LA CULTURA ‘DANSHOKU’: LA
DIVERSIDAD SEXUAL DE JAPÓN
Saeki Junko
16/10/2023
Saeki Junko
16/10/2023
Desde antes del período Edo, se pensaba que el danshoku,
el amor entre hombres, era más noble y artístico que el que podía darse entre
un hombre y una mujer. Examinamos los pros y contras de la cultura del danshoku en
términos históricos, y consideramos cuestiones actuales, como la intolerancia
hacia el colectivo LGBTQ o las agresiones sexuales contra menores.
La homosexualidad entre hombres, “más sofisticada”
Es cierto que en Japón la comprensión hacia la
comunidad LGBTQ se
halla bastante rezagada, pero al mismo tiempo la sociedad japonesa ha sido a lo
largo de su historia extremadamente tolerante hacia ciertas relaciones
homosexuales entre hombres.
Desde antes del periodo Edo (1603-1868) se
denominaba danshoku a las relaciones homosexuales entre
hombres, y formaban parte de las costumbres amorosas de la sociedad japonesa.
En grupos en los que solo se admitía a hombres -lo que en sociología se
denomina “ambientes homosociales”, como en el caso de los templos budistas en
las montañas, la sociedad masculina de los samuráis o el mundo del kabuki,
donde los actores eran solo hombres- ese aislamiento de las mujeres inducía a
los hombres desarrollar amistad y amor entre sí, y a satisfacer ambos mediante
relaciones físicas. En ese tiempo no existía en Japón discriminación hacia ese
tipo de relaciones, ni se trataban de prevenir por considerarse desviaciones
sexuales.
En la época Edo, las aventuras amorosas se solían
denominar irokoi o kōshoku, palabras que aparecen
como tema literaria en obras tan conocidas como Kōshoku ichidai otoko (Publicada
en español como Amores de un vividor y posteriormente
como Hombre lascivo y sin linaje; 1682) y Kōshoku ichidai
onna (“Vida de una mujer lasciva”; 1686), de Ihara Saikaku. Las
tácticas y el saber hacer del amor se denominaban en el Japón de la época shikidō (“el
camino del amor”), pero este término no hacía referencia solo al amor
heterosexual, sino que incluía también el amor entre hombres.
También existía la expresión shikidō futatsu (“Los
dos caminos del amor”), con la que se expresaba la idea de que el amor se
expresaba de dos formas: como joshoku (entre hombre y mujer) y
como danshoku (entre dos hombres). Por lo tanto, a un donjuán
de la época Edo se le exigía que tuviera conocimientos tanto de danshoku como
de joshoku. Saikaku escribió sobre ambos; una de sus obras, Nanshoku
ōkagami (“El gran espejo del amor homosexual masculino”, 1687), se
centra en el danshoku. De ese modo trató de representar ambos
géneros de manera igualitaria.
El debate sobre la superioridad e inferioridad del danshoku y
el joshoku se convirtió también en un tema de la literatura;
los escritores solían presentar de forma humorística las diferentes opiniones
de la gente como podrían haberlo hecho con las discusiones por ciertas
preferencias: el udon o la soba (dos tipos de
fideos), o gatos y perros.
En estas discusiones se solía dar a menudo el argumento
de que el danshoku era más noble, más sofisticado y artístico.
La idea de considerar ese tipo de amor como algo estéticamente agradable, lejos
de verlo como una perversión o desviación sexual, existía en Japón desde antes
del período Edo.
“De usar y tirar”
A pesar de todo esto, no podemos decir que Japón siempre
haya sido una sociedad tolerante hacia el colectivo LGBTQ. Esto se debe a que
el concepto mismo del danshoku y la homosexualidad masculina
moderna son diferentes, pese a sus similitudes. Para empezar, desde antes del
período Edo, el danshoku no consistía en una relación amorosa
entre dos hombres adultos, sino entre un hombre adulto y un menor, o más
propiamente dicho, un adulto y un niño.
El joven ideal como pareja amorosa en el danshoku era
un chico de belleza casi femenina, que aún no había celebrado el genpuku,
una ceremonia de mayoría de edad; ese amorío se consideraba además una relación
temporal que solo duraría unos años, mientras el chico fuera adolescente. Esos
jóvenes que se convertían en pareja de una relación danshoku eran
socialmente muy débiles, y debían plegarse a los deseos egoístas de los hombres
adultos, lo cual incluía ser desechados cuando se cansaban de ellos, o en casos
extremos ser asesinados cuando llegaba el momento de celebrar el genpuku.
Además, esos adultos que mantenían relaciones con jóvenes
solían casarse con mujeres para tener descendencia, de modo que no consideraban
a sus parejas masculinas como compañeros permanentes con quienes compartir una
vida.
En las relaciones sexuales el joven era también parte
pasiva, por lo general. El danshoku y la homosexualidad
masculina actual son, en ese sentido, fundamentalmente diferentes: el adulto
tomaba la iniciativa y el niño permanecía en una posición de debilidad, tanto
social como sexualmente, mientras que las relaciones de hoy día aspiran a
relaciones independientes e igualitarias entre ambas partes, y tiende a
equivaler en esos términos a las parejas heterosexuales.
“Perversión” sexual desde la era Meiji
Aunque no debemos olvidar los aspectos negativos ya
mencionados, es cierto que el danshoku existía como práctica
común desde antes del período Edo, en el sentido de que las relaciones sexuales
entre hombres eran libres, y no se veían catalogadas como perversión,
anormalidad sexual o enfermedad. Sin embargo, durante el proceso de
modernización que comenzó con la llegada de la era Meiji (1868-1912), Japón se
vio fuertemente influido por la sexología occidental y sus valores, que veían
la homosexualidad como un delito (los hombres que tenían relaciones
homosexuales eran castigados según la ley, en Occidente); esto llevó a que la
homosexualidad comenzara a verse marginada como perversión o anomalía sexual.
Una de las obras maestras de Mishima Yukio, Kamen
no kokuhaku (Confesiones de una máscara, 1949), describe en detalle, y
en primera persona, la experiencia de vivir como gay en el Japón moderno, donde
la homosexualidad se considera algo anormal. El protagonista vive ocultando a
quienes lo rodean sus deseos sexuales y sus sentimientos románticos.
Por otro lado, incluso en el Japón de la era Meiji y
posteriormente, la cultura del danshoku subsistió en los
internados masculinos, e incluso aparece en obras literarias como Uita
sekusuarisu (Vita Sexualis, 1909), de Mori Ōgai, o Kusa no
hana (Flores de hierba, 1954), de Fukunaga Takehiko.
Intolerancia hacia la comunidad LGTBQ
El amor entre hombres, cultivado en entornos
exclusivamente masculinos o dominados por hombres, como el dormitorio de un
internado masculino, no es de ninguna manera exclusivo de Japón. Es bien sabido
que la homosexualidad masculina y las relaciones entre hombres y jóvenes eran
costumbre en la sociedad griega antigua, dominada por completo por los hombres;
asimismo contamos también con ejemplos en la literatura y el cine occidentales
modernos, como Maurice (1971), de E. M. Forster o Les
amitiés particulières (“Las amistades particulares”, 1970), donde se
describen los amores en un internado entre un estudiante de último año y otro
más joven. Estas obras muestran un tipo de relaciones similares a las que se
daban en Japón.
Además, el concepto japonés del danshoku,
según el cual el amor entre hombres tiene más valor artístico y estético que el
amor heterosexual, se refleja también en obras como Total Eclipse (Eclipse
total, 1995), película que narra relación entre los famosos poetas Arthur
Rimbaud y Paul Verlaine.
La fusión de la supremacía artística y el esteticismo con
el amor entre hombres es una de las características del concepto japonés
del danshoku, pero es también un fenómeno que se puede apreciar en
la sociedad occidental. En otras palabras, esta costumbre japonesa no es
necesariamente un elemento cultural exclusivo de una nación insular del Lejano
Oriente, sino más bien la expresión de un deseo masculino universal que
trasciende épocas y regiones.
En las sociedades occidentales, no obstante, las
relaciones sexuales entre hombres se veían sujetas a severas sanciones sociales
y legales, como era el caso en Gran Bretaña hasta mediados del siglo XX.
Gracias a los esfuerzos de aquellos que lucharon por desafiar esta intolerancia
social hacia la homosexualidad, esa opresión que cataloga la homosexualidad
como una anomalía sujeta a penas legales se ha visto eliminada o aliviada en
gran parte.
Por otro lado, en el caso del danshoku de
Japón, quizá precisamente porque desde antes de la época Edo se practicaba
abiertamente, la opresión y los prejuicios que llegaron con la era Meiji se
vieron reforzados y retorcidos hasta llegar al retraso actual con respecto a
Occidente en lo que respecta a la comprensión hacia el colectivo LGBTQ.
Lectores de BL en todo el mundo
Recientemente, el abuso sexual de jóvenes por parte del
expresidente de la agencia de entretenimiento Johnny’s se ha convertido en un
gran problema social. Ese acto por parte de un empleador de edad avanzada que
busca una relación sexual de forma unilateral con menores, ignorando la
autonomía de estos, es muy similar al danshoku de la época Edo
o antes.
Las relaciones coercitivas unilaterales basadas en el
estatus social, el poder económico y las relaciones jerárquicas de autoridad
son un aspecto muy negativo del antiguo danshoku, y son también
incompatibles con nuestra conciencia moderna acerca de los derechos humanos.
Cualquier agresión sexual a niños y jóvenes, por tanto, o violación de derechos
humanos no debe tolerarse con excusas como “es una parte de la tradición
cultural”, o “han contribuido mucho a la industria del entretenimiento”.
Al mismo tiempo, dado que el amor homosexual entre
hombres no se consideraba algo anormal, la cultura del danshoku hasta
el período Edo se superpone con ciertas afirmaciones de la comunidad LGBTQ
moderna. También es cierto que existe un elemento de reconocimiento de la
diversidad de deseos sexuales, y por eso podemos mirar retrospectivamente la
historia del danshoku desde una perspectiva positiva.
Los mangas de shōnen ai de
la era Shōwa, y más adelante los mangas BL (boys’ love) y las
series protagonizadas por parejas homosexuales, que continúan siendo populares
entre las japonesas hasta hoy día, ¿se deben quizá a la cultura del danshoku?
¿Se trata de una herencia cultural, o tal vez algo completamente diferente?
Resulta curioso buscar las similitudes entre obras
como Tōma no shinzō (El corazón de Tōma, 1974) de Hagio Moto,
considerada una obra maestra del shōnen ai de la era Showa,
y Kaze to ki no uta (Poema del viento y los árboles,
1976-1984) de Takemiya Keiko, y la literatura del danshoku.
En las obras que representan una historia de amor entre
un sacerdote y un joven aprendiz que sirve en el mismo templo, es típico que el
chico muera antes de poder llegar a ser adulto, aunque en el caso de Tōma, es
él quien elige morir a una edad temprana; Gilbert, el hermoso joven de Kaze
to ki no uta, muere también siendo aún joven, pero a causa de un accidente.
La muerte de Tōma lleva al estudiante más mayor Julusmole a ingresar en un
seminario, y Serge, el amante de Gilbert, supera su sensación de pérdida y se
convierte en un músico de éxito; estas historias muestran claras conexiones con
la ilustración religiosa y el arte, con claras tendencias hacia el danshoku.
Sin embargo, ambos autores comentaron en entrevistas que
no estaban influidos por la literatura japonesa del danshoku, sino
por la literatura y el cine occidentales. Estas obras, creadas en el ámbito
del shōjo manga, tienen el efecto de transmitir la pureza del amor
entre jóvenes estudiantes de internados en ciertos lugares de Europa, como
Alemania y Francia, países admirados para las lectoras japonesas. Por otro
lado, a los lectores extranjeros familiarizados con la realidad de internados
así les puede resultar difícil idealizar obras de shōnen ai de
la era Shōwa como estas.
El manga japonés es actualmente muy
popular en el extranjero y las principales librerías cuentan siempre con una
buena sección de manga. Cuando visité el norte de Europa, comprobé
que en el quiosco de una estación se vendían obras de manga BL.
Supongo que para los lectores extranjeros resultan más fáciles de aceptar las
obras de este género a partir de los noventa, ya que representa de manera más
realista la autonomía de las relaciones, así como los conflictos psicológicos
existentes en cada una.
El manga BL de hoy día es una herencia
positiva de la cultura del danshoku, que tolera la sexualidad entre
hombres, mientras que al mismo tiempo, y por tener valores apropiados para la
era actual, ha logrado gran popularidad gracias a su aceptación en aquellos
países occidentales donde el movimiento por los derechos humanos del colectivo
LGBTQ se halla más avanzado.
Comprender la historia de la cultura del danshoku en
Japón no debería consistir en un simple pasatiempo con el que recordar que “las
cosas eran mejores en los viejos tiempos”. Más bien nos proporciona, mediante
los puntos positivos y los más oscuros de su historia, pistas con las que
explorar las posibilidades de reconocer una pluralidad de sexualidades.
(Artículo traducido al español del original en japonés.
Imagen del encabezado: De Nanshoku
Ōkagami, 1687, de Ihara Saikaku (Biblioteca Nacional de la Dieta). El hombre
de la parte superior izquierda sermonea a los hermosos chicos sobre las
maravillas del danshoku.)
Graciasss/www.nippon.com/es/in-depth/
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