CARLOS JÁUREGUI



EL PUTO INOLVIDABLE
 
Micaela Escobar
20 ago 2020

Foto: Latitud Gay
 
El 20 de agosto se conmemora en la Argentina el día del activismo por la diversidad sexual, en memoria de Carlos Jáuregui. A 24 años de su fallecimiento, su lucha nos sigue inspirando.
 
Carlos fue pionero en la lucha LGBTI en nuestro país. Luego de algunos viajes a Europa y a los Estados Unidos, en donde participó de las marchas del orgullo nacidas a partir de aquella mítica rebelión de Stonewall, regresó al país con una sencilla pero titánica convicción: “Quería sentirme libre acá, en Argentina”.
 
“Ser visibles para ser iguales y libres”
 
En la década de los ’80, el pueblo argentino movilizado había tirado a la última y peor dictadura militar de nuestra historia. La represión de los milicos genocidas hacia los trabajadores y el pueblo dejó un saldo de 30.000 detenidxs-desaparecidxs. Cerca de 400 de ese total eran putos, tortas y travas. Militantes. Subversivxs políticxs y sexuales. Uno de elles era Gustavito “Zampi” Zampicchiatti, militante de nuestro partido de entonces, el PST, y también del Frente de Liberación Homosexual.
 
Inspirado por la inmensa lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que marcó una hoja de ruta en defensa de los derechos humanos, Carlos Jáuregui puso en palabras una mirada clave: “la libre sexualidad es un derecho humano”. En 1984 fundó la Comunidad Homosexual Argentina, que presidió por cuatro años. El eje de su militancia empezó por la visibilización: que la gente supiera que los gays, lesbianas y trans existíamos y podíamos ser hijes, vecines, amigues, trabajadorxs. Y sobre todo, la lucha contra la violencia policial que perseguía y asesinaba a nuestro colectivo.
 
“Los gays y las lesbianas por las calles de Argentina”
 
En 1988, Pablo, el amor de su vida, fallece a causa del sida y Carlos es echado del departamento en el que convivían porque no había un vínculo legal entre ambos. Entiende, entonces, que se abre un nuevo escenario de lucha. Alejado ya de la CHA por divergencias, en 1991 funda Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), agrupación en la que trabajaron con él algunos militantes nuestros. Al poco tiempo, Carlos presentaría el primer proyecto de ley de unión civil, que en aquel momento no prosperó. También querelló al arzobispo porteño Antonio Quarracino, otro dinosaurio discriminador.
 
En el ’92 Carlos fue el motor de la primera Marcha del Orgullo en la Argentina. Unas 200 personas se movilizaron de Plaza de Mayo a Congreso. Algunes con máscaras para no ser reconocides por sus familias o en sus laburos, pero presentes en las calles. Nuestro MST fue el único partido político presente en aquella histórica primera Marcha, siempre defendiendo los derechos de la comunidad LGBTI y denunciando la opresión a la que nos somete este sistema capitalista, patriarcal y clerical.
 
El orgullo como respuesta política
 
La militancia cotidiana y la convicción por la libertad sexual y la liberación social fueron el impulso que le dio fuerza a un movimiento nacido a partir del grupo Nuestro Mundo y luego el FLH en los ’70. Después de la dictadura, las enseñanzas de activistas como Carlos Jáuregui son parte del amplio legado que tenemos como colectivo LGBTI. Sonriente, inquieto, imparable, abrió caminos que seguimos transitando.
 
A 24 años de su muerte, podemos hablar de un verdadero historial de nuestras luchas y conquistas. Y como siempre decimos, vamos por más, por todo. Vamos hasta derrotar este sistema, padre de toda opresión y explotación, para construir una sociedad nueva e igualitaria: el socialismo. Los putos, las tortas, travas-trans, no binaries y disidentes de Libre Diversidad-MST nos organizamos por dar esta pelea e invitamos a les activistas a que se sumen a militar con nosotres. Como aquel puto inolvidable, visibles, orgulloses y militantes.

CARLOS JÁUREGUI, UNA BIOGRAFÍA POLÍTICA
 
Por Bellucci Mabel
 
Si bien la reciente conquista del matrimonio de gays y lesbianas convulsionó a nuestra sociedad, Carlos Jáuregui, una biografía política, comencé a escribirlo en 2007. A través de testimonios, documentos e imágenes, retomo a un protagonista de la historia contemporánea como fue Jáuregui, fundador y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), entre 1984 a 1987. Con desvelo cumplió la función de la presidencia durante cuatro años. Luego, en 1991, fue fundador de la agrupación Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), junto con Marcelo Ferreyra, César Cigliutti, Alejandro Modarelli, Gustavo Pecoraro, entre otras tantas figuras.
 
Sus años de activismo estuvieron marcados por su tenacidad en generar acciones dirigidas al reclamo de igualdad de derechos y oportunidades para las minorías sexuales. En cuanto a las cuestiones centrales de su agenda, estaban, por un lado, las políticas de visibilidad y, por el otro, la articulación de frentes contra todas las formas de discriminación y subalternidad. Ambas instancias constituyeron su modo de intervención política.
 
El género literario que mejor cabe a nuestro paladín es el que llamo biografía política. El intenso trabajo de archivo y la búsqueda de documentos me llevaron a tomar caminos inesperados. Para decirlo con claridad: no quería escribir una biografía de Carlos Jáuregui, sino que él fuese una excusa, una caja de herramientas que le sirviese al activismo actual para entender sobre el pasado de los movimientos que hoy integran. Aumentaba mi adrenalina hablar de su vida pública, es decir, de su militancia centrada en Buenos Aires hasta el momento de su muerte. Su infancia, adolescencia y juventud en La Plata, sus viajes a París y New York, no aportaban demasiado a mi búsqueda.
 
Lejos de popularizar los detalles de una vida cuya intimidad conocí mucho menos que otros, lo que me impulsó fue una lectura que considero clave: probar que con Carlos Jáuregui, en la Argentina se inauguró y se cerró un perfil de activista de la diversidad sexual que tuvo como vector para el éxito no sólo la visibilidad mediática, que fue un hecho sustantivo, sino también y en la misma medida la capacidad de articular coaliciones con otros movimientos sociales.
 
No sé si existe este género, el de la biografía política ¿acaso importa? Pues, lo que pretendo en este libro es hablar de su vida pública, de su militancia en Buenos Aires alrededor de la Plaza de Mayo, en las acciones callejeras de acción directa, en la organización de las Marchas del Orgullo Lésbico Gay, espacio articulador por excelencia de nuevos campos, como así también de las cenas en el departamento de la calle Paraná, convertido en un ágora de subversión creativa por activistas de la diversidad sexual, tanto nacionales como internacionales.
 
El aprendizaje político de Carlos y su compromiso estratégico con los movimientos sociales fue evolucionando a través de sus años de activismo.
 
En 1984, Jáuregui se acercó al Movimiento al Socialismo (MAS) porque se había generado una corriente interna minoritaria volcada al análisis de la orientación sexual, llamada Alternativa Socialista por la Liberación Sexual. En ese espacio había activistas gays y lesbianas, pero sin llegar a una trascendencia pública. Durante más de veinte años ningún otro partido estuvo dispuesto a abrirle las puertas a la comunidad homosexual; incluso los organismos de derechos humanos eran más adversos, con excepción de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
 
Hacia los años noventa, las conversaciones con activistas e intelectuales que vivían en Estados Unidos y pasaban por Buenos Aires, las Marchas del Orgullo en otras partes del mundo, la llegada de los primeros textos queer, el encuentro Lésbico Gay de América Latina, en Chile, 1992, influyeron mucho en Carlos y su grupo. Eso los llevó a proponerse la construcción de un espacio más amplio y a repensar el valor combativo del término “Orgullo Gay” junto a la importancia de las marchas, como acontecimiento aglutinador por excelencia del mundo de las diversidades.
 
En 1993 se creó el partido Frente por la Democracia Avanzada (FDA), espacio que exploró el ambiente universitario, la apertura con el feminismo, los derechos humanos y las minorías sexuales. En ese mismo camino confluyó con Gays DC, y de esa exploración mutua resultó una manera de permeabilidad política entre una izquierda democrática y los embrionarios impulsores del movimiento Lésbico Gay Travesti Transexual (LGTT). A partir de esa confluencia, el FDA fue el primer partido en la Argentina en colocar en la agenda política del momento las demandas de las minorías sexuales junto con la despenalización del aborto.
 
Sin proponérselo, tales sucesos se insertaron en el marco de una lucha mayor, la opositora a las políticas neoliberales del menemato, que atrajo a un arco importante de organizaciones políticas de izquierda y de centroizquierda, de organismos de derechos humanos, feministas, intelectuales, sindicatos, estudiantes, grupos de orientación sexual y de lucha contra la violencia policial. Esa coyuntura política habilitaba la posibilidad de abrir el sendero a una nueva izquierda democrática y heterodoxa, que enfatizara el diálogo con interlocutores de cuño movimientístico.
 
Carlos Jáuregui, una biografía política resalta la importancia de su activismo, a partir de su condición gay, que lo llevó a articular coaliciones con los movimientos sociales en danza. Aquellos que configuraron la historia de la Argentina desde la posdictadura hasta mediado de los años noventa. Con la primera Marcha del Orgullo Lésbico-Gay, en 1992, la confluencia de gays y lesbianas amplió sus márgenes. Así se acrecentó el entramado político y sin más, confluyeron nuevas agrupaciones de travestis y transexuales. Eran los primeros pasos para la constitución del espacio Lésbico Gay Travesti Transexual en nuestro país.
 
Anticipo editorial del libro escrito por Mabel Bellucci, de próxima edición por Editorial Planeta.
 
Graciasss/herramienta.com.ar/carlos-jauregui-una-biografia-politica

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