que se sienten privados de sus derechos luz verde para seguir
adelante [...], porque si una persona gay lo logra, las puertas están abiertas
para todos".
Con otras palabras, Harvey Milk proclamaba lo mismo que
Amnistía Internacional: que los derechos de las minorías sexuales o raciales,
de la mujer, de los discapacitados o de los ancianos son todos derechos
humanos. Y que hay que defenderlos.
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